¿Compartes nevera en tu piso? Podría ser un foco de bacterias sin que lo sepas

Seguridad alimentaria

El tecnólogo alimentario Mario Sánchez explica los riesgos de almacenar alimentos en cocinas compartidas y aconseja cómo organizarlos y manipularlos para evitar contaminaciones

La cocina resiste como el último punto de encuentro en pisos compartidos

Nevera en un piso de alquiler

Nevera en un piso de alquiler

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Una nevera doméstica estándar, de unos 150-200 litros, está diseñada para dar servicio a entre una y tres personas. Los modelos de 250 a 350 litros pueden cubrir las necesidades de tres a cinco usuarios, y los de más de 400 litros suelen estar pensados para familias numerosas de cinco o seis miembros. El problema aparece cuando en un piso compartido de siete u ocho personas se utiliza la misma nevera que en una casa convencional. Según explica Mario Sánchez, tecnólogo alimentario y divulgador en seguridad alimentaria, “al final es mucha gente, más que quizá en una familia, sobre todo, gente que no conocemos”.

El abrir y cerrar excesivo de una nevera afecta a la seguridad de los alimentos. Cada apertura deja entrar aire caliente, lo que compromete la estabilidad de la temperatura y obliga al motor a trabajar más, con el consiguiente aumento del consumo eléctrico y un desgaste más rápido del electrodoméstico. A esto se suma el riesgo de que carnes, pescados, lácteos y productos frescos se deterioren antes de tiempo.

Sobras almacenadas en tuppers

Sobras almacenadas en tuppers

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Más allá de lo técnico, el problema es de convivencia e higiene. “Hay una incertidumbre porque no sabemos realmente quién está tocando nuestra comida y quién no. Y eso es un poquito más delicado que en otras circunstancias”, advierte Sánchez. Aunque cada persona ocupe su balda, los alimentos no están aislados. Un producto en mal estado puede afectar al resto. “Si hablamos de un moho, por ejemplo, que se transmite por esporas por el aire o por contacto, podría echar a perder nuestra comida. Y no hablamos ya de olores fuertes, como el del pescado, que se impregnan con facilidad”.

Contaminación

Aunque cada persona ocupe su balda los alimentos no están aislados, un producto en mal estado puede afectar al resto

Los alimentos crudos son especialmente sensibles. La carne, el pescado y los huevos concentran los mayores riesgos. En el caso de estos últimos, recuerda Sánchez, “la cáscara ya es un material contaminado de por sí, y no se puede lavar porque es porosa. Si manipulamos un huevo y luego tocamos otros alimentos, ahí tenemos el riesgo de la contaminación cruzada”.

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Existen, sin embargo, estrategias sencillas para reducir peligros. El uso de recipientes herméticos o bolsas individuales es clave. “Cuanto más cerrado esté el alimento del entorno, mejor. Se evitan malos olores, enranciamiento y contacto con el oxígeno, que favorece el crecimiento bacteriano”, explica el experto.

Mantener la temperatura lo más cerca posible de los cuatro grados también resulta esencial, ya que en pisos de alquiler no suele haber neveras de alta gama y estas sufren más con la sobrecarga y el continuo abrir y cerrar. Conviene además organizar el interior de manera que los productos de uso más frecuente estén a mano para no prolongar el tiempo de apertura, y separar o etiquetar los alimentos para reducir la manipulación innecesaria.

Nevera

Nevera en un piso de alquiler 

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La limpieza es otra de las claves. Una nevera compartida debería limpiarse a fondo al menos una vez al mes, lo que implica sacar todos los productos, lavar las baldas con agua y jabón y después desinfectar con lejía diluida. “No basta con pasar un trapo mientras hay comida dentro, porque podemos contaminar con los químicos los alimentos y en realidad no estamos desinfectando”, recuerda Sánchez. Entre limpieza y limpieza, resulta recomendable dar repasos semanales o coincidiendo con la compra, retirando lo que ya no sirva y dejando espacio libre.

La solución ideal cuando conviven muchas personas sería contar con una nevera de mayor capacidad, de 400 litros o más, o incluso instalar varios frigoríficos más pequeños para repartir el uso. En algunos casos, se opta por mini-frigoríficos personales para ciertos inquilinos, lo que reduce los riesgos y evita disputas.

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