El que es considerado el restaurante más longevo del mundo por el Libro Guinness de los Récords sopla velas. El madrileño Casa Botín (Cuchilleros, 17) cumple 300 años y lo hace en buena forma, conservando algunos elementos históricos como un horno de leña de encina que, aseguran los propietarios, ni siquiera dejó de funcionar durante la pandemia. En él, se asa uno de sus platos más afamados, el cochinillo, que como el resto de sus recetas ha ido pasando de generación en generación.
Hemingway, Frank Sinatra o Ava Gardner son algunas de las celebridades que han ocupado las mesas de esta casa con tres siglos de historia, una larga trayectoria que se conmemorará los próximos meses con diferentes iniciativas. Explican desde el restaurante que los comensales que visiten el espacio durante estos días recibirán un diploma acreditativo. También ofrecerán un menú “300 aniversario” y habilitarán un libro de firmas.

Uno de los salones de Casa Botín, en Madrid

El solicitado cochinillo de Casa Botín, que asan en un horno milenario
Las acciones mencionadas se presentaron en un acto celebrado a principios de semana en Casa Botín, donde la familia propietaria aseguró que durante las siguientes semanas no solo celebrarán el legado del restaurante, “también la ilusión con la que queremos seguir atendiendo a nuestros comensales”, siendo fieles a su misión de evocar la esencia de la cocina tradicional.
Alcanzar los trescientos años de historia es un hito que hay que celebrar, pero en la península —y, concretamente, en Catalunya— hay establecimientos que llevan todavía más siglos en activo. Prueba de ello es un manuscrito hallado por el periodista Narcís Clotet el pasado año, donde se indica que el Hostal de Pinós, una casa de comidas situada en un pequeño municipio de Lleida, fue fundado hace medio milenio. “Es un hallazgo muy valioso, ya que en este documento se puede consultar el día exacto en que el Hostal de Pinós comenzó su rodaje: el 26 de septiembre de 1524”, dice Mònica Segués, que dirige el restaurante desde 2022.

El documento fundacional de Hostal de Pinós se encuentra en el Museo Diocesano y Comarcal de Solsona

Los marcos de las puertas del Hostal de Pinós tienen siglos de historia
El establecimiento preserva rarezas como una puerta de piedra en la que, desde 1677, está esculpida la frase “Veritat és que hostal sense diners no donen res”. Una transcripción que, según Segués, tiene una interesante historia detrás. “Se sabe que unos antiguos propietarios, la familia Junyent, empezaron a alquilar y a hipotecar terrenos que no eran suyos y a vender objetos robados para costear sus deudas. Después de que el establecimiento cambiara de manos —los monjes hospitalarios que lo gestionaban tuvieron que ir juicio para conseguirlo— fijaron que los contratos serían de cinco años”. Desde 1957, el Hostal de Pinós está en manos de la familia Torra.
Un lujo trabajar en un lugar con tanta historia, que no ha sido contaminado con la inmediatez de las grandes ciudades
De la cocina que se ofrecía siglos atrás no queda rastro, puesto que en aquellos tiempos alimentos como la patata y el tomate todavía no se cultivaban. “Se sabe lo que se producía en la zona, pero no elaboraciones concretas”. Hoy, ofrecen cocina tradicional catalana, con platos como peus de porc, canelones, patata enmascarada y escudella, que sale incluso en verano.
A la pregunta de cómo es gestionar un restaurante en un municipio como Pinós, que no alcanza los trescientos habitantes, Segués responde que tiene su complejidad. “La población más grande está a 25 kilómetros. Pero es un lujo trabajar en un lugar con tanta historia, que no ha sido contaminado con la inmediatez de las grandes ciudades”.