Ramiro Calle, escritor y maestro de yoga de 82 años: “Mi gato ha sido mi mayor maestro, me lo enseñó todo y me amó sin juzgar”

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El pionero del yoga en España recuerda a Emile, el felino que marcó su vida con lecciones de libertad, amor incondicional y desapego emocional.

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Ramiro Calle durante la entrevista

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A sus 82 años, Ramiro Calle no solo ha sido uno de los grandes referentes del yoga y la meditación en España, sino también un incansable buscador espiritual. Ha dado más de mil conferencias, publicado más de 250 libros y guiado a miles de personas en el camino del autoconocimiento. Pero cuando le preguntan por el mayor maestro que ha tenido en su vida, su respuesta sorprende por su ternura y sencillez: su gato Emil.

En una conversación íntima con Álex Fidalgo en el podcast Lo que tú digas, Ramiro Calle no duda: “El ser que más me ama es Emile, porque no me juzga. Los demás, todos te juzgan. Así es el ser humano. Pero Emile nunca me juzgó. Eso es amor.”

Emile, el maestro silencioso que enseñó sin palabras

A través de su presencia tranquila y su independencia natural, Emile dejó una huella imborrable en el corazón del yogui. Ramiro Calle asegura que de él aprendió lecciones que ningún libro ni retiro espiritual le enseñó.

Captura de vídeo

Captura de vídeo

@lqtdradio / TikTok

“Aprendí de Emile ecuanimidad”, relata. “Esa capacidad de darse, pero no depender. Todos deberíamos aprender a ser de todos, pero de nadie en demasiado.” Esta reflexión conecta profundamente con las enseñanzas orientales que Calle ha difundido durante décadas: la importancia del desapego, de vivir en el presente sin aferrarse, de amar sin poseer.

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Gato recibiendo mimos 

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Vivir aquí y ahora, pero con libertad. “Aprendí de Emil a estar en este mundo sin estar en él”, explica el maestro. “Estaba aquí y ahora, pero a la vez una parte de él siempre era libre. No se hipotecaba.” En esa frase se condensa toda una filosofía de vida: la de estar presente sin quedar atrapado, la de implicarse sin perder la autonomía interior.

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Ramiro Calle

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Esa es, quizá, una de las grandes lecciones que Emil le dejó: el equilibrio entre el amor profundo y la libertad personal.

Una vida dedicada al despertar interior

Desde que fundó el centro Shadak en 1971, el primero de yoga en Madrid, Ramiro Calle ha sido un puente entre Oriente y Occidente. Ha viajado por India, Tailandia, Nepal o Sri Lanka en busca de sabiduría ancestral, pero reconoce que algunas de las lecciones más importantes las encontró en la convivencia diaria con su gato.

Con Emile aprendió que el verdadero amor no exige ni condiciona, que se puede estar con alguien sin invadirle, y que la presencia silenciosa puede ser más transformadora que mil palabras.

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