Como “un hito para la historia del Grupo Roda y para la arquitectura enológica contemporánea” se ha inaugurado su nueva bodega ribereña. Se afirma que “arquitectura, territorio y vino se funden en una expresión única”. Bodegas La Horra acaba de inaugurar sus nuevas instalaciones, proyectadas por el estudio de la catalana Carme Pinós, Premio Nacional de Arquitectura 2021. Bodegas La Horra nació hace 15 años con el objetivo de elaborar vinos que reflejaran el paisaje de la Ribera del Duero burgalesa. Quieren ser el claro reflejo de su zona, de las añadas y del paisaje, trasladando a sus vinos “frescura y complejidad”.
La nueva bodega, situada en un bello montículo a 850 metros sobre el nivel del mar y construida bajo criterios de sostenibilidad, supone ya la tercera y definitiva fase de su desarrollo. Carme Pinós manifiesta que “hemos buscado la calidez con materiales de kilómetro cero”. En declaraciones al canal Comer de La Vanguardia reconoce que quedó “absolutamente impresionada” con el paisaje donde se ha construido la bodega. Tuvo presente desde un primer momento que “la bodega no podía imponerse al paisaje, la bodega es el paisaje, es el territorio”.

Carme Pinós en la entrada a la nueva bodega
El presidente del Grupo Roda, Mario Rotllant Solà, asegura que “tenemos un gran compromiso con la calidad en unos proyectos en Rioja y Ribera del Duero con crecimiento autolimitado”. Y señala que “buscamos la excelencia en cada uno de nuestros pasos”. Para Mario Rotllant, la bodega que ha diseñado su amiga Carme Pinós es “una máquina perfecta para hacer vino de alta calidad”. Han querido unir gastronomía y arquitectura, que dice que “van muy unidos”.
Su objetivo final es, como afirma su director general, Agustín Santolaya, “intentar que se beba de una forma más transparente el paisaje de Ribera del Duero”. Dice que escogieron este paraje de La Horra por ser “un espacio mágico”. Su hija María Santaloya, ingeniera y enóloga que se ha encargado de llevar el día a día del proyecto de la construcción de la nueva bodega durante los dos últimos años, afirma que han creado unas instalaciones que, técnicamente, “suponen algo que no se había visto en la zona”. Añade que “es la bodega que se merecían nuestros vinos”.

Exterior de las nuevas instalaciones de Bodegas La Horra
La nueva bodega se ha presentado como “una obra sobria y elocuente”. Ha sido excavada parcialmente (30.000 m³) en una ladera orientada al sur. Su integración en el paisaje se basa en el esquema tradicional de las bodegas subterráneas de la Ribera del Duero. En estas bodegas históricas, algunas de las cuales han sido restauradas, se mantenían unas condiciones de temperatura y humedad constantes a lo largo del año y con independencia de la climatología del exterior. La falta de electricidad obligaba a trabajar con la ayuda de velas o candiles.
Se afirma desde el Grupo Roda que han combinado raíces históricas con innovación contemporánea. El edificio, semienterrado, se beneficia de la aerotermia para mantener una temperatura constante sin intervención mecánica.
La nueva bodega se ha presentado como “una obra sobria y elocuente”
La cubierta, en forma de gran teja invertida de hormigón visto, se adapta a las curvas de nivel del terreno y acoge un jardín de plantas autóctonas. Al sur, la bodega se despliega en estratos y rampas que favorecen la vinificación por gravedad y ofrecen “una experiencia espacial fluida tanto para el equipo técnico como para los visitantes”. Desde el estudio de Carme Pinós se manifiesta que “casi se podría decir que el proyecto hace una simbiosis con la tierra”. Queda pendiente completar la jardinería que rodeará a la nueva construcción.

El equipo de Bodegas La Horra con la arquitecta Carme Pinós
Uno de los elementos clave del proyecto es su sistema de ventilación pasiva, inspirado en las zarceras tradicionales: chimeneas verticales que permiten renovar el aire y regular la humedad sin necesidad de maquinaria. Este enfoque, junto a la instalación de energía solar y el uso de materiales sostenibles para la construcción como el viroc (un tipo de panel compuesto elaborado mediante la mezcla de partículas de cemento y madera) y el hormigón encofrado con cañizo, permite reducir al mínimo la huella de carbono.
La nueva bodega se sitúa en la parte norte de la finca, junto a un extenso pinar, y ocupa una superficie de 4.700 m². Las naves existentes, construidas en fases anteriores, funcionan ahora como centro logístico. La inversión total del proyecto ha ascendido a 9,5 millones de euros. El enfoque ecológico y el respeto por el paisaje, afirman, siguen siendo el eje central de Bodegas La Horra, un proyecto nacido de la unión entre Grupo Roda y los viticultores Pedro y Pablo Balbás en 2009. Son viticultores de la zona, vinculados al viñedo desde generaciones, con 40 hectáreas de viñedo viejo y de mediana edad, en los mejores pagos de La Horra y Roa. Siguen las líneas de la viticultura ecológica con certificación.
La nueva bodega es una máquina perfecta para hacer vino de alta calidad
En colaboración con el estudio de Carme Pinós, con sede en la avenida Diagonal de Barcelona, ha trabajado Vértice21 Ingeniería, empresa de Valladolid con una larga experiencia en la prestación de servicios integrales de ingeniería. Está especializada en la industria enológica y agroalimentaria. La construcción ha sido ejecutada por Inexo, una compañía vallisoletana especializada en obras de gran dificultad, de más de 10 años de antigüedad, que opera en el noroeste de España, con proyección de crecimiento sostenido y orientada hacia los sectores logístico, industrial y agroalimentario.

La nueva bodega ha supuesto una inversión de 9,5 millones de euros
En estas nuevas instalaciones se elaboran, crían y embotellan desde la cosecha de 2024 sus vinos tintos Corimbo y el icónico Corimbo I, amparados por la DO Ribera del Duero. También acaban de estrenar 3.000 botellas de un rosado Reserva criado en barrica y 4.150 botellas de un vino conmemorativo con motivo de la inauguración de la bodega (el Corimbo Paraje La Horca 2023). Elaboran en torno a 180.000 botellas anuales, que exportan a 60 países de todo el mundo.
Con la nueva bodega, con la que con la que quieren apostar decididamente por el enoturismo, podrán ampliar la producción hasta las 300.000 botellas. Cuentan con un wine bar y con una tienda, y también ofrecen alquilar sus instalaciones para actos de empresa o particulares.

Sala de elaboración de Bodegas La Horra
En las contraetiquetas de sus vinos se puede leer que “algunas veces el Echinops ritro, cardo que siempre acompaña a los proyectos de Roda, aparece en forma de Corimbo, con las cabezuelas florales al mismo nivel”. Corimbo, el 'racimo de hiedra', es un tipo de inflorescencia abierta y racimosa en la que el eje es corto y los pedicelos de las flores son largos y salen a diferentes alturas del eje. Todas las flores del corimbo abren a un mismo nivel.
Como recuerda Agustín Santolaya, inicialmente quisieron poner también el nombre de La Horra a sus vinos ribereños (La Horra y La Horra I) pero “unos londinenses nos advirtieron que no podíamos denominarlos con un nombre que habla de horror o puta”. Al final optaron por Corimbo, cuyos sinogramas (kanji) utilizados en la escritura del idioma japonés significan el perfume o el aroma del bosque donde hay un monasterio. Agustín Santolaya no tiene dudas de que esta nueva bodega es “un monasterio enológico”. Y apunta también que Corimbo “es muy musical, tiene sonoridad”.

Viejo viñedo en vaso de Bodegas La Horra
La nueva bodega se encuentra entre sus viñedos, en una finca de 25 hectáreas entre viña, pinar y tierra blanca. La mayoritaria es tempranillo, de la que dicen que es una de las mejores variedades del mundo, se acaba de completar con la plantación de garnacha tinta y de la variedad albillo mayor. En 2026 completarán sus plantaciones justo delante de la nueva bodega con el sistema ‘keyline’, con el que persiguen optimizar los recursos hídricos y minimizar los efectos de la pérdida de suelo, ayudando a su regeneración. La viña actual son seis hectáreas. El próximo año plantarán diez más.
La búsqueda de las mejores tierras para el cultivo del tempranillo fuera de La Rioja los llevó a decidirse por elegir el entorno de La Horra por sus viñedos viejos. El mosto de las uvas de sus viñedos fermenta por separado. Son fermentaciones alcohólicas espontáneas con levaduras autóctonas. Adaptan las técnicas de elaboración a la singularidad de cada viñedo. Además, adecuan los tiempos de crianza a las características de cada viña y de cada añada. Evitan el exceso de madera y las sobremaduraciones, y realizan una extracción muy cuidada para favorecer la finura del tanino. Este año ya han vendido más botellas de Corimbo que de Roda.