En Barcelona conviven dos tipos de bares: los que se anuncian a golpe de neón y los que ni siquiera parecen un bar. Ya sabrá que, en los segundos, tratar de encontrar la entrada forma parte del ritual. No hay rótulos que la anuncien, ni camareros aguardando en la puerta; solo falsas fachadas, contraseñas y esa excitación de formar parte de un secreto compartido. Aunque, en muchos casos, este sea ya un secreto a voces.
El último en sumarse a este juego de confusión y falsa clandestinidad es Stravinsky’s Parfumerie (Brosolí, 7), la nueva fantasía del Grup Confiteria, que amplía el universo iniciado por Dr. Stravinsky (Mirallers, 5). Este se esconde tras un pequeño museo que recrea la vida del mítico Grigory Stravinsky, un personaje ficticio que fue primo del compositor ruso Igor Stravinsky. Tras vivir en París y codearse con Picasso, Coco Chanel o Baudelaire, Grigory habría recalado en Barcelona para abrir su propia perfumería. Esa historia –a caballo entre la fábula y la realidad, ya que muchos de los objetos que se recogen en el museo coinciden con el momento histórico- se convierte en escenografía del nuevo speakeasy, que nos transporta a una perfumería de la Barcelona de mediados del siglo XX. Solo los socios pueden acceder a esta trastienda donde el barman César Montilla, también al frente de Dr. Stravinsky, despliega dieciséis cócteles con hasta cuarenta y ocho variaciones gracias a perfumes comestibles diseñados en exclusiva. Cítricos, florales, especiados o ahumados... Cada trago es una pieza sensorial más cercana al arte olfativo que a la coctelería convencional.
La sala de Bobby's Free
Un poco más arriba, en el número 85 de Pau Claris, Bobby’s Free sigue siendo la barbería más famosa de Barcelona, aunque nadie se corte el pelo allí. Desde fuera parece un salón clásico con sillones de cuero y espejos antiguos, pero tras la pared del fondo se esconde un bar íntimo al que solo se accede con contraseña. La clave cambia cada mes, aunque el ritual siempre es el mismo: hay que decir la palabra mágica, cruzar el espejo y dejar que la energía del lugar haga el resto. Dentro, el ambiente se mueve entre el art déco y la Nueva York de la Ley Seca, con cócteles precisos y un servicio impecable.
Bobby’s Free sigue siendo la barbería más famosa de Barcelona, aunque nadie se corte el pelo allí
Reinterpreta un espíritu similar, aunque con otra mirada, el nuevo The Circle (Ample, 31) en el Gòtic. Tras lo que parece una cámara acorazada, situada en la entrada del hotel Experia, se abre un espacio con sillones de terciopelo y muebles curvilíneos, donde la barra -dirigida solo por mujeres- brilla como un escenario circular. La propuesta líquida la firma la bartender Raiza Carrera, quien lidera un equipo que combina técnica y sensibilidad en cócteles de trazo limpio.
La sala del nuevo The Circle, en el Gòtic
Entre los veteranos del engaño, no podemos dejar de citar a Paradiso y Monk. Escondiendo tras la nevera de pastrami más fotografiada del planeta, el primero (Rera Palau, 4) lideró el ránking de los mejores bares del mundo en 2022. Aunque el atrezzo ya no sorprenda tanto como lo hacía antaño, merece la pena volver una y otra vez por el espectáculo líquido que el barman Giacomo Giannotti renueva cada temporada. Le sigue la estela, oculto tras el cartel de un supermercado 24 horas del Born, Monk (Abaixadors, 10); o el nuevo Focacha (Tuset, 17), que también propone una doble vida: bar de noche, foccacheria de día. Tras el mostrador, una puerta escondida conduce a una sala retrofuturista de luz anaranjada que nos traslada a la Barcelona de la Gauche Divine.
El nuevo Focacha también propone una doble vida: bar de noche, foccacheria de día
Los amantes de lo clásico no pueden dejar de visitar el Speakeasy Dry Martini (Aribau, 162), el decano de todos los speakeasy de la ciudad. Discreto,, escondido en un almacén, , casi tres décadas después de que Javier de las Muelas concibiera su apertura, no pasa de moda, ya que sigue siendo un santuario donde cada movimiento en la sala forma parte de una liturgia.
Javier de Las Muelas en Dry Martini
El contrapunto ‘underground’ lo pone Káktos Botanical Society (Comte Borrell, 147), un club botánico que mezcla naturaleza, diseño y misterio. No hay contraseñas para entrar, pero sí una discreta membresía gratuita que permite cruzar un alocado pasillo rosa y adentrarse en un espacio que cuenta con un fantástico jardín vertical en su interior. En su barra, los cócteles se preparan con hierbas, flores y notas cítricas. Recuerde que aunque a algunas horas este bar parezca un oasis urbano en el acelerado barrio del Eixample, hay noches en las que también se agita.
La cara más festiva la firman locales como The Supermercat, con dos direcciones, o el histórico Pipa Club
La cara más festiva de la “clandestinidad” la firman The Supermercat y el histórico Pipa Club. El primero, escondido tras estanterías de víveres en dos direcciones (Ample, 32 y Joaquin Costa, 12), propone un ambiente ligado a la música electrónica con dj sets de primer nivel y cócteles sencillos. Su fachada de supermercado es solo el preámbulo de una noche enérgica que acaba siempre más tarde de lo previsto.
Pipa Club es todo lo contrario. Mucho más discreto y cálido, es ya un pedacito de historia de la noche barcelonesa. Ubicado en un piso de la Plaça Real, fue durante décadas un refugio de fumadores de pipa y artistas. Hoy, aunque no se permite fumar, conserva ese aire de salón antiguo con sofás gastados, lámparas bajas y música en directo.

