Barbara J. Zitwer es una destacada figura en el mundo editorial y cinematográfico, reconocida por su versatilidad como agente literaria, productora, dramaturga y autora. En sus múltiples viajes a Corea se empapó de los hábitos locales para alcanzar la felicidad.
Algunos pequeños gestos como agradecer cada comida, trabajar en equipo, olvidar el egocentrismo de las redes sociales y conectar con la naturaleza pueden ayudarnos a incrementar nuestra sensación de bienestar.

Felicidad
Los tres pilares de la felicidad coreana
Han, la fuerza que nace del dolor. No tiene una traducción exacta en castellano pero podría describirse como una mezcla de resiliencia, tristeza contenido y esperanza obstinada. Es la fuerza que emerge después del sufrimiento: “Es abrir el corazón al dolor, aceptarlo y transformarlo en gratitud”, comenta. Practicar el han en nuestra vida implica dejar de resistirse alo que duele y empezar a darle sentido. Para cultivar han, o sea, la determinación, Zitwer recomienda agradecer conscientemente, por ejemplo, cada comida.

Hay que encontrar cosas por las que sentirse agradecidos
Heung, la alegría de lo cotidiano. Es movimiento, vitalidad y placer espontáneo. El heung no es euforia ni positivismo vacío, sino una alegría emocionalmente inteligente: sabe cuándo aparecer y cómo equilibrar la tristeza sin negarla. Incorporar heung en nuestra rutina es aprender a detener el piloto automático. Significa estar presentes, permitirnos sentir placer sin justificación. Para despertar el heung, la alegría, sugiere escuchar música cada mañana y caminar sin un rumbo fijo durante al menos media hora, solo por el placer de moverte.

Ser flexible te hará ser más feliz
Jeong, dar sin esperar nada a cambio. Representa la conexión emocional profunda que se forma entre personas a través del cuidado, la empatía y los gestos desinteresados. La escritora propone hacer un gesto amable sin que te lo pidan. Por ejemplo, mandar un mensaje, hacer un favor, o decir unas palabras de apoyo. También cocinar o cuidar de alguien como un acto silencioso de amor. O simplemente llamar a alguien, sin motivo especial, solo para saber cómo está.