Todo el mundo sabe que David Lynch ha sido uno de los directores más influyentes del último siglo. Pero lo que tal vez sea menos conocido es que era un apasionado del café hasta el punto de que tuvo su propia marca, mucho antes de que se hablara del café de especialidad y de que algunos famosos se apuntaran a la moda. Una bebida que confesaba consumir en grandes cantidades, que es casi un personaje más en manos del agente especial Dale Cooper de Twin Peaks y que protagonizó algunos anuncios rodados por Lynch y que figuran, por supuesto, entre los más surrealistas de la historia.
Cuando hace unos días la familia de David Lynch anunció su muerte a través de la página oficial del director en Facebook, hubo un detalle que seguro no pasó desapercibido: en su foto oficial en esta red social aparecía con una taza en la mano tomando un sorbo de café. Un gesto que, según él mismo había explicado en varias entrevistas, repetía unas 20 veces al día si se trataba de vasos pequeños de café o una decena cuando se pasó a los cafés en taza más grande.
Esta pasión cafetera le llevó en 2006 a lanzar su propia marca de café: David Lynch Signature Cup of Coffe. Aunque ahora es relativamente habitual, al menos en Estados Unidos, que famosos pongan su nombre a cafés, por aquel entonces nadie hablaba de café de especialidad ni era un tema tan de moda.

El café de David Lynch
Una rareza más en la polifacética carrera de Lynch, cuyo café en grano se comercializó hasta hace relativamente poco en los supermercados Whole Foods. Ya desaparecido del mercado, seguro que alguien ha tenido la idea de guardar unos cuantos paquetes que no tardarán en convertirse en codiciados objetos de coleccionismo, por mucho que la frescura del café es clave para su calidad y que tomar café tostado hace unos años sea una pésima idea.
“Damn fine cup of coffee”
Su larga relación con el café le permitió teorizar mucho sobre el asunto. A su estilo, claro. Si nunca supimos (¿o sí?) quién mató a Laura Palmer, no cabe esperar de Lynch una explicación precisa y concreta de lo que para él simbolizaba el café en pantalla. A cambio, sí describió lo que consideraba un buen café. El sabor es la clave, detallaba, sin acidez, suave y sabroso. En el caso del expreso, con una bonita capa de espuma dorada, matizaba.
“Prefiero un mal café que ningún café”. Una frase que se le suele atribuir a él y que, repetida en tazas, camisetas y pósteres, es adorada por los fans de Lynch, aunque seguramente no tanto por los puristas del café a los que, por cierto, los granos que vendía Lynch no siempre convencieron.
Un teórico de esta bebida
Para Lynch, un buen café debía “ser suave y sabroso, sin acidez”
Él mismo explicaba cómo surgió todo: unos amigos le propusieron la idea, una marca le dio a probar en catas a ciegas decenas de mezclas de cafés hasta dar con una que le gustaba que, en tres versiones (blend, expreso y descafeinado) salió al mercado. Pero incluso antes de eso, David Lynch ya había dirigido una serie de anuncios para la marca japonesa de café en lata Georgia Coffe y donde se jugaba con los escenarios y personajes de Twin Peaks.

David Lynch Coffe
Y con una escena y frase muy conocida de la serie: Dale Cooper en la cafetería Double R Diner sorbiendo una pequeña taza de café de filtro y asegurando que aquello era una “damn fine cup of coffee”, una maldita buena taza de café. Acompañada, claro, de la no menos mítica tarta de cerezas de un local que, por cierto, existe desde 1940 y se llama Twede’s Café.
Otra pista para los cazadores de rarezas relacionadas con Lynch y el café. Antes de aquel primer anuncio, se dice que el director recibió en 1990, en pleno éxito de Twin Peaks, el encargo de rodar un spot para la marca Folgers Coffe. Aquello acabó siendo un documental de dos horas que costó una pequeña fortuna y que nunca llegó a verse porque, sorpresa, no se parecía en nada al anuncio que esperaban desde la compañía.
Con leche y azúcar
Y es que la publicidad del café de Lynch merece un capítulo aparte. Si los anuncios eran fieles a su estilo, tampoco la forma en que tomaba el café era la habitual para alguien que, según contaba, tenía un par de cafeteras La Marzocco, pieza omnipresente en cualquier cafetería de especialidad y adorada por los baristas.
Y es que Lynch no tenía ningún problema en combinar su amor por el café con dos de los pecados que los puristas del asunto suelen demonizar: lo tomaba por litros con azúcar y leche. El capuchino y los lattes eran sus favoritos y, de hecho, hay vídeos en los que se le ve beber una taza de uno de ellos prácticamente de un sorbo, como si fuera un vaso de agua.
Aunque suponga caer en el tópico, nada en el universo Lynch era normal. Tampoco el café. En 2011, para promocionar su marca recurrió a un vídeo doméstico en plano fijo de la cabeza de una muñeca Barbie a la que él pone voz. Una pieza considerada uno de los anuncios más extraños de la historia —y venerada por muchos como una obra maestra— pero que a Mattel no le hizo gracia, así que pidió “amablemente” a su autor que la retirara.
Algo menos extraño, aunque igualmente inquietante, es el que en 2012 realizó con su mujer Emily Stofle como protagonista y donde se recoge, a su manera, el proceso de preparación de una taza de café. En esta misma línea, su hija Jennifer Lynch quiso apoyar el negocio cafetero familiar y en 2015 dirigió el anuncio Feel Good que tampoco tiene mucho que ver con lo que la mayoría entiende por un anuncio de café. Vaya, que no salía George Clooney.
El último anuncio del café de Lynch fue dirigido por Andrew Parkhurst y aunque mucho menos oscuro que los anteriores, tampoco renuncia al surrealismo para recordar que este café es para humanos, no para robots. ¿Qué demonios significa eso? Si esa es la pregunta es que o no hemos entendido nada. O que, seguramente, necesitamos otra taza de café.
Del creado por David Lynch será complicado conseguir una, pero los fans del director y artista siempre pueden recurrir al creado por Brandywine Coffee Roasters en su honor, o a alguno de los que tuestan Twin Peaks Coffe Roasters. Además de su legado cinematográfico, está claro que también deja uno alrededor del café.