Arthur C. Brooks, experto de Harvard, analiza la infelicidad en los jóvenes: “Es un vacío que ni la abundancia ni el éxito profesional pueden llenar”

Felicidad 

El profesor advierte del colapso emocional silencioso que afecta a las nuevas generaciones, incluso en las sociedades más ricas y avanzadas.

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Arthur Brooks en el Grand Hyatt Barcelona 

Pau de la Calle / Shooting / Colaboradores

En una era dominada por la hiperconexión, donde las posibilidades tecnológicas y el acceso al bienestar material han alcanzado cotas inéditas, los jóvenes se sienten más solos, perdidos y vacíos que nunca. Así lo advierte Arthur C. Brooks, profesor en la Universidad de Harvard y uno de los expertos más influyentes en el estudio del bienestar humano, al analizar la preocupante caída del florecimiento personal entre los menores de 30 años.

Según el Global Flourishing Study (GFS), un estudio global que ha recogido datos de más de 200.000 personas en 22 países, la infelicidad juvenil no es un fenómeno aislado de Estados Unidos, sino una tendencia mundial. La caída en los niveles de bienestar, salud emocional y sentido vital entre los jóvenes pone en duda la idea de que el progreso y la prosperidad garantizan la felicidad.

Una curva de felicidad desplazada

Durante décadas, los estudios sobre bienestar señalaban que la felicidad seguía una curva en forma de U, descendiendo en la adultez media para repuntar más adelante. Sin embargo, ese patrón ya no se ajusta a las nuevas generaciones. Según Brooks, los jóvenes actuales inician su vida adulta desde un nivel de bienestar muy bajo, lo que elimina cualquier repunte posterior: “Ya no entran al mundo adulto desde la cima, sino desde un llano emocional donde la desesperanza se ha vuelto habitual”.

Arthur C. Brooks, presidente del American Enterprise Institute; catalanófilo

Arthur C. Brooks, presidente del American Enterprise Institute

Propias

Uno de los factores clave es la falta de relaciones humanas significativas. Los datos muestran que quienes tienen amistades sólidas y vínculos profundos presentan mayores niveles de bienestar. Por el contrario, el aislamiento emocional derivado del uso excesivo de pantallas y redes sociales genera una desconexión crónica que ningún like puede suplir.

La secularización y la pérdida de sentido. Otro aspecto que preocupa a Brooks es la creciente secularización de las sociedades ricas. Aunque el abandono de la religión es un fenómeno asociado a la libertad individual, los datos del estudio global confirman que asistir regularmente a servicios religiosos se asocia con un aumento del 8 % en los niveles de bienestar.

Arthur Brooks es un reputado catedrático y profesor de la prestigiosa Hardvard

Arthur Brooks es un reputado catedrático y profesor de la prestigiosa Hardvard

“Cuando se reemplaza el ‘para qué’ por el ‘para tener’, lo que queda es un vacío que ni la abundancia ni el éxito profesional pueden llenar”, afirma Brooks. Este hallazgo cuestiona el relato dominante de que el confort material puede sustituir el sentido de trascendencia. Según el experto, muchas personas jóvenes han dejado de hacerse las preguntas fundamentales sobre el propósito de su existencia.

De hecho, uno de los datos más impactantes del GFS revela que el PIB per cápita se correlaciona negativamente con el sentimiento de propósito vital: cuanto más rica es una sociedad, menor es el porcentaje de personas que sienten que su vida tiene un significado importante.

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Arthur C. Brooks, ensayista

Terceros

Tres claves para recuperar el bienestar

  1. Fomentar las relaciones cara a cara, priorizando el contacto humano sobre la interacción virtual.
  2. Cultivar la vida interior, ya sea a través de la espiritualidad, la filosofía o la reflexión personal.
  3. Comprender que el dinero no da sentido a la vida, y que el propósito no se compra, se construye.

“La felicidad no es solo una emoción pasajera, es un sistema complejo que se alimenta de vínculos, sentido y profundidad”, recuerda Brooks. Su análisis es una llamada de atención para repensar el modelo de vida que se está transmitiendo a las nuevas generaciones y recordar que, en última instancia, el ser humano necesita mucho más que bienes materiales para ser verdaderamente feliz.

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