Uno se centra en su vida de niño, ficcionada, otra relata un episodio real, una tercera imagina una fábula para hablar de las relaciones de poder, y el último crea una trilogía de ciencia ficción que nos interpela sobre nuestro presente y futuro. Cuatro autores de cómic catalanes con maneras diferentes de trabajar y estilos muy diversos han publicado hace poco en editoriales diferentes: Javi Rey ha publicado Le llamábamos Bebeto (Norma); Glàfira Smith, Trufa (Pagès); Nadia Hafid, Mala olor (Finestres); y Ricard Efa ha culminado Nocéano (Astronave en castellano, MaiMés en catalán).
En el caso de Rey, que habitualmente trabaja para el mercado franco-belga –para muchos autores de aquí es la manera de profesionalizarse–, anteriormente había colaborado con otros guionistas y había hecho guiones a partir de adaptaciones literarias, sin embargo Le llamábamos Bebeto es su debut como creador de texto e imagen, y la importancia de la historia propia se nota desde el principio, ya que la sitúa en el Baix Llobregat en que vivió su niñez. “Siempre he cultivado la escritura –incluso ha hecho cursos en el Ateneu Barcelonès–, y cuando empecé a estudiar dibujo y cómic en la escuela Joso mi objetivo era explicar mis historias, pero he necesitado muchos libros y años para tener confianza”, explica Rey.

Javi Rey, fotografiado en las oficinas de Norma
El libro “nace de dos relatos independientes: la descripción de una especie de Peter Pan de extrarradio, que se convirtió en Bebeto, y la relación entre un hermano pequeño que ve cómo el mayor pasa de etapa y lo deja de lado, y él tiene que aprender a defenderse solo”. “Bebo de muchas historias personales, pero es una ficción en el contexto de mis años noventa, cuando los veranos son eternos y puedes hacer lo que quieras, aunque mi infancia fue muy cómoda y le he puesto más drama”, con temas de fondo como la identidad, la soledad y uno tan actual como la salud mental.
En Trufa, en cambio, Glàfira Smith se planteó hacer un homenaje a los animales domésticos y a su padre, sin tener necesidad de inventar, pues profesionalmente viene del documental audiovisual, donde trabaja con el nombre real de Andrea Ferrando: “Siempre he tenido claro que las historias que nos pasan son universales, y pensé que el luto de mi padre por su perra podía servir como catalizador de muchas emociones, para captar la evolución personal del protagonista, e incluso para explorar la relación de pareja”.

Trufa es la perra que da nombre al libro de Glàfira Smith
Abocada a la no ficción, se libera de la viñeta y trabaja el color en dos planos: blanco y negro en la historia general y colores primarios cuando es lo que ve la perra. “Es como un puente entre el cómic tradicional, el álbum ilustrado y la novela gráfica, puede llegar a públicos diversos”, dice la autora, que ahora busca darlo a conocer fuera: pronto saldrá en castellano (en Milenio), hay interés de editoriales francesas y una coreana, y trabaja en un cortometraje de animación.
Si en El buen padre (Sapristi, 2020) Nadia Hafid tiró de contenido autobiográfico, para crear Mala olor, con que ganó el premio Finestres –pronto saldrá también en castellano, en Apa Apa–, optó del todo por la ficción. Con un estilo geométrico muy reconocible, quiere abordar “el racismo sin ambages, porque somos una sociedad racista”. “Lo llevo a las estructuras de poder que crean opresión y cojo el mundo laboral como ejemplo de un entorno que a priori parece neutro y diverso, pero hay una hipocresía que hace que ciertas dinámicas que nos llevan a ser violentos en nuestro día a día pasen desapercibidas, como la idea de microrracismo o el feminismo neoliberal, que cree que solo hay problemas de género, no se cuestiona el statu quo y no tiene en cuenta la raza ni la clase social”.

En ‘Mala olor’, Nadia Hafid utiliza planos muy cinematográficos
Pero no lo hace explícito, porque le gusta “invitar a la lectora a sacar sus conclusiones, que con cuatro ingredientes se entiendan los temas, porque un problema solo se puede resolver si se sabe que existe”. “Hace falta reflexionar y saber cuál es nuestro lugar en la sociedad para ver las desigualdades que atraviesan a otras personas, porque todos mis cómics tienen voluntad política y social, es como concibo el arte”, asegura Hafid.
Totalmente diferente es el trabajo de Ricard Efa, que ha culminado la trilogía Nocéano (Astronave/MaiMés), que salió al mismo tiempo en francés, catalán y castellano, y con la que se reivindica como escritor además de ilustrador. También su carrera como novelista ha tomado vuelo y acaba de llegar a las librerías la nueva entrega de su space opera narrativa Stella Signata, La síndrome de sol terra, la tercera de las seis previstas.
Tirando al ciberpunk, su distopía lo acercó al público juvenil, pero la historia de Tika y Atari trata temas tan actuales como el cambio climático, el poder autoritario o el exceso de pantallas desde la perspectiva de que “el problema no es el objeto, sino los intereses ocultos”, explica Efa, que hace años que vive del cómic trabajando en el mercado franco-belga, donde tiene apalabrado trabajo para los próximos dos o tres años, aunque espera encontrar tiempo y espacio para desarrollar un universo propio: ya que tiene pensada una cronología que abarca el pasado y el futuro del mismo mundo de Nocéano. “Aquí ha funcionado muy bien, pero ya veremos qué pasa, de momento está cerrada”, dice el autor.

Atari y Tika protagonizan ‘Nocéano’ de Ricard Efa
Ya lo ven, el cómic catalán es variado, con espacio para obras como estas u otros recientes como Esqueixos, en que Toni Benages dibuja cinco relatos de Elisenda Solsona, Ferran Garcia, Eva Espinosa, Carme Torras i Roser Cabré-Verdiell, publicados por Males Herbes, o el segundo y último álbum de Coratge (Base), con guion de Joel Joan –sí, el actor– e ilustración de Xavier Piñas. De todo y para todos.