El chef del barcelonés Bardeni protagoniza el nuevo episodio del podcast Quédate a comer, en el que explica su relación con el restaurante y con sus clientes. Dani Lechuga siente el restaurante como su propia casa y reconoce que no todo el mundo es bienvenido, porque no está dispuesto a aguantar una falta de educación. “Hay quienes se comportan como cretinos cuando se sientan en una mesa”.
También reflexiona sobre la falta de empatía y de respeto que algunos clientes tienen hacia camareros y camareras. “No es que falten camareros porque les paguen mal, sino porque hay sitios donde los clientes les tratan como a ratas y algunas personas recuerdan el tiempo en que hicieron ese trabajo como uno de los peores de su vida”. Él, explica, se ha esforzado por hacer de su profesión algo parecido a un trabajo normal, que permita no vivir a contracorriente por horarios o condiciones de trabajo, aunque reconoce que es uno de esos jefes a los que “notas el aliento en la nuca porque estoy pendiente de todo”.
Lechuga reconoce que es uno de esos jefes a los que “notas el aliento en la nuca porque estoy pendiente de todo”
Lechuga reconoce que es obsesivo con el control de cada detalle y en el esfuerzo por mejorar cada elaboración y encontrar una regularidad, algo que con los años va a más, y explica lo importante que es en su vida la práctica del deporte —es un apasionado de la lucha— para mantener un equilibrio mental.
El cocinero habla sobre las tendencias en el mundo de la carne en los restaurantes, sobre sus preferencias sobre la maduración de las piezas o sobre qué partes del animal resultan más adecuadas para cada preparación. Dani Lechuga repasa su trayectoria antes de abrir hace 20 años su propio negocio, que ha pasado por distintas etapas —“he de hacer lo que me ilusiona en cada momento porque si no me aburro soberanamente”— y cuenta su próximo proyecto: abrir en el local contiguo, que en su día ocupó el Bardeni, un espacio donde servirá algunos de sus más exitosos bocadillos que se llamará Fastdeni.

El protagonista del nuevo episodio de Quédate a comer cuenta por primera vez públicamente que se ha recuperado de un grave tumor de próstata del que fue operado con éxito. Una experiencia que le ayudó a afrontar la fortaleza física que le ha dado la práctica del deporte. La enfermedad, dice, no le ha cambiado las prioridades y ha vuelto a entrenar. El chef, que trató de aplazar la intervención porque estaba muy ocupado en el restaurante y posteriormente pidió el alta voluntaria mucho antes de lo que correspondía por la misma razón, huye del dramatismo y explica que su vida vuelve a ser la de siempre: “Yo hago broma y siempre digo no te preocupes, el día que te mueras te van a recordar un tiempo corto. No pasa nada”.