Las luces se atenuaron y una música de expectación acalló el murmullo del público. Llegaba el momento más esperado de la gala de los premios Comer La Vanguardia: el último reconocimiento de la noche, reservado para un hombre especial de una forma muy especial. Un enorme huevo de madera avanzó por el pasillo del auditorio. De su interior emergieron primero unos ojos curiosos y luego unas manos que sostuvieron el galardón destinado al chef Andoni Luis Aduriz.
Sobran las razones para premiar al cocinero del mundialmente reconocido Mugaritz, pero anoche la motivación fue clara: “Porque se necesitan espíritus rebeldes como el suyo, personas inconformistas, curiosas y dispuestas a afrontar el miedo a la incomprensión cuando se transitan caminos desconocidos”, proclamó Jordi Juan, director de La Vanguardia, al entregarle el galardón junto a Ferran Adrià. Porque en la cocina de Andoni se cocinan preguntas, se alimenta la curiosidad y se da voz a quienes no callan ante las injusticias del mundo.
Cocineros presentes en la gala de los premios 'Comer La Vanguardia'
Visiblemente emocionado, Aduriz tomó la palabra: “Estoy sobrepasado, pero quiero que os quedéis con dos ideas. Quiero que sepáis que sois una parte importantísima de mi vida. Algunos de los episodios que han marcado mi forma de ver, amar y comprender la vida han pasado aquí, en Catalunya. Puedo decir que jugué en el Barça. Tuve la fortuna de estar en el momento adecuado, y eso me cambió la vida”, dijo ante un auditorio que reunía a figuras como Joan Roca, Lluc Crusellas, Paco Pérez, Carles Gaig y Carme Ruscalleda, entre muchos otros.
El cocinero cerró su discurso dedicando el premio “a los que no están invitados a la mesa, a los que no salen en la foto de los ganadores a cualquier precio, y a los ignorados, descartados y señalados, que con su silencio componen la melodía del mundo”.
Fue la segunda vez en la noche que Aduriz subió al escenario. Antes, había sido él quien entregó el otro premio especial de la velada al artista gazatí Ahmed Muhanna, conocido por plasmar en sus obras el horror de la hambruna y el genocidio en Gaza, utilizando como lienzo las cajas de ayuda humanitaria -hasta que dejaron de llegar-. Ante la imposibilidad de asistir, el artista agradeció el reconocimiento a través de un video facilitado por el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas.
No fue casual que Aduriz fuera el encargado de entregar aquel premio. “Sabemos que eres una de las voces que más se ha pronunciado contra el genocidio”, explicó la periodista Cristina Jolonch, presentadora de la gala. El chef, activo en la iniciativa Fogones por Gaza, ha declarado: “La vida, sea de una persona o de un millón, debe ser respetada siempre”. Y anoche añadió: “Solo espero que la próxima vez que en nuestras vidas vuelva a cruzarse un genocidio, no nos quedemos callados”.
Antes de que se apagaran definitivamente las luces de la gala, Ferran Adrià pidió la palabra. Con emoción y admiración, resumió lo que muchos pensaban en la sala: “Nadie sabe quién es exactamente Andoni, porque nadie está en la cabeza de Andoni”. Y añadió: “En el mundo hay ocho millones de restaurantes, y en cada generación hay algunos que luchan por romper barreras. Esto es durísimo, y nadie se imagina cuánto”.
Adrià cerró su intervención subrayando la trascendencia del reconocimiento a este cocinero en particular: “Este premio es importantísimo. Si en los próximos años no hay Andonis, todo esto se para”.
La entrega del galardón a Aduriz fue, como él mismo, sorprendente. La compañía teatral La Fura dels Baus, con la que el chef ha colaborado en numerosos proyectos, ideó la puesta en escena del misterioso huevo de madera. Un gesto de complicidad artística que desató los aplausos y que dejó entrever que algo más se está gestando entre ambos: nuevas experiencias que podrían llegar a causar “desmayos” entre sus comensales. Con Aduriz, nada se descarta.

