María José Gómez, experta en protocolo: “Un bocadillo de salchichón no es un motivo para perder la elegancia cuando comemos; nada de abrirlo como si fuera un tesoro”

Visto en TikTok 

Lejos de recomendar el uso de cubiertos para tal fin, Gómez desgrana la técnica perfecta para degustar este manjar de la gastronomía española sin renunciar a la etiqueta

María José Gómez

María José Gómez

@protocoloyetiqueta.es / TikTok

El bocadillo es una de las preparaciones culinarias más democráticas y queridas de España. Sin embargo, su consumo a menudo va asociado a una cierta informalidad que puede rayar en la falta de educación en la mesa. 

María José Gómez, experta en protocolo y etiqueta, se ha propuesto acabar con este mito y demostrar que es posible disfrutar de un bocadillo, incluso uno generoso de salchichón o chorizo, aplicando unas sencillas directrices que preservan la elegancia y el decoro. Sus consejos son una masterclass de sentido común y refinamiento aplicado a lo cotidiano.

El primer paso: el corte correcto

Gómez comienza su tutorial con el paso inicial y más importante: la presentación. Frente a la tentación de hincar el diente directamente a un bocadillo de grandes dimensiones, la experta propone una solución sencilla y práctica.

El corte del bocadillo

El corte del bocadillo

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“La forma correcta es coger un cuchillo, si el bocadillo es muy grande, y partirlo por la mitad”, explica. Este simple acto no solo facilita su manejo, sino que evita el principal error que delata a una persona con malos modales: “devorarlo como si fuese la última comida de su día”.

La experta es muy clara en este punto: “En protocolo no se admiten proezas circenses”. Cualquier intento de abarcar más de lo razonable o de mostrar una voracidad excesiva queda automáticamente descartado en una mesa con cierta formalidad.

Sujeción y contención

La técnica de los cuatro dedos. El núcleo de la técnica propuesta por Gómez reside en cómo sujetar el bocadillo. Para ello, describe una sujeción precisa con ambas manos que persigue dos objetivos: control y contención.

“Los dos dedos sujetarán la parte de abajo para evitar que algo caiga”, indica. Esta base de soporte, normalmente formada por el pulgar y el índice de una mano, es crucial para prevenir que trozos de pan o ingredientes acaben en el plato o, peor aún, en la mesa.

“Y otros dos dedos la parte de arriba, que nos lo hará un poquito más finito”, añade. Esta sujeción superior, con la otra mano, no solo compacta ligeramente el contenido para evitar desprendimientos, sino que ayuda a dar un bocado de tamaño adecuado –“pequeño”, recalca– y elegante.

Captura de vídeo

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La inclinación estratégica y el pecado capital

Aunque la técnica es eficaz, Gómez admite una concesión a la física: “Aquí sí que tendremos que agachar ligeramente la cabeza”. Esta leve inclinación es un gesto de pragmatismo elegante que evita que migas o aceites manchen la ropa, y está muy lejos del gesto de encorvarse sobre el plato.

Captura de vídeo

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Pero si hay una práctica que la experta condena de forma absoluta es la de manipular el interior del bocadillo. “Nunca, nunca se abre el bocadillo para empezar a buscar cosas y a recolocarlas”, sentencia con firmeza.

Para ella, esta acción es la antítesis de la elegancia y demuestra una falta de educación. “No se trata de un cofre del tesoro, simplemente es un bocadillo”, zanja, dejando claro que la composición del mismo se acepta tal y como se sirve, sin revisiones ni alteraciones por parte del comensal.

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