La libertad de trabajar desde cualquier lugar suena ideal: una mesa junto a la ventana, el portátil abierto y un café caliente al lado. Sin oficinas ruidosas con compañeros pesados y sin atascos interminables para llegar hasta allí.
Pero lo que parece perfecto en teoría no siempre lo es en la práctica, sobre todo cuando el espacio de trabajo no es propio, sino de un negocio que también tiene que cuadrar cuentas. Y ahí es donde comienzan los problemas.
Dilema de los locales
Cuando una cafetería se vuelve oficina
La historia la publicó la cuenta Soy Camarero y generó un buen debate. Una clienta se sentó en un local, pidió un café con leche y sacó su ordenador. Hasta ahí, nada fuera de lo normal. Sin embargo, el tiempo pasó, y la comanda no creció: solo un café con leche de 2,20 euros, con un extra de leche que subió 1,50 más. Lo llamativo vino al final, cuando el ticket incluyó un cargo adicional de 5 euros por el uso del enchufe y el wifi.
Las reacciones en redes sociales fueron inmediatas. Algunos usuarios defendieron la medida argumentando que los negocios deben proteger su rentabilidad. “Me parece bien. De hecho, creo que los establecimientos que dispongan de lugares cómodos y agradables para trabajar deberían indicarlo en carta y carteles: se ofrece servicio de oficina a X€/hora”, comentaba un usuario.
La idea de que un negocio pueda cobrar por estos servicios no resulta descabellada, pero el problema surge cuando no está especificado claramente en el local. “Imagino que para cobrarle eso debe estar señalado y bien claro en un cartel visible al público, de lo contrario no se le puede cobrar”, advertía otro comentario. Otro se mostró comprensivo hasta cierto punto: “Si está 10 minutos, no le cobro nada; si se tira dos horas con un café con leche, yo le pongo hasta gasto de alquiler”.
Por otro lado, hay quienes piensan que si un establecimiento quiere evitar que la gente se instale a trabajar, la solución es más sencilla: “Si no quieres que se te instale gente a conectar el ordenador y tirar del wifi, lo más fácil es no poner enchufes ni wifi. Es una solución simple y eficaz que usan en algunos locales”. Esta práctica ya se implementa en ciertos cafés donde la señal de internet es inexistente o el número de enchufes es mínimo para desalentar largas estancias con bajo consumo.