El veterano actor Miguel Rellán, con más de ocho décadas de vida a sus espaldas y una carrera artística impecable, ha demostrado que la edad nunca es un impedimento para seguir aprendiendo, soñando y creciendo. En el cuarto episodio de Tercer Acto, el videopodcast de Fernando Navarro para El País, el intérprete reflexiona con franqueza y sentido del humor sobre lo que significa vivir de forma plena.
Desde el primer minuto, Rellán contagia vitalidad. A sus casi 82 años, asegura sentirse como si tuviera 17: “Estoy empezando”, confiesa, reafirmando que sigue acumulando proyectos y deseos. “¿Por qué no voy a aprender alemán ahora?”, lanza con naturalidad. Su filosofía es clara: que la muerte te pille viviendo.
“En esta vida solo da tiempo a ser amateur”
El actor insiste en que la vida no debe pasarnos de largo. “Hay que pasar por la vida, pero la vida tiene que pasar por ti”, repite, convencido de que solo desde la curiosidad y el compromiso puede uno extraer sentido. Para Rellán, vivir con deseo, con ganas de aprender, es una manera de resistencia frente al paso del tiempo y la rutina. “En esta vida solo da tiempo a ser amateur”, cita recordando a Charles Chaplin, en alusión a la búsqueda constante de crecimiento.

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Lejos de caer en el discurso fácil sobre la sabiduría de la vejez, Rellán es crítico: “La sabiduría no la da la edad, la da el interés por ser sabio. Hay ancianos perfectamente imbéciles”, lanza con ironía. Su defensa apasionada de la lectura, el arte y el teatro como herramientas de transformación personal es constante durante la charla.
El teatro como escuela de vida. Actor de referencia en cine, televisión y especialmente en teatro, Rellán defiende que “todo el mundo debería hacer teatro en el colegio”. Según él, es una herramienta vital para combatir la timidez, aprender disciplina, empatía y trabajo en equipo. “El teatro cura, es terapéutico”, explica, aludiendo incluso a experiencias propias en las que ha actuado con fiebre y dolores que desaparecían sobre el escenario.

El actor Miguel Rellán recibiendo la Biznaga Ciudad del Paraíso durante la Gala Inaugural de la 25 Edición del Festival de Cine de Málaga
Aunque admite haber hecho “películas banales” para “llenar la nevera”, sostiene que siempre ha procurado mantener la coherencia con sus principios. “He hecho de fascista en una película revolucionaria, pero no de revolucionario en una película fascista”, cita con una frase de la actriz griega Melina Mercouri.

Arturo Valls es el otro barbero (y coproductor de la película). Aquí, detenido por la Benemérita del año 9177. Miguel Rellán, a la izquierda en la imagen, estuvo en 'Amanece que no es poco'.
La curiosidad como motor
Uno de los grandes pilares de su vitalidad es la curiosidad. “Si no se tiene curiosidad, apaguemos y vámonos”, dice. Esa inquietud le ha llevado a leer sin descanso, a comprar libros incluso sabiendo que necesitaría vivir 473 años para leer todo lo que tiene en casa, y a seguir sintiendo asombro por todo lo que aún le queda por descubrir.
Frente a una sociedad centrada en el placer inmediato, Rellán apuesta por la felicidad entendida como armonía, como un camino más duradero y profundo. “Estamos confundiendo felicidad con placer. El placer es momentáneo, la felicidad es larga”.
“Lo único que merece la pena es ser buena persona”
Con humildad, Rellán insiste en que lo más importante, al final del camino, es ser una buena persona. “La bondad inteligente es lo único que merece la pena”, afirma. Una declaración que resume el espíritu de este actor incansable, que sigue regalando verdad sobre el escenario y fuera de él.
En un mundo donde el vértigo del tiempo parece arrasarlo todo, Miguel Rellán ofrece una lección sencilla y potente: no se trata solo de vivir más, sino de vivir mejor. Y, sobre todo, con ganas.