Manic street preachers, una madurez combativa (★★★★✩), y otros discos de la semana

Los galeses no destapan en este “pensamiento critico ”mayores sorpresas, diferentes apuestas sonoras o reposicionamientos conceptuales. Sus obras musicales más brillantemente representativas son aquellas en donde enraizaron identidad sonora propia –abandonando el halo punkoide de sus primeros tiempos–, hacia finales del pasado milenio. Ha llovido, pues, lo suyo desde entonces pero con este decimoquinto álbum se constata que la banda británica sigue en sus trece en lo que hace referencia al concepto y airada defensa de éste. Con una línea sonora que grosso modo apuesta por la simplicidad y que en general se decanta por unos tiempos rítmicos en ocasiones más calmados.

Eso sí, rabia, ira y hasta desesperación impregnan sus tonadas más combativas, como las que pespuntean la primera mitad del álbum, comenzando por el tema que le da título. Estas bienvenidas descargas iniciales (a las que hay que sumar el extraordinario OneManMilitia que cierra el volumen) encuentran equilibrio bien sedimentado con el resto de unos temas que se balancean en las coordenadas más representativas y calmosas de los actuales Manic. Entre aquellos llama la atención inevitablemente Dear Stephen, en donde hacen un cóctel con sabor a Smiths pidiendo el regreso del Morrisey “genuino”, y también es destacable que en líneas generales la voz de James Dean Bradfield sigue en su sitio, como se constata en People ruin paintings o Deleted scenes.

Wesley Schultz y Jeremiah Fraites ya llevan dos decenios creando canciones y lo celebran con un cierto viraje sonoro y temático (como las absurdidades de la vida actual). Una apuesta cercana y sin intermediarios, musicada con escasos elementos (aunque con pinceladas electrónicas), sónicamente más crudo y con menos revoluciones. You’re all I got es todo un ejemplo.

Solo dos años después de su estreno impactante con Suerte, chica, el trío confirma que sus ganas de convulsionar la escena roquera cuenta con muy sólidos cimientos. Temáticamente centrada en la ruptura y su superación, Shego ofrece una avalancha rítmica (como los halos punk Curso avanzado de perra y Te mataré) con la excepción de la atemperada A lgunos lunes.

Con Jordi Matas a la producción y Marina Arrufat como estrecha cómplice, la vallesana perfila obra de pop de cantautora de alto vuelo, madurez y ambición. Lo hace del modo más sencillo, con instrumentación básica y la acertada dosificación de los silencios, marco inmejorable para una voz que llega para hablar de lo perdido, lo deseado y lo encontrado.