La moda del skincare ha experimentado un crecimiento masivo en los últimos años, y con ello ha llegado una reflexión interesante sobre cómo nos relacionamos con nuestro cuerpo, nuestra salud y nuestra imagen. La industria del cuidado de la piel, al igual que muchas otras, ha logrado capturar nuestra atención y generar tendencias, pero también nos invita a cuestionarnos sobre el equilibrio entre la autenticidad y las expectativas sociales.
Dra. Ana Molina, una dermatóloga española con amplia presencia en medios de comunicación. Cuenta con más de 350,000 seguidores en Instagram, donde comparte contenido relacionado con el cuidado de la piel y responde a consultas de sus seguidores. En una reciente intervención en el podcast de 'Animales Humanos' ha hablado sobre la realidad de los productos que muchas jóvenes se aplican en su piel.
“Son botes realmente preciosos pero no dejan de ser agua con grasa”
¿De verdad necesitamos 12 o 20 productos en nuestra rutina? La doctora Molina afirma que uno de los errores más comunes que comete la gente es hacer caso a la rutina que ha publicado una influencer y no seguir los consejos de los dermatólogos.

Durante la adolescencia solo necesitan del 'skincare' las pieles acneicas y las atópicas
Productos sin ingredientes activos efectivos que no aportan nada a nuestra piel. La experta explica la realidad detrás de muchos de estos productos: “Son botes realmente preciosos pero no dejan de ser agua con grasa. Llevan colorantes y conservantes pero no contienen ningún principio activo. No hay ciencia, es pagar por tener muchos botes bonitos”, explica.

La obsesión por el 'skincare' afecta a chicas cada vez más jóvenes
Es mejor apostar por una par de productos que lleven principios activos que han demostrado eficacia. La doctora Molina recomienda olvidarnos de toda la fiebre de mascarillas, tónicos y contornos de ojos que llenan las estanterías de las tiendas especializadas.
La importancia de pensar en el planeta. Usamos tantos envases, y creemos que la sostenibilidad es solo tener packaging reciclable, pero lo más sostenible es usar menos productos: “Nos estamos cargando el planeta. La mejor forma de ser sostenible es usar menos”, termina diciendo la doctora.