Mantener un amigo para toda la vida es, quizás, uno de los mayores retos de las relaciones humanas. Los expertos en psicología social subrayan que la amistad requiere cuidado constante: comunicación, confianza y capacidad de adaptarse a las distintas etapas de la vida. No basta con compartir buenos momentos; también es necesario sostenerse en las crisis, tolerar diferencias y aceptar que el otro evoluciona con el tiempo.
Ana Isabel Sanz es directora del Instituto Psiquiátrico Ipsias y ha reflexionado sobre cómo se construye una relación saludable: “La amistad es un vínculo con muchos atractivos, pero en ningún caso espontáneo. Para que sea duradera hay que cultivarla desde una actitud de cuidado y respeto por el otro, no solo como una fuente de bienestar para nosotros”, empieza diciendo en unas declaraciones para Cuerpomente.

Amigas abrazándose
5 límites que nunca deberíamos cruzar con nuestras amistades
Muestras de control. Preservar una amistad prolongada se basa posiblemente ante todo en la capacidad de respetar la libertad del otro. Ninguna relación de amistad puede durar cuando una de las partes intenta controlar a la otra persona.
Celos. Todos deberíamos asumir que nuestras amistades tienen otras facetas que no comparten con nosotros. En nuestra mano está ser tolerantes con su independencia y crecimiento personal, más allá de la relación que mantienen con nosotros. En ningún caso es saludable ser la única persona en la vida de tus amigos.

Tres amigas felices porque se van de viaje juntas.
Falta de apoyo e interés. Mantener la presencia y la actitud de interés y apoyo en momentos importantes de la vida de ese amigo es algo fundamental: “Sin ser puntillosos o excesivos en las manifestaciones de afecto, el otro ha de percibir que existe interés en los sucesos que para él son relevantes y no solo una presencia en momentos en los que predomina la necesidad del supuesto amigo”, comenta la experta.
Mostrar solo interés práctico. Esto hace que aquellas personas que tienen una manera de ser excesivamente centrada en sus necesidades tenga dificultades para mantener las amistades.

Dos amigas tomando algo en una terraza en primavera.
Permitir que la distancia separe. Uno de los grandes errores es dejar de interesarnos por cómo está el otro cuando no hay distancia geográfica o cuando los intereses que antes teníamos en común no existen: “El secreto de la estabilidad prolongada de la amistad radica en fomentar que se mantengan espacios, encuentros, intereses y fechas compartidas”, termina diciendo Sanz.