La alimentación es un mundo lleno de curiosidades, misterios, descubrimientos y, sobre todo, platos deliciosos. Cada cultura tiene una forma distinta de comer, usando distintos ingredientes y métodos de elaboración. Sin embargo, algunos de ellos podrían comportar algún que otro problema a la hora de consumirlas. Una de las grandes cuestiones está vinculada al azúcar, muy presente en el supermercado pero con efectos perjudiciales.
La cuestión se ha tratado en el podcast Gominolas de Petróleo, presentado por el divulgador y profesor Miguel A. Lurueña, especializado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos. Su invitada ha sido la dietista y nutricionista Lidia Folgar, quien ha destacado un problema a nivel nutricional y de concienciación entre las familias. La principal preocupación es el exceso de perfección que se busca en un entorno poco ideal.
“Ese es un tema que me tiene muy preocupada porque, de hecho, es uno de los motivos de consulta de nutrición pediátrica más habitual que recibo, de pues, por ejemplo ‘mi hijo, mi hija, noto que ya tiene comportamientos alterados con la comida”, del estilo de, pues si va a un cumpleaños, en lugar de dedicarse a jugar, se queda en la mesa donde está la comida, mirando de reojo cómo solicitando aprobación”, detallaba, describiendo también comidas con ansiedad.
“Me preocupa porque este tipo de comportamientos no provienen de familias desinformadas, sino todo lo contrario: vienen de familias excesivamente concienciadas y preocupadas por los hábitos de su familia y que quieran hacerlo lo mejor posible. Entonces, ¿qué pasa? Cuando pretendemos conseguir una alimentación ideal, “perfecta”, si es que existe la perfección alimentaria en un entorno que no es perfecto y que está muy lejos de serlo a nivel nutricional, claro, aquí tenemos un problema”, detallaba.
Lata de refresco llena de azúcar
Rebajar las tensiones
“O mantenemos esos hábitos desde la rigidez, y ahí estamos hablando de una probablemente relación alterada con la comida, o vamos a tener que entender que hay cosas que se escapan a nuestro control, aunque no nos gustaría”, insistía, explicando que a partir de ese punto empiezan las prohibiciones y los pensamientos erráticos relacionados con el miedo, sintiéndose uno mal padre o mala madre por ello.
“Me estoy encontrando mucho con este problema, y fíjate en que soy nutricionista, soy la primera interesada en que la infancia tenga la mejor alimentación posible, pero hay que entender que las decisiones que más impactarían en la mejora de hábitos alimentarios vienen desde mucho más arriba, no son las decisiones individuales”, sentenciaba.


