La gastronomía, para algunos, no solamente se ocupa de qué comemos, sino de cómo lo hacemos, con quién, dónde y con qué. Las vajillas, copas, cuberterías, manteles y servilletas forman parte de este mundo al ser útiles fundamentales para el consumo de muchas comidas y bebidas. Algunos de ellos son fruto de una artesanía que, lamentablemente, tiende a desaparecer, como las cucharas de Tortellà, hoy en restaurantes como Les Cols, donde se dispone para degustar el plato El caviar de La Garrotxa, a base de fesols de Santa Pau, guisados con pies de cerdo.
Tal y como sucede con ingredientes nobles, las cucharas de Tortellà tienen un topónimo que las identifica, como también los famosos cuchillos autóctonos Pallarès-Solsona o de Taramundi. Originarias de este pueblo de La Garrotxa de 828 habitantes, las cucharas de madera de boj tomaron protagonismo entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Si bien la industria textil había predominado en la zona hasta entonces, su declive sacudió la economía de la zona y la población se volcó en la extracción y elaboración de los recursos forestales, entre otros. En Tortellà, la dedicación a la talla de madera de boj para fabricar cucharas fue de tal volumen que el pueblo era conocido como el de los cuchareros, ya que hubo hasta 17 empresas que empleaban a 220 trabajadores.

Cucharas den madera de olivo _ Justa la Fusta
Fue Joan Illa Mola, a su llegada a Tortellà en 1762, quien empezó un negocio de fabricación de cucharas y demás útiles de cocina en madera de boj y de haya. Su saber hacer le convirtió en maestro de una estirpe de cuchareros que hoy sobrevive en una sola persona, el artesano Ferran Fontàs. Lamentablemente, Fontàs vio amenazado su futuro a causa de la mariposa del boj, una plaga que en su estado de oruga roen hojas y tronco de los árboles hasta diezmarlos por completo. Ya ha afectado 180 mil hectáreas de boj catalán, esto es, un 33% de los árboles que crecen en el territorio.
Fue Joan Illa Mola, a su llegada a Tortellà en 1762, quien empezó un negocio de fabricación de cucharas y demás útiles de cocina en madera de boj y de haya
Peligrando la materia prima de las cucharas también peligraba la continuidad de la artesanía y de las cucharas (una continuidad que, en Inglaterra, Eric Rogers ha querido hacer perdurar con la edición del breve manual Making Traditional English Wooden Eating Spoons, (Woodland Craft Supplies, 1997). La alternativa natural para no perder este Oficio Singular, tal y como lo catalogó la Generalitat de Catalunya en 2011, era la de empezar a trabajar otra madera. Eso pensó Guillem Pararols, director gerente de Justa la Fusta, distribuidora de objetos artesanos de madera que adquirió el taller de Fontàs, Artesanía Fontàs, proveedor de su empresa desde hace más de 60 años.

Cucharas den madera de olivo _ Justa la Fusta
La historia de Pararols también está ligada a las cucharas y a Tortellà. Sus abuelos, Salvador Pararols y Josefina Juanola, fundador de la empresa en 1963 y original de Navata, pueblo fronterizo entre l’Empordà y La Garrotxa, empezó vendiendo cucharas de madera fabricadas por él mismo por mercados ambulantes de la Costa Brava. Cuando la demanda superó la producción, recurrió a Tortellà para abastecerse de madera, y así entró en contacto con Artesania Fontàs.
La historia de Pararols también está ligada a las cucharas y a Tortellà
Pararols explica que el cambio a olivo era lógico: “ya trabajábamos con productos en madera de olivo con unos proveedores de Mallorca que, justamente, se encontraban en ciernes de jubilarse cuando la mariposa del boj empezó a hacer estragos y Fontàs valoró cerrar su taller”. Pararols compró a Fontàs para evitar quedarse sin suministro, pero por mucho más: “nos estaba pasando el tren por delante y no dudamos en subirnos porque sentimos la responsabilidad de mantener una artesanía de calidad en activo”.
Para Fontàs, lo mejor de hacer cucharas es, precisamente, el trabajo artesanal de cada pieza. “De pequeño ya veía a mi padre y a mi abuelo trabajando las cucharas, y me enganchó”. Dice que lo peor no tiene nada que ver con el trabajo: “hay personas que no valoran la artesanía y compara nuestros artículos con otros de bajo precio y menos calidad, que no tienen nada que ver con lo que nosotros hacemos”.

Cucharas den madera de olivo _ Justa la Fusta
El gerente de Justa la Fusta explica que además de cucharas variadas, desde una cuchara de cóctel hasta la cuchara para remover delicadamente las legumbres para evitar que se rompa su piel, pasando por la cuchara de mesa o la estilizada cuchara alemana, con un precio de venta al público de entre 6 y 12 euros, según tamaño. También fabrican otros utensilios de cocina, como palas, tenedores, tablas de cortar, morteros y exprimidores, todos consultables en su catálogo, destinado a tiendas de menaje y souvenirs de calidad.
Para Fontàs, lo mejor de hacer cucharas es, precisamente, el trabajo artesanal de cada pieza
“Es un producto artesano, de los únicos que quedan en todo el Estado, con una calidad muy alta de esta madera mediterránea con un veteado tan bonito, muy apreciado por los turistas italianos, franceses y alemanes”, dice Pararols. Destaca el olvido del comercio local por parte de las instituciones durante más de dos década, y que la elaboración artesana sigue siendo lenta y que no han cambiado el proceso productivo de Fontàs, que consideran único, por lo que nunca podrán soñar con hacer un gran volumen, pero sí una gran calidad.
Moisés Rodríguez Cantón, director del Consorcio de Comercio, Artesanía y Moda (CCAM) de la Generalitat de Catalunya, afirma que asegurar el futuro de oficios como el de los cuchareros de Tortellà es importante “porque forman parte del patrimonio inmaterial y de la identidad de la cultura catalana. La artesanía es riqueza identitaria de país que no solamente conserva la memoria colectiva y el talento de un territorio, sino que también genera actividad económica local, favorece el relevo generacional y promueve valores como la sostenibilidad, la proximidad y la innovación aplicada a la tradición”.
Con esa finalidad, se impulsó el proyecto Oficis Singulars, entre los que se cuenta el de los cuchareros de Tortellà, y el Consorci partició en el décimo aniversario de All Those Food Market (2024) con la instalación Danza Eterna “que ponía en diálogo la alta artesanía catalana con los alimentos con tal de potenciar la presencia de útiles, vajilla y objetos artesanos en espacios gastronómicos de vanguardia”. Moisés señala que la Ruta 8, parte de las Rutas Artesanas de Catalunya, recorre distintos centros artesanos y museos de la provincia de Girona, relacionados con la cerámica y la alfarería, y también las cucharas de Tortellà.
Con voluntad de internacionalización, el CCAM colabora con el programa European Young Chef Award, una competición donde participan las regiones europeas que son o serán designadas como Regiones Europeas de la Gastronomía, para las que facilita útiles y vajilla elaborados por artesanos catalanes “con el objetivo de aportar un valor añadido y para dar visibilidad a la calidad y creatividad de nuestra artesanía aplicada a la cocina”.