Nunes Real: la mejor marisquería de Lisboa

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Este auténtico templo de la capital portuguesa ofrece producto excelso, elegancia escénica, una bodega bien pertrechada y servicio a la altura

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Nunes Real Marisqueira

Hace tres años, Nunes Real Marisqueira terminó su mudanza, en la misma calle del local fundacional, a un espacio con un amplísimo comedor art déco casi palaciego

Gonçalo F. Santos

Portugal es, ante todo, un país trazado por el mar: más de 800 kilómetros de litoral continental, sin contar la isla de Madeira y el archipiélago de las Azores. Por geografía, historia y tradición marinera, se trata de una nación devota del marisco y el pescado, que cuenta con puertos importantes como Leixões (Oporto), Sines, Aveiro, Peniche, Setúbal o Viana do Castelo. De norte a sur, la costa lusitana alberga escaparates tan irresistibles como el Mercado de Olhão –cerca de Faro– o el Mercado do Livramento en Setúbal, por no hablar de comedores de referencia para ictiófagos impenitentes como quien esto suscribe, tales como O Gaveto (Matosinhos), Marinhas (Aveiro), Toninho (Setúbal), Adraga (Colares), Porto Santa Maria (Guincho), Gigi (Sagres)...

En Lisboa, capital de moda a este lado de Europa con amplia tradición de redes y muelles, el circuito de establecimientos con el marisco y el peixe como santo y seña es amplio y para todos los gustos y bolsillos. A su paso por aquí, el añorado Anthony Bourdain se quedó prendado con la Cervejaria Ramiro, la frescura de sus productos y sus precios imbatibles. Consecuencia: ahora hay que darse de codazos con manadas de foodies foráneos en la acera de la Avenida del Almirante Reis para acceder a una mesa sin reserva. Consejo para gastronómadas astutos: a dos pasos de allí, se halla A Marisqueira do Lis, un local menos mediático que ofrece una fórmula similar para gourmets locales iniciados.

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Y hay muchas otras direcciones fiables, desde el Mercado de Peixe de Ajuda –eviten ir en fin de semana– hasta la Associacao Regional de Vela do Centro en la Doca de Belem, pasando por O Palácio, Pinóquio o el glamouroso ÀCosta by Olivier. Pero si hay un auténtico templo lisboeta de los más nobles bichos marinos, que suma producto excelso, elegancia escénica, bodega bien pertrechada y un servicio a la altura, ese es Nunes Real Marisqueira.

Hace ahora tres años, Nunes –como le dicen los parroquianos– terminó su mudanza, en la misma calle del local fundacional, a un espacio que bien podría haber sido un decorado cinematográfico para una oda al Atlántico: amplísimo comedor art déco casi palaciego donde cada centímetro respira sofisticación. El traslado supuso un incremento monumental: de doscientos metros cuadrados a casi mil. Todo lo que hoy deslumbra —y deslumbra mucho— tiene un origen reciente: un proyecto diseñado desde 2017 por Miguel y Vanda Nunes, que canalizaron esa pasión por el interiorismo de entreguerras para materializar una brasserie marinera sin precedentes en la capital portuguesa.

Sala de Nunes Real Marisqueira

Miguel y Vanda Nunes canalizaron esa pasión por el interiorismo de entreguerras para materializar una brasserie marinera sin precedentes en la capital portuguesa

Gonçalo F. Santos
El comedor de Nunes Real Marisqueira

Comedor de Nunes Real Marisqueira

Gonçalo F. Santos

El resultado es, sencillamente, impactante. Al entrar, el comensal no espera encontrar seis metros de mármol, frisos náuticos en tonos dorado y azul, vidrieras coloristas y una estatua de Neptuno brindando desde una pared. El verdadero protagonista, no obstante, es el enorme acuario de nueve metros de longitud, una pieza imponente que costó la nada despreciable cifra de cuatro millones y medio de euros. Esa piscina colosal acapara todas las miradas de la clientela con langostas y centollos que se mueven como reyes encerrados, a la espera de ser atrapados con una red de pesca telescópica por un comis subido a una escalera y enviados a la cocina donde les espera una cacerola vaporosa.

El suelo de la sala principal, con el ambiente evocador de un trasatlántico de los 50, es un inmenso terrazo policromado de cincuenta y dos colores. Hay también un salón VIP, un bar con estética retro-futurista, una cocina semiabierta donde el personal trabaja con precisión quirúrgica y, en otra ala, un patio estival que añade 50 plazas extra para los meses templados. Todo dispuesto para que el espectáculo continúe sin importar la estación y con cocina non stop desde las 12.30 hasta la medianoche.

Marisco

Por geografía, historia y tradición marinera, Portugal es una nación devota del marisco y el pescado

Cedida por el restaurante

En este ambiente suntuoso, el servicio sobresale por su organización prusiana, diligencia y amabilidad. El sumiller, Gabriel Duarte, orquesta una selección de vinos como no hay otra en ningún templo marinero de los alrededores –a excepción quizá de Adraga–, con más de 400 referencias, recorriendo las regiones vinícolas de Portugal (Miño, Douro, Tejo, Alentejo, Bairrada, Lisboa) con paradas estratégicas en espumosos, licorosos y champagnes y precios más que razonables cuando uno permite al anfitrión que le descubra un espumoso blanc de noirs de uva baga de Bairrada o un blanco salino bien seco de las Azores o de Madeira. Duarte entiende que el vino y el marisco comparten un pacto ancestral: frescura, sal y mineralidad.

En la cocina, el jefe que hoy domina esa orquesta marina es el tramontano Manuel Bóia, quien aporta raíces del norte de Portugal, técnica precisa y pasión por la materia prima. Bajo su mando, la oferta culinaria de Nunes tiene el objetivo de superar el concepto básico de (excelsa) marisquería para ofrecer una cocina marinera original y actual. Pero, claro, la tentación de honrar los productos top en las más simples preparaciones siempre le tira a uno.

La Bodega

La selección de vinos cuenta con más de 400 referencias

Cedida por el restaurante
Comida

Aunque Nunes pretende ofrecer una cocinera marinera original, también honra los productos top con preparaciones simples

Cedida por el restaurante

En nuestra reciente visita estival, no pudimos evitar caer en la tentación del crustáceo: gambas blancas hervidas en su punto, camarao tigre al grill, gamba real al ajillo… ¡Carabineros de un tamaño abrumador! Todo ello, antecedido de unas ostras crassostrea que están rebosantes de carne y de yodo.

La carta incluye, además de grandes piezas de mero, rodaballo o lenguado al horno o a la brasa, guisos tentadores como el arroz de garoupa, el curry thai de langosta o la açorda de gambas, así como bocados deluxe para comensales caprichosos como el bikini de salmón con caviar o el hot dog de bogavante, pero con temperaturas veraniegas de auténtico récord para el fin de la estación, decidimos conformarnos con un original cangrejo real a bras y un carnoso cherne con salsa de beurre blanc.

Nunes pescado

Nunes pescado

Cedida por el restaurante

Para otra ocasión dejamos ese bogavante a la vasca —troceado y servido en su propio caparazón con patatas fritas y huevos estrellados— que estaba devorando la mesa de al lado y se ha convertido en un éxito viral a través de Instagram y TikTok. Eso sí, a modo de pre-postre, encargamos el famoso pregado de ternera de Nunes, que es un pepito relleno de una rodaja de solomillo poco hecho, todo jugosidad, sabor y ternura.

En el apartado dulce, el Pudim à Nunes es un fijo inapelable de la casa, que combina una textura suave con un nivel de dulzor bastante controlado. Para comensales sedientos, la bodega atesora igualmente una buena selección de portos y madeiras con la que culminar un ágape así en condiciones.

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Si aún creían que las casas de comidas marineras portuguesas eran populares, ruidosas y sin pedigrí, dense una vuelta por el renovado Nunes y descubran una nueva dimensión de restaurante donde el producto, el decorado y el servicio de alta escuela se funden en una experiencia total.

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