Reservados de alta cocina

Para pequeños grupos

Algunas de las experiencias más exclusivas que se pueden disfrutar en Barcelona en comedores para comidas y cenas en pequeños grupos con el listón muy alto

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RESERVADOS QF Xavier Pellicer

El comedor de Xavier Pellicer con su cocina independiente, donde se puede disfrutar del mismo menú degustación del restaurante

Restaurante Xavier Pellicer

Pensar en alta cocina y en comidas o cenas en grupo parecen ideas antagónicas. Pero muchos de los grandes restaurantes de la ciudad disponen de una o más mesas que quedan un poco apartadas del resto para acoger a unos cuantos comensales que quieren pasarlo bien juntos sin renunciar a una propuesta gastronómica exquisita. En algunos casos esos reservados cuentan con una oferta distinta que es, precisamente, la más exclusiva que pueden ofrecer. Como ejemplos, la Mesa Viva, como llaman en el Disfrutar (Villarroel, 163) a la que tienen en la planta baja del restaurante, junto a su cocina de I+D. Se trata de una creación de la diseñadora Merche Alcalá, pensada para desarrollar distintas ideas creativas, y que Eduard Xatruch, Mateu Casañas y Oriol Castro utilizan para “darle vida” con ingredientes y elaboraciones con las que sorprenden a los afortunados comensales que consiguen reservarla.

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El espacio para el viaje gastronómico Il Milione, en Lasarte 

CARLOS ALLENDE MELICH / Otras Fuentes

En otro de los restaurantes triestrellados de la capital catalana, el Lasarte del Monument Hotel (paseo de Gràcia, 75), Martín Berasategui y Paolo Casagrande decidieron transformar el reservado de lujo, sobre la cocina. Allí ofrecen el más costoso de sus menús, en el que Casagrande propone una experiencia gastronómica inspirada en los viajes de Marco Polo y en su célebre Libro de las maravillas , que también era conocido como Il milione . Así se llama esa actuación en la que interviene desde la iluminación a la música, las vajillas creadas para la ocasión y, por supuesto, el recorrido de los vinos, que forma parte de la “exploración”.

Il Milione, en el privado de Lasarte, o la Mesa Viva, en Distrutar, son espacios únicos

Para quienes prefieren degustar el mismo menú que el resto de comensales, pero con la sensación de disponer de un restaurante dentro de un restaurante, con cocina propia y entrada independiente, Xavier Pellicer (Provença, 310) cuenta con un acogedor espacio que empezó con varias mesas y en el que explica que cada vez tienen más demanda de mesa única para un pequeño grupo de invitados. Otros restaurantes, como Cocina Hermanos Torres (Taquígraf Serra, 20), disponen de un comedor acristalado para poder ver el espectáculo de la sala con las tres cocinas centrales a la vista y, en torno a ellas, las mesas. La nave de los gemelos en Les Corts cuenta también con un privado, situado en la puerta contigua al restaurante, para quienes desean alargar la sobremesa y disponer de su cava de puros.

El Enigma (Sepúlveda, 38-40) de Albert Adrià, con una de las propuestas más creativas de la gastronomía mundial, dispone de diversos comedores a un lado de la sala principal, en los que se celebran cenas privadas donde pueden disfrutar del menú ­degustación.

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Mesa Viva del restaurante Disfrutar

Otras Fuentes

El Abac (avda. Tibidabo, 1) de Jordi Cruz ofrece también un comedor privado con capacidad para una veintena de comensales. Y el restaurante biestrellado de Jordi Artal, el Cinc Sentits (Entença, 60), dispone de un espacio que puede adaptarse a grupos de entre 10 y 28 comensales, con una selección de las elaboraciones más exitosas del chef.

Entre los comedores en los que se puede disfrutar en grupo de alta cocina con estrella Michelin, destacan desde el Via Veneto (Ganduxer, 10), cuyos salones privados son ideales para quienes busquen un espacio confortable, tranquilo y ambientados con el lujo clásico que caracteriza la casa de la familia Monje (la que más años lleva con esta distinción en la guía), al Alkimia (ronda de Sant Antoni, 41), de Jordi Vilà, en una casa única del Eixample. También en el hotel Alma (Mallorca, 269) tienen comedores donde se sirve la cocina de producto de temporada (con lo mejor de la huerta navarra) del restaurante de este hotel.

Algunos de los comensales que acuden en grupos pequeños prefieren comer lo más cerca posible de los fogones para contemplar lo que allí sucede. En el caso del Moments (paseo de Gràcia, 38-40) de Raül Balam, la mesa más amplia del comedor se encuentra frente a una gran cristalera que separa este espacio de la cocina y el grupo queda aislado del resto de la sala simplemente corriendo una tupida cortina que les aporta intimidad. Es el mismo sistema que usan quienes eligen el reservado del restaurante Amar (Gran Via de les Corts Catalanes, 668), de Rafa Zafra, a pie de calle del hotel El Palace Barcelona. Se encuentra a la entrada del res­taurante, con vistas –si corren la cor­tina– al que denominan “paseo ­dorado” y a la ­bodega.

En el Caelis (Via Laietana, 49) de Romain Fornell, cuentan también con una sala privada en la que ofrecen comidas y cenas para grupos con el menú del restaurante estrellado y también con el equipamiento necesario para reuniones profesionales.

Otro de los clásicos de la ­ciudad, el Windsor (Còrsega, 286), recientemente reformado, ­cuenta con un espacio versátil con distintos comedores que pueden acoger a diferentes cantidades de comensales, según las necesidades.

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