El mejor restaurante del mundo, el milagro del camping gas y la transferencia bancaria

Cero energético 

El barcelonés Disfrutar logró sacar adelante el servicio del mediodía con velas y cocinas minúsculas

El día en que nos dimos cuenta de que sin efectivo no se come ni se compra

El equipo de Disfrutar durante el servicio de ayer, a oscuras

El equipo de Disfrutar durante el servicio de ayer, a oscuras

Disfrutar

Justo entraban ayer los primeros clientes del día, comensales llegados de los lugares más remotos del mundo que habían viajado para comer en el actual mejor restaurante del mundo, el barcelonés Disfrutar, cuando se apagó la luz. El chef Oriol Castro pidió a dos cocineros del equipo que fueran a echar un vistazo a un lado y otro de la calle Villarroel para averiguar si se trataba de un corte de suministro por alguna obra en la calle.

Mientras, el equipo de sala fue acomodando a los comensales en la terraza y ofreciéndoles una copa de cava bajo un sol radiante y con una temperatura primaveral, de lo más agradable. “La compra estaba hecha, muchos habían llegado desde el otro extremo del mundo, y había que atenderlos”, explica el cocinero que en todo el día no logró contactar con sus socios, Eduard Xatruch, que se encontraba en Andalucía para participar en el encuentro solidario The Chefs for Children, y Mateu Casañas, que estaba en Roses, al frente de la oficina en la que gestionan Disfrutar y los restaurantes Compartir de Cadaqués y Barcelona, ambos cerrados, como todos los lunes.

Cazuelas en un camping gas, en el restaurante Disfrutar

Cazuelas en un camping gas, en el restaurante Disfrutar 

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El trío de cocineros, que se resiste a tomar decisiones sin antes consensuarlas, no logró ayer establecer comunicación porque los móviles no funcionaban y fue Oriol Castro quien decidió que tenían que dar el servicio aunque imaginando que en cualquier momento volvería esa electricidad que, todavía pensaban, solo faltaba en el barrio. “Cuando vimos que no se resolvía, pedí a varias personas que fueron por todos los bazares chinos cercanos en busca de bombonas de camping gas, y velas, que pusimos por toda la cocina para poder trabajar“”. 

El trío de cocineros, que se resiste a tomar decisiones sin antes consensuarlas, no logró ayer establecer comunicación

Todos se pusieron en marcha con el objetivo común de sacar el servicio adelante, incluida la diseñadora del Disfrutar, Laura Roig, creadora de algunas de las piezas más singulares de las vajillas o cuberterías del restaurante, que se enfundó una chaquetilla blanca, empezó a distribuir velas y a ayudar en la cocina. “Normalmente trabajo de 9 a 13h pero ayer me quedé porque quería ver la mesa dulce en vivo. La acabamos de renovar y me interesaba mucho ver cómo funcionaba. Por casualidades de la vida, me iba a quedar durante ese servicio y cuando la cosa se complicó me puse la chaquetilla y traté de echar una mano. Al principio no nos enterábamos de la dimensión del apagón y Oriol dijo que empezaríamos con los platos fríos, muy calmado, y que cuando volviera la luz seguiríamos con los calientes. Pero no llegó y fue entonces cuando salimos a por bombonas de camping gas. Todo salió estupendamente y fue una manera distinta de disfrutar del Disfrutar, con la luz de las velas. Fue bonito y a la vez estresante para nosotros. Yo me encargué de poner velas por las escaleras para que nadie tropezase al ir al baño, y de ir reponiéndolas”.

Las velas que se situaron para iluminar la bajada al baño

Las velas que se situaron para iluminar la bajada al baño

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La mesa viva a la que se refiere la diseñadora del Disfrutar, en la planta baja, junto a la cocina de investigación, es una creación de la reconocida diseñadora Merche Alcalá, que permite múltiples juegos con los que sorprender a los comensales, a los que van apareciendo elaboraciones que surgen de la propia mesa, mientras una grabación les va haciendo un relato. “Lo hicimos de viva voz y salió perfecto”, explica Castro.

Todos se pusieron en marcha con el objetivo común de sacar el servicio adelante, incluida la diseñadora del Disfrutar, Laura Roig

Había que repasar el menú que los clientes iban a tomar y que habían reservado antes incluso de que Disfrutar fuera nombrado mejor restaurante del mundo el pasado junio. Castro se planteó qué platos se podían sacar adelante y cuales no. El resultado acabó a favor de los comensales, que comerían una elaboración extra que se añadía a la larga lista de platos del menú degustación. Solo uno, el pan chino relleno de caviar (un clásico de la casa, de lo más goloso), era imposible prepararlo y sería sustituido por el plato de corales; al que se añadiría el plato de los brotes, que se presenta como “reflexión del gusto”.

El equipo trabajando con la luz de las velas

Laura Roig, diseñadora del Disfrutar, ocupándose de las velas

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Uno de los momentos que ayer causó más problemas en los negocio de restauración fue el uso de los datáfonos, que tampoco funcionaban en el mejor restaurante del mundo. La solución fue la confianza. “Les dimos los datos para que pudieran hacer una transferencia bancaria en los próximos días para abonar la cuenta”, explica Castro, quien comenta que fue imposible ofrecer el servicio de la noche y que volcaron todo el esfuerzo en preservar bien refrigerado todo el producto. “Hemos intentado reubicar en los próximos servicios a quienes no pudieron cenar anoche. Siempre queda alguna mesa que tenía hoy el vuelo de regreso, como unos clientes de India, y te da pena no poder acomodarlos, pero la mayoría vendrán a otro servicio”. Si la pandemia les obligó a aguzar la creatividad, “el lunes del gran apagón” volvieron a demostrar que de las dificultades, a veces, surgen buenas ideas. 

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