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Arteterapia: ‘El camino del artista’ y otros manuales creativos para cuidar la salud emocional

Arte y bienestar

Cada vez más personas recurren a la expresión artística como una fórmula que contribuye a regular emociones, reconectar con el presente y con la que encuentran una vía de desconexión

Practicar actividades creativas es uno de los puntos clave de las funciones neurológicas esenciales

Jordi Play / Colaboradores

“Este verano fui por primera vez al cine sola y me cambió la vida”, relata Mariona Solís. Solís, profesora y traductora, explica que antes trabajaba “más horas de las necesarias” durante la semana y pasaba su tiempo libre deslizando de vídeo en vídeo en redes sociales. Después de tener una conversación con su psicóloga a principios de verano, descubrió que debía prestar más atención a su lado creativo y a sí misma. “Mientras hacía scrolling vi un vídeo de la rapera Doechii en el que decidía emprender un proceso creativo de doce semanas y que fue lo que la ayudó a crear el álbum que le llevó a ganar su primer Grammy”, explica.

En el vídeo, Doechii se embarca en la propuesta del libro El camino del artista de Julia Cameron, un manual para desbloquear la creatividad innata y superar el bloqueo creativo. La traductora se lo compró al día siguiente. Durante el proceso escribía cada día y comenzó a tener citas semanales consigo misma donde visitaba museos, comía a solas en restaurantes, recopilaba pegatinas y cartulinas de colores con las que después creaba collages y se llenaba las manos de pegamento. “Por primera vez en mucho tiempo me sentí como la niña pequeña que una vez fui”, admite.

Podríamos decir que la creatividad es un antídoto, pero en realidad creo que es la base. Sería como preguntar si la respiración es un antídoto, y en nuestra cultura respiramos mal

Carolina JimenesPsicóloga, psicomotricista y psicoterapeuta

Solís no solo se sentía más tranquila, relajada y serena, sino que también empezó a sentirse más motivada en su día a día y, según comenta, “tenía más energía porque estaba descansada, enfocada y, sobre todo, conectada conmigo misma”.

El camino del artista de Julia Cameron se ha convertido este 2025 en superventas treinta años después de su publicación. Ha vendido cinco millones de copias en más de cuarenta idiomas. Artistas célebres y premiadas como Elizabeth Gilbert, Reese Witherspoon, Kerry Washington, Alicia Keys y Natalia Lafourcade, han recurrido a este manual de creatividad.

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Pero no es el único manual sobre creatividad que ha ganado popularidad en los últimos años. El acto de crear de Rick Rubin, o El pequeño libro de la creatividad de Pearl Susie son otros ejemplos de cómo cada vez más personas recurren a la expresión artística como una fórmula que contribuye a regular emociones, reconectar con el presente y con la que encuentran una vía de desconexión.

Según explica Carolina Jimenes, psicóloga, psicomotricista y psicoterapeuta por el movimiento y la danza, la creatividad es una parte constitutiva del ser humano. Desde su perspectiva, practicar actividades creativas es uno de los puntos clave de las funciones neurológicas esenciales. “Podríamos decir que la creatividad es un antídoto, pero en realidad creo que es la base. Sería como preguntar si la respiración es un antídoto, y en nuestra cultura respiramos mal”, declara.

La creatividad ayuda al pensamiento lógico, la intuición y el procesamiento emocional

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Así pues, la psicóloga explica que la creatividad tiene un efecto regulador en el sistema parasimpático. Tal y como señala el estudio de 2017 del psicólogo John R. Ratey en la revista científica Psychology Today, las personas creativas suelen mostrar mayor conectividad entre ambos hemisferios del cerebro, lo que favorece la integración entre el pensamiento lógico, la intuición y el procesamiento emocional. “Vivimos en un paradigma productivo que nos invita a utilizar mucho más el hemisferio izquierdo sobre el derecho”, comenta Jimenes, lo que provoca que se activen funciones en las que el sistema nervioso entra en un estado de alerta, y donde aparece el estrés, que “deteriora nuestra calidad de vida y nuestra salud”, afirma la experta.

En la misma línea, propone el punto de vista del neurocientífico portugués, Antonio Damásio, quien sostiene que la conciencia viene antes de las palabras, “como una especie de narración de la experiencia de estar vivo”, parafrasea Jimenes. Con este planteamiento, el lenguaje artístico desempeña un papel esencial en el desarrollo del lenguaje verbal, ya que es la base sobre la cual se construye la capacidad de pensar y de relacionar. Como razona la psicóloga, si ese lenguaje artístico se reprime o se sustituye por estímulos constantes y pasivos, como ocurre con la hiperestimulación visual en la infancia, se limita no solo la creatividad, sino también las habilidades cognitivas fundamentales lingüísticas, de razonamiento, de análisis y de conectar ideas, funciones relacionadas con el tránsito entre el hemisferio izquierdo y derecho. “Si un niño está teniendo problemas con la creatividad, ya estamos hablando de un problema”, declara la experta.

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Según un estudio de 2019 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos de salud mental afectan a una de cada ocho personas en el mundo, y el suicidio es ya la cuarta causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años. Guillem Fullana es responsable del programa Healing Arts del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), la primera iniciativa internacional impulsada junto a la OMS y el Jameel Arts & Health Lab, con más de 125 actividades en toda Catalunya y que se ha celebrado durante el pasado mes de octubre. El objetivo no es sustituir terapias médicas, sino acercar el arte como herramienta preventiva y de acompañamiento emocional.

Fullana defiende el arte como un recurso comunitario de bienestar y asegura que “las artes y los museos son activos de salud”. En la misma línea, recuerda la definición de la OMS, que entiende la salud “como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Asimismo, “la evidencia dice que más del 80% de las causas que provocan enfermedades son problemas de salud no de genética”, expone el responsable de la iniciativa, y añade que las causas de un ataque de corazón suelen estar vinculadas a un estilo de vida sedentario y a la exposición a la contaminación ambiental, “que trae 5.000 muertos al año en Barcelona”, señala. Todos los determinantes sociales influyen en la salud de las personas, por eso “la salud depende del código postal, no del código genético”, apunta el experto.

Entre los programas impulsados destacan iniciativas para combatir la soledad en personas mayores, donde ofrecen espacios de socialización que previenen el deterioro cognitivo y fomentan una vida más saludable. Para Fullana, la cultura y el lenguaje artístico juegan un papel fundamental en este bienestar compartido: “Lo que puede hacer un libro, lo que puede hacer una obra de teatro, lo que puede hacer ir con alguien, compartir esa lectura, escuchar música. El efecto de la cultura está claro que siempre está ahí. Son esos activos que hay en la comunidad que nosotros, como museo, estamos comprometidos a desarrollar al máximo de su potencial para conseguir también ese beneficio en el ámbito de la salud como parte de nuestra misión social”, declara.

El objetivo no es hacer algo bonito, sino encontrarse con algo propio. Y, muchas veces, ese encuentro ya es profundamente reparador

Nicole MollerArteterapetura

Por otro lado, la arteterapetura Nicole Moller defiende la postura de que el proceso creativo es una vía profunda de autoconocimiento y de regulación emocional. “La creatividad tiene un poder profundamente sanador porque nos conecta con nuestra capacidad más humana: la de simbolizar”, explica. Para ella, crear no es solo producir una pieza, sino “dar una nueva forma a lo que sentimos” que, en línea con lo que explicaba Jiménez, permite que “lo interno se exprese en un lenguaje nuevo, un lenguaje que da sentido sin necesidad de palabras”. Desde su espacio ALA Atelier Libre de Arteterapia, Moller acompaña procesos individuales y grupales donde “el material actúa como mediador, como puente comunicativo”, y donde lo importante no es el resultado, sino el encuentro con uno mismo. “El objetivo no es hacer algo bonito, sino encontrarse con algo propio. Y, muchas veces, ese encuentro ya es profundamente reparador”, revela la arteterapeuta, mientras que sostiene que el arte permite transformar la ansiedad en una imagen, en un gesto o en un movimiento. Moller observa desde su experticia que, a cualquier edad, “el arte abre la posibilidad de contener de forma segura lo que asusta o desborda, y transformarlo en algo nuevo”.

No obstante, Fullana insiste en que “nosotros no somos profesionales de la salud” y es por eso por lo que el MNAC trabaja siempre con un enfoque metodológico claro: “todos nuestros proyectos siempre los hacemos acompañados de algún profesional de la salud, siempre”, enfatiza. Cada intervención parte de un objetivo sanitario definido y se desarrolla bajo protocolos compartidos con hospitales como la Vall d’Hebron o el Hospital Clínic de Barcelona.

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Además, para Fullana, el verdadero valor de las artes reside en su capacidad de empoderar a las personas y de “dotarlas de herramientas que les den recursos y capacidad de gestión ante su condición de salud”, explica. Es por eso por lo que cree que “las artes te permiten tener capacidad de reflexión, de comprensión, de expresión. Necesitas expresar lo que te está pasando, y eso puede ocurrir escribiendo, pintando o bailando. Son recursos que tiene la persona para gestionar su bienestar”, afirma.

En ese sentido, Carolina Jimenes recuerda que, además de la expresión individual, algunas disciplinas requieren del sostén colectivo: “hay vías expresivas como el teatro y a veces también la danza, que son más colectivas, que uno necesita como la manada, digamos, el grupo para sentir”. Por eso anima a no tener miedo a invitar y apoyarse en otros. Para ella, participar en procesos creativos compartidos debe sentirse como “un pequeño regalito que me doy”, no como una carga añadida a la rutina.

Más allá del ámbito terapéutico, Moller propone pequeñas acciones cotidianas que ayudan a reconectar con la creatividad y cuidar el bienestar diario. “Podemos empezar por cosas simples: escuchar música, escribir una frase en una libreta, observar lo que nos rodea (sin mirar el móvil), cerrar los ojos y tocar algo con las manos, o hacer una foto de un detalle que nos emocione”, sugiere. Para ella, “la creatividad no necesita habilidades, sino disponibilidad”, y según su opinión, cultivar el silencio o el vacío sin estímulos visuales también es una forma de descanso mental.

Jiménez coincide en que no se trata solo de consumir arte, sino de reservar un espacio para crear. Es justamente lo que logró hacer Mireia Solís cuando emprendió El camino del artista. Durante las citas semanales como artista, Solís se retó a sí misma: el libro la obligaba no solo a ir al cine sola, sino a grabarse “haciendo el tonto delante de la cámara”, e incluso “cantar en un karaoke, ya que no puedo hacerlo en un gran estadio como siempre quise de pequeña, pero al menos me he atrevido a cantar”. Aun siendo profesora y traductora de profesión, Solís admite que ha podido añadir “artista” a su currículum después de haberse “redescubierto a sí misma”.