En la crianza diaria, uno de los desafíos más comunes para los padres es aprender a aceptar un “no” de sus hijos, especialmente después de repetirles instrucciones o consejos varias veces. Esta reacción natural de frustración refleja tanto la dificultad de establecer límites como la necesidad de respetar la autonomía infantil.
El psicólogo infantil Javier de Haro ofrece una serie de recomendaciones que ayudarán a que nuestros hijos nos hagan caso a la primera: “Nos cuesta mucho aceptar un “no” y si encima viene de nuestro hijo y notamos que suele ignorarnos, la situación se intensifica todavía más. Por eso quiero compartir contigo 6 recursos para manejar mejor estas situaciones y, sobre todo, para cortar ese círculo vicioso que hemos creado y que refuerza que no nos escuchen”, empieza diciendo.

Discusión con un hijo adolescente
Habla desde el sí. No le digas tanto lo que no puede hacer y céntrate más en lo que sí puede hacer: “Javier, si quieres jugar con la pelota puedes hacerlo allí porque no hay riesgo de que se rompa nada”, recomienda.
Refresca la consecuencia. Adviérteles porque muchas veces cuando les llamamos la atención por algo ya sabíamos que era fácil que la liara. Por eso antes de que empiecen refréscales la consecuencia. Tenerlo en mente les ayuda.
Déjales decidir. Implícales porque es mucho más fácil que cumplan con las cosas que también han decidido ellos: “Aquí no se puede jugar con la pelota porque se podría romper esto. ¿Dónde crees que podrías jugar sin que se rompa nada?”, recomienda decir.

Padre corrigiendo la conducta de su hijo
Resta incertidumbre. El “no” fruto de la frustración por no querer dejarles hacer algo que les gusta es muy habitual. Por eso anticipándoles les preparamos y reducimos la frustración: “Nos tenemos que ir pero te dejo dos minutos más para que termines de jugar antes de irnos y pongo la alarma en el móvil”, aconseja.
Hazlo ya. Actúa por que el primer “no” avisa pero el segundo debe ir acompañado de una acción: “Muchas veces repetimos las cosas una y otra vez sin hacer nada. Deja de hacer eso y actúa poniendo en práctica esas consecuencias que habéis marcado”, comenta.
Prioriza sin malgastar. No malgastes el “no” y resérvalo para lo importante: “Se gasta como la autoridad y si todo el día les estamos diciendo que no, es normal que no hagan caso”, termina diciendo.
Todo esto no sirve de nada si no aplicas la “Regla C.A.F.E”
- “C”: CONSTANCIA. Repetir con coherencia, siempre en la misma línea. No cambiar de idea cada poco. Así comprenden que a una acción le sigue siempre la misma consecuencia. Es difícil, sí, pero la falta de constancia lo complica aún más.
- • “A”: ASERTIVIDAD. Que no obedezcan puede desesperar, pero no es motivo para gritar, amenazar ni usar el miedo como herramienta. Se trata de ser firmes sin agresividad, cuidando el tono. Nuestro estado emocional se transmite y, cuando hablamos claro y tranquilos, entienden que no es cuestión de enfado, sino de norma.
- • “F”: FIRMEZA. Si se rompe un límite, no toca negociar ni entrar en una batalla interminable. Mantén la posición. Y ojo: repetir un “no” una y otra vez también es ceder, porque entramos en el mismo bucle.
- • “E”: EJEMPLO. Para mí, lo más decisivo. No podemos exigir lo que no practicamos. ¿Cómo pedir que no griten si nosotros alzamos la voz cada día? ¿O que no digan palabrotas si nosotros las usamos? La coherencia entre lo que pedimos y lo que mostramos es clave.