En las últimas décadas, el umbral de lo que se considera un malestar “aceptable” parece haberse estrechado. Donde antes se hablaba de tristeza, preocupación o cansancio como parte inevitable de la vida humana, hoy proliferan diagnósticos, etiquetas clínicas y tratamientos. ¿Estamos patologizando la experiencia cotidiana del sufrimiento?
Joan-Ramon Laporte es un médico, farmacólogo y académico español, reconocido por su trayectoria crítica en el ámbito del medicamento, la farmacovigilancia y la política sanitaria. En una reciente intervención en el podcast de 'El sentido de la birra', ha reflexionado sobre la exageración desmedida de las enfermedades: “El malestar de la vida no es una enfermedad”, empieza diciendo.

Depresión
“Mal iríamos si alguien no está triste porque ha tenido una pérdida afectiva o porque se le ha muerto un ser querido”
Crítica. Laporte explica que alguien que tiene un duelo de más de quince días o que sigue llorando después de ese tiempo, es calificado de depresivo según la Clasificación Internacional de Enfermedades: “Mal iríamos si alguien no está triste porque ha tenido una pérdida afectiva o porque se le ha muerto un ser querido. En cambio ahora, y esto forma parte también de las técnicas de marketing de la industria farmacéutica, el que tenga un duelo de más de quince días, el que llore al cabo de quince días es calificado de depresivo”, afirma. El médico defiende que lo patológico sería no tener ningún tipo de duelo.

La depresión afecta a más mujeres que hombres
Exageración de la enfermedad. La sociedad actual nos ha llevado a creer que el duelo se convierte en depresión cuando solo se trata de malestar: “Yo por mi edad, que tengo más de 75 años me dirían: tu tienes prehipertensión, tienes prediabetes, tienes preosteoporosis, tengo premuerte. La vida es una enfermedad muy grave porque acabas muriéndote de la vida, nos morimos todos”, termina diciendo.
Reflexión. No todo cansancio es burnout. No toda tristeza es depresión. No toda inquietud es ansiedad. A veces simplemente estamos viviendo. Tal vez lo urgente sea recuperar una mirada más compasiva, pero también más realista sobre la experiencia humana. Entender que estar mal, a veces, es parte de estar vivo.