Un vino para estofados, setas o carnes rojas: este tinto del Priorat es ideal para sobremesas delante de la chimenea

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El Morlanda Vi de Guarda 2018, tinto del Priorat, encaja perfectamente con una sobremesa; marida con varios tipos de carne y se toma mucho mejor en buena compañía 

Este vino marida de maravilla con estofados.

Este vino marida de maravilla con estofados de caza. 

Richard Rudisill

¿Sabes de esos vinos que invitan a una buena sobremesa y que dan pie a largas conversaciones? El Morlanda Vi de Guarda 2018 encaja perfectamente con esta definición. Y, además, proviene de una de las zonas más emblemáticas del panorama vinícola nacional: el Priorat, una joya indiscutible del vino español, que durante décadas fue una tierra olvidada, pero que actualmente es sinónimo de excelencia y prestigio.  

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Lo cierto es que este tinto refleja la zona con honestidad y evoca a la calma, por lo que no casa bien con la acumulación de platos ni con los planes a toda prisa. Por eso casa de maravilla con un solo plato principal, de esos que invitan a tomar en compañía, como el cordero al horno, una carne roja a la brasa o estofados de caza. También acompaña bien platos con setas o reducciones balsámicas, y siempre servido con cierta frescura (entre 16 y 18 °C). Ciertamente, es un vino que se toma mejor con la gente adecuada.

Además, también apuesta por la naturalidad y la esencia, y se percibe en sus origenes. Lo elabora Viticultors del Priorat, nacida en 1997 en Bellmunt del Priorat, y la bodega lleva años defendiendo una forma de trabajar la tierra más respetuosa: agricultura ecológica, prácticas sostenibles y hasta el uso de probióticos para cuidar el viñedo. 

Su elaboración, de hecho, también remite a esa idea de identidad. Morlanda combina Garnacha y Cariñena, las dos uvas más clásicas de la zona, que aquí se expresan con equilibrio: fruta madura, un toque floral y un fondo ligeramente ahumado y tostado. Es intenso y elegante, un vino que llena la boca sin saturar.

Y si bien es cierto que el Priorat suele tener fama de intenso, incluso algo serio, este vino demuestra que puede ser igual de profundo sin perder la espontaneidad.  Y es que en cada copa se percibe esa mezcla de potencia y equilibrio que solo dan las viñas viejas, un trabajo paciente y la posibilidad de compartirlo.

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