Margarita Díaz, 64 años, y su lucha contra el edadismo laboral: “A los 50 ya me dijeron ‘eres demasiado mayor’, pero tengo dos carreras, un posgrado y un máster”

Edadismo

Díaz señala cómo el edadismo es una losa tanto para los jóvenes como para los mayores a la hora de abrirse camino en el mundo laboral

Margarita Díaz

Margarita Díaz

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Del mismo modo que al empezar en el mundo laboral la juventud puede percibirse como un lastre, cuando se es mayor la edad también puede pesar a la hora de buscar empleo. Según datos de la Fundación Adecco, en España en 2024 unas 900.000 personas mayores de 50 años buscaban trabajo y el 56% llevaba un año sin encontrarlo. De hecho, tres de cada cuatro ni siquiera habían conseguido una entrevista.

Margarita Díaz fue una de esas miles de personas que han tenido que enfrentarse al edadismo en los procesos de selección. A pesar de su formación y experiencia, desde que cumplió 50 años se encontró con que su edad restaba más de lo que sumaba. “Te hace sentir que no tienes sitio, que eres invisible o que no sirves, y no es así”, explica.

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Desde los 18 años, Margarita no ha dejado de formarse. “Hice dos carreras, Magisterio y Antropología. Después hice un posgrado en Género e Igualdad y un máster en Cultura de Paz. Además, he ido haciendo distintas formaciones, me gusta mucho”, enumera esta mujer, que ahora tiene 64 años. Aparte de su formación, cuenta con una amplia experiencia como docente y como mediadora y dinamizadora comunitaria. Todo eso no le aseguró encontrar trabajo cuando, hace un año, no le renovaron el contrato.

“Ya cuando tenía 50 años me dijeron: ‘No te ofendas, pero eres demasiado mayor’. De eso hace casi 15 años y entonces, igual que ahora, pensé: ‘Si estoy bien, quiero y necesito trabajar’”, relata Margarita, que desde entonces y hasta hoy se ha visto buscando empleo en varias ocasiones y la presión de la edad siempre ha estado presente.

Te hace sentir que no tienes sitio, que eres invisible o que no sirves, y no es así

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Aplica la formación que ha recibido en perspectiva de género para analizar su caso: “Para las mujeres, el mundo laboral siempre está marcado por el género y la edad: al principio eres muy joven, hacia los 30 se te cuestiona si tendrás hijos; a los 40, si estarás cuidando a tus padres y después ya parece que no puedas seguir porque eres demasiado mayor”.

Ahora Margarita ha encontrado trabajo tras participar en los programas de Proyectos Integrales con Contratación (PIC), promovidos por el Ayuntamiento de Barcelona e impulsados a través de Barcelona Activa. “Ahora trabajo como técnica auxiliar de dinamización y cohesión social, en la sede del distrito de Horta-Guinardó”, detalla, y subraya lo motivada que está con el nuevo empleo. Aunque ya ha salido de la rueda de enviar currículos y chocar con puertas cerradas, insiste en señalar el edadismo que impregna los procesos de selección.

La trampa del lenguaje

“El edadismo es una discriminación que queda muy invisibilizada, porque las empresas emplean un lenguaje pseudológico”, reflexiona Margarita, y lo ejemplifica así: “Si tienes más de 50 años, te dicen: ‘No puedes darme lo que necesito’. Pero si eres joven, el problema es que no tienes suficiente experiencia”. A su juicio, ninguno de los dos argumentos se sostiene si se evalúa con atención.

“De esta manera no se valoran las sinergias que se generan en los equipos intergeneracionales. Los mayores aportan experiencia y los jóvenes, nuevos conocimientos. Es una estrategia ganadora para cualquier empresa”, añade. Aun así, considera que los estereotipos que se repiten como un mantra sobre los trabajadores más jóvenes y los más mayores impiden reconocer ese potencial y acaban arrinconándolos.

Los mayores aportan experiencia y los jóvenes, nuevos conocimientos. Es una estrategia ganadora para cualquier empresa

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Paternalismo, en el corazón del edadismo

Margarita subraya que el edadismo afecta tanto a los más jóvenes como a los mayores dentro y fuera del mundo laboral, aunque matiza que no de la misma manera. Los contextos vitales hacen que esta discriminación por edad impacte de forma distinta según la etapa de la vida. Con todo, considera que en todos los casos las personas que lo sufren se enfrentan a un tratamiento paternalista.

“A jóvenes y mayores se nos infantiliza. Es un falso paternalismo. En mi caso, me decían que descansara, que era momento de tomármelo con calma, pero el alquiler lo tengo que pagar igual. Si no te dan trabajo por ser mayor, entonces ¿cómo vives?”, se pregunta. Margarita remarca que, más allá de la necesidad del sueldo, también existe una necesidad de sentirse realizada y útil. Concluye que señalar esta discriminación no debe interpretarse como un ataque contra los jóvenes: “No se trata de quitarle el trabajo a una persona joven para dárselo a una mayor, sino de entender que cabemos todos”.

Me decían que descansara, que era momento de tomármelo con calma, pero el alquiler lo tengo que pagar igual

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Un futuro activo (con trabajo o sin él)

Margarita está a punto de cumplir 65 años y la posibilidad de jubilarse se hace tangible, pero no es necesariamente su primera opción. “Si en el trabajo en el que estoy ahora me renuevan, seguiré. Me encanta lo que hago y ver cómo mi trabajo tiene un impacto positivo en la vida de los jóvenes con los que trabajo”, afirma. Ahora bien, si esa renovación no se materializa, tiene claro que su realización personal no depende solo del empleo: “Si me jubilo, seguiré activa con el voluntariado, llevo 15 años participando”.

En cuanto al futuro del edadismo, cree que tiene los días contados, “por necesidad”. “En los años sesenta ya se empezó a hablar de la discriminación por edad desde los feminismos y confío en que a corto plazo la edad no tenga este peso. Del mismo modo que no podemos seguir contaminando, no podemos seguir marginando o menospreciando a la gente por su edad, porque nos hacemos daño todos”, asegura.

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