Santiago Ávila, experto en liderazgo: “Frases como 'si quieres puedes' suenan bien, pero atontan y crean una nube tóxica de pensamiento”

Visto en TikTok 

En un discurso crítico con las modas virales, la educación blandengue y el marketing engañoso, Ávila desmonta eslóganes aparentemente positivos

Captura de vídeo

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@lagestionemocional / TikTok

En la era de la positividad tóxica y la hiperconexión superficial, la figura del “malvado” clásico ha sido sustituida por un actor mucho más dañino y omnipresente: el estúpido. Esta es la tesis central que defiende Santiago Ávila, quien en un vídeo disecciona los mecanismos de la “estupidez colectiva” que, según él, domina las redes sociales, la educación y el marketing.

Su mensaje es una llamada urgente a despertar del adormecimiento masivo, cuestionar los mantras vacíos y abrazar el desafío y el error como únicos caminos hacia una inteligencia crítica y un liderazgo humanista verdadero.

El peligro real

Ávila comienza su intervención con una afirmación contundente que busca cambiar el foco de la conversación: “¿De verdad sabes quién es el realmente peligroso en la sociedad actual? No es tanto el malvado como el estúpido”.

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La clave de su argumento reside en la intencionalidad. Mientras el malvado actúa con conciencia y propósito, “el estúpido no necesita estar animado de ninguna intención malvada, lo que hace es amplificar la maldad sin darse cuenta”. Se convierte así en un vector de daño masivo e inconsciente, mucho más difícil de identificar y combatir que la maldad explícita.

Los amplificadores de la estupidez colectiva

El experto enumera varios fenómenos que actúan como cajas de resonancia de esta estupidez:

  • Las modas virales: Personas que “siguen todas las modas virales, memes, retos, polémicas, y se convierte en un tsunami social que arrasa con opiniones, marcas y reputaciones” sin reflexión alguna.
  • La educación “todo vale”: Critica ferozmente un modelo educativo que “aprueba a todos para no ofender a nadie”. El resultado, advierte, es devastador: “Todos contentos, pero nadie crece. Nadie es desafiado, nadie entrena su frustración, conocimiento e inteligencia”. Su metáfora es elocuente: “Una liga donde todos ganan, todos acaban perdiendo”.
  • El marketing mentiroso: Aquí es donde encaja su crítica al famoso eslogan “si quieres puedes”. Ávila argumenta que “suenan bien pero atontan”, creando “una nube tóxica de pensamiento” que propaga la falsa e insostenible idea de que “todo el mundo puede ser cualquier cosa”.
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La crítica a la positividad tóxica

El núcleo de la reflexión de Ávila es un ataque frontal a la positividad tóxica y la cultura del wishful thinking. Frente al mensaje omnipresente de que basta con desear algo para conseguirlo, él propone un realismo saludable y liberador: “Todos no podemos todo y eso está bien”.

Esta aceptación de los límites y las capacidades individuales no es una derrota, sino el punto de partida para un crecimiento auténtico. El verdadero camino, según el experto, no pasa por sonreír vacíamente sino por “aprender, crecer y equivocarse”.

Santiago Ávila

Santiago Ávila

Santiago Ávila Vila / YouTube

Denuncia la falsedad de las redes sociales, donde predominan “caras sonrientes o lánguidas para provocar la envidia de los demás”, pero que por dentro “están vacías”. En este mundo de apariencias, sentencia, “todo el mundo sonriendo menos la verdad”.

El mensaje final de Santiago Ávila es una invitación a la acción individual. Frente a la comodidad de “estar adormecido en la masa”, que “se siente agradable” pero no conduce a ningún sitio, propone tres verbos imperativos: “Piensa, cuestiona, crece”.

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