Un viaje por la gastronomía de Serbia y los vinos de Fruška Gora

Sabores del mundo

La comida de la nación balcánica es una fusión de influencias heredadas que combinan los perfumes de la cocina turca, la estructura especiada de la húngara y la frescura de la griega

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Belgrado, la capital de Serbia

Belgrado, la capital de Serbia

Getty Images

Belgrado, la capital de Serbia, ha sido el escenario de numerosas producciones cinematográficas, desde la reciente biografía de Robbie Williams, Better Man, y La conspiración de noviembre, protagonizada por Pierce Brosnan. Gracias a su arquitectura diversa y paisajes urbanos, la ciudad puede representar de manera convincente distintas ciudades del mundo y épocas históricas. Esta riqueza arquitectónica es reflejo de la compleja y agitada historia del país, moldeada por el dominio de diversos imperios, transformaciones políticas y una significativa etapa de influencia socialista. Sin embargo, si hay un ámbito donde este cruce de culturas se expresa con especial fuerza, es sin duda en su cocina.

La gastronomía serbia es una fusión de sabores heredados de la cocina mediterránea, otomana y centroeuropea. Aquí conviven los perfumes de la cocina turca, la estructura especiada de la húngara y la frescura de la griega, todo adaptado al gusto local, generando una identidad culinaria genuinamente heterogénea y rica.

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Ninguna comida comienza sin un brindis con rakia (rakija), una bebida espirituosa tradicional de los Balcanes similar al brandy. La más común es la slivovitz, elaborada con ciruelas, aunque también se produce a partir de frutas como peras, albaricoques, higos, membrillos y manzanas. Más allá de su potencia (puede superar los 40 grados de alcohol), la rakia es símbolo de hospitalidad y celebración, y suele servirse fría en pequeños vasos antes de cada comida.

Los entrantes serbios suelen estar protagonizados por ensaladas sencillas y sabrosas, como la šopska salata: mezcla de tomate, pepino, pimiento y cebolla, coronada con abundante queso rallado tipo feta (sirene).

Salchichas caseras rellenas de queso con guarnición de manzanas y cebollas en mantequilla

Salchichas caseras rellenas de queso con guarnición de manzanas y cebollas en mantequilla del restaurante de la bodega Deurić en Fruška gora 

Camila Beraldi

Los productos lácteos ocupan un lugar privilegiado en el país. El kajmak, una crema espesa y fermentada, se disfruta untado en pan o acompañando carnes. Entre las rarezas destaca el Pule, un queso hecho con leche de burra y considerado uno de los más caros del mundo. También se elaboran quesos locales como el Miročki, asado y con sabor intenso, y el ya mencionado sirene, fresco y salado.

Muchos platos llevan estos quesos como ingrediente central, como los mlinci, una especie de pasta al horno, de masa fina y crujiente, que se sirve con carnes.

Mlinci con pollo y tres tipos de quesos del restaurante de la bodega Deurić en Fruška gora

Mlinci con pollo y tres tipos de quesos del restaurante de la bodega Deurić en Fruška gora 

Camila Beraldi

La cocina serbia es intensamente cárnica, influenciada por tradiciones rurales de conservación como el ahumado y el curado. Las salchichas y embutidos aparecen en múltiples versiones: algunas picantes, otras suaves, muchas de ellas rellenas, una vez más, con queso. Se suelen servir acompañadas con manzanas al horno o cebolla salteada en mantequilla, en un contraste dulce y graso que realza su sabor.

No faltan tampoco los guisos y platos de cuchara, como el ćevapi (pequeños cilindros de carne picada a la parrilla), el sarma (hojas de col rellenas de carne y arroz) o el pasulj, una contundente sopa de frijoles con panceta o salchicha.

En la mesa dulce, Serbia también muestra su mestizaje: de los otomanos heredó la popular baklava, hojaldrada y empapada en almíbar, mientras que la tradición centroeuropea se refleja en los pasteles de frutas como la tarta de cereza o de manzana. También es común encontrar postres de nueces, higos secos y crema agria.

Tarta de cerezas del restaurante Kalemegdanska terasa en Belgrado

Tarta de cerezas del restaurante Kalemegdanska terasa en Belgrado 

Camila Beraldi

Fruška Gora: el viñedo del emperador 

Al norte de Serbia, en la región de Fruška Gora, se encuentra uno de los tesoros enológicos más antiguos y refinados del país. Fue aquí donde el emperador romano Marco Aurelio Probo plantó las primeras vides en el siglo III. Desde entonces, esta región ha desarrollado una rica tradición vinícola que hoy renace con fuerza gracias a pequeñas bodegas familiares.

En la aldea de Mala Remeta, rodeada de manzanos, fuentes naturales y bosques de tilo y castaño, se alza la moderna bodega Deurić. En sus viñedos a 250 metros de altitud, se cultivan tanto variedades locales —como Morava y Probus— como internacionales: Chardonnay, Merlot, Pinot Noir, Marselan o Gewürztraminer.

Deuric Winery en Fruška gora

Deuric Winery en Fruška gora 

Camila Beraldi

La bodega funciona bajo el principio de gravedad, minimizando el uso de bombas para proteger la integridad de las uvas. Entre sus vinos más distinguidos está la línea Princeps, con espumosos y monovarietales que expresan el carácter del terroir. Destacan también etiquetas como Severna Morava, Probus 276, Urban Rosé y un sorprendente espumoso de Chardonnay bautizado como The Deurić.

En 2021, Deurić fue reconocida internacionalmente con premios en los Decanter World Wine Awards, lo que consolidó su prestigio más allá de las fronteras balcánicas.

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