La soldadesca y el armamento militar han vuelto a aparecer en el arte contemporáneo durante los últimos meses, principalmente como respuesta a la agresión imperialista de la Rusia de Putin contra Ucrania y al genocidio que se está perpetrando en Gaza como respuesta al terrorismo de Hamas. La impunidad de Netanyahu y su Gobierno está dejando en evidencia la supuesta altura moral de lo que se llamó civilización europea. En este contexto, resulta oportuna la exposición que Mateo Maté (Madrid, 1964) presenta en la galería Seltz hasta el 12 de septiembre, en el local que antes fue el de la galería Joan Prats de calle Balmes.
Con el título Timeless landscapes (Paisajes intemporales), Maté presenta grandes cuadros que evocan pinturas de estilo impresionista o realista decimonónico, paisajes arbolados aparentemente neutros, pero que, en realidad, están hechos con retales de uniformes y lonas militares con estampados de camuflaje, que el artista ha podido comprar por internet. El sentido de estos paisajes se puede relacionar con el que planteaba la película Noche y niebla , o también la más reciente La zona de interés: imágenes banales, desmemoriadas y de apariencia inocua que ocultan realidades siniestras.
Maté –de apellido premonitorio, pues se trata del pretérito perfecto del verbo matar– hace tiempo que trabaja con similares elementos y con diversos medios (escultura, instalación, vídeo, fotografía...). En la galería Seltz despliega una gran instalación donde los cuadros de paisajes de camuflaje dialogan con trozos de telas militares amontonadas y esparcidas por el suelo, pisoteables, como son aplastadas muchas vidas humanas, por codicia, odio tribal y miedo agresivo.
Sergi Sánchez abrió su galería a principios del 2024 y presenta en su amplio espacio de la calle València una muestra de su fondo, donde el arte contemporáneo dialoga con el arte antiguo africano. En cierto sentido, es la continuación del proyecto que el galerista inició con la Galería Metropolitana de Barcelona. Entre las obras de arte contemporáneo expuestas se encuentran L’Otarie Savante , de Joan Miró; Gran Vía , de Antonio López; Pelea, Serie Negra , de Equipo Crónica, o diversas obras de Hans Hartung, Tom Wesselman y Keith Haring, entre otros. Del arte africano, cabe citar diversos fetiches, una cabeza de Ife o varias terracotas Nok.
Dentro del programa de Art Nou, dedicado al arte joven, se puede visitar hasta final de julio la primera exposición de Sara Bonache en la galería Marc Domènech, que coincide con la muestra histórica sobre los años veinte. Las pinturas de Bonache –pasteles y óleos– magnifican detalles de flores y plantas de un modo que recuerda a la obra de la histórica Georgia O’Keefe, o también a la de la pintora barcelonesa Jordina Orbañanos. Obtiene sus mejores resultados en pasteles de gama rosada y carnal.
Este verano la revista Rockdelux dedica su número 400 a listar y comentar los 400 mejores discos del siglo XXI (2000-2024), mientras que el suplemento Babelia ha elegido las 50 mejores películas españolas del último medio siglo.
Creo que este tipo de listas son necesarias, para hacer memoria, pero también constato que a menudo presentan una combinación de aciertos felices y asombrosas omisiones. Entre los aciertos, que el disco más votado en pop-rock sea Third , de Portishead, y que las dos películas más votadas sean Arrebato , de Iván Zulueta, y La escopeta nacional , de Berlanga. Entre las omisiones, que no aparezcan Amnesiac , de Radiohead; No more shall we part , de Nick Cave, ni Traveller , de Anoushka Shankar con Javier Limón, ni tampoco Surfistes en càmera lenta , de Joan Miquel Oliver, y Batiscafo Katiuscas , de Antònia Font. ¿No se entiende el catalán mallorquín?...
Por su parte, los críticos de cine se han olvidado de documentales como Balseros y de dibujos animados como Chico y Rita. ¿Cuba no interesa?... Y, por supuesto, se ignora el cine experimental y el videoarte. En el siglo XXI, pero con mentalidades, a veces, del XX o del XIX.

            

