Egipto sueña con construir obeliscos de cristal.
El proyecto de la Nueva Capital Administrativa (NAC, en sus siglas en inglés) surgió de los despachos de El Cairo en 2015, con un Abdul Fatah el Sisi, que asentaba su poder un año después de su golpe de Estado contra Mohamed Mursi. La razón era simple: la ciudad de los mil minaretes, con sus casi 20 millones de habitantes, se había vuelto invivible. Los precarios bloques de ladrillo visto se amontonaban unos sobre otros, las carreteras colapsaban por el tráfico, e incluso las fachadas de los edificios históricos de la ciudad se caían a trozos. Había que mudarse.

El distrito financiero alberga la Iconic Tower, un rascacielos de 394 metros que se convirtió en 2024 en el edificio más alto de África
Así comenzó la construcción de una de las obras más ambiciosas del urbanismo reciente, en mitad del desierto y a 45 kilómetros del río Nilo. El estudio estadounidense SOM elaboró el concepto inicial, que luego fue desarrollado por la consultora internacional Dar al-Handasah Shair & Partners, también encargada de las siguientes tres fases del plan maestro. El gobierno egipcio garantizaba su construcción a través de la empresa Administrative Capital for Urban Development, propiedad en un 51% del ejército y en un 49% del ministerio de Vivienda.
El gobierno aprobó levantar un rascacielos de mil metros de altura con forma de obelisco. Sisi quería su Doha
La NAC tenía todo lo que le falta a El Cairo, orden, limpieza y, lo más importante, no había espacio para las manifestaciones. A diferencia del downtown de la ciudad milenaria, la nueva capital no tenía como referencia los bulevares de París, ni hoteles de estilo colonial británico. El nuevo modelo de éxito estaba en el Golfo Pérsico, en lugares como Dubái y Riad, donde los rascacielos dominaban el skyline. Sisi quería su propia Doha.
Una década después, un centenar de grúas trabajan a gran altura bajo el sol del Sáhara. Las calles de la NAC ya son una realidad. A ambos lados de la nueva autopista de 12 carriles, pasan con rapidez hileras de apartamentos residenciales idénticos y bien rematados, salvo por un detalle: no hay ventanas ni inquilinos. Por el momento, continúa siendo una ciudad fantasma, demasiado cara y aislada para vivir.

La mezquita Al-Fattah Al-Aleem en la nueva capital administrativa
Aún así, la Nueva Capital Administrativa está pensada para albergar a seis millones de personas, con el poder político concentrado en su centro. Un eje monumental atraviesa el distrito gubernamental, que conecta al sur con la Gran Mezquita y al norte con el Parque del Pueblo y el complejo presidencial, uno de los más grandes del mundo.
El gobierno anunció su traslado definitivo en abril de 2023 y, desde entonces, los principales ministerios se han trasladado allí. Sin embargo, la mayoría de embajadas se resisten a abandonar El Cairo, aunque las gestiones con Exteriores se hayan complicado por la distancia.
También se ha construido The Octagon, el nuevo cuartel general del ejército, formado por diez edificios octogonales que simbolizan la fuerza del aparato militar egipcio. Al sur se levanta el distrito deportivo, presidido por un estadio de 93.000 plazas diseñado por SHESA Architects.
El elevado coste de la ciudad abre el debate sobre la exclusión social
El distrito financiero, al oeste, alberga la Iconic Tower, un rascacielos de 394 metros que se convirtió en 2024 en el edificio más alto de África. Sin embargo, ese título podría quedar atrás si se concreta el Obelisco Capitale, un proyecto de 1.000 metros de altura aprobado por el gobierno y firmado por el estudio egipcio IDIA. La ciudad también incluye un distrito cultural con una ópera, una biblioteca nacional y un museo. En cuanto al transporte y la infraestructura, la NAC estará conectada con El Cairo mediante el nuevo monorraíl de El Cairo.
Se calcula que el coste de la urbe ya asciende a los 58.000 millones de dólares, una factura enorme para uno de los países más endeudados del mundo. Egipto atraviesa una profunda crisis económica, con una moneda devaluada y con un 60% de la población que vive bajo el umbral de la pobreza.
El elevado coste de la ciudad también ha alimentado el debate sobre la exclusión social. Según Al Jazeera, un piso de dos habitaciones cuesta unos 50.000 dólares, en un país donde el PIB per cápita no supera los 3.000. En la práctica, la mayoría de los egipcios quedan fuera del mercado inmobiliario de esta nueva capital.
De esta forma, la NAC se convertirá en un oasis para los ricos que quieran vivir lejos de la contaminación, la basura y el ruido monstruoso que rodea El Cairo, la capital llena de historia y abandonada a sus suerte por su propio gobierno.
Otros treinta proyectos urbanos en el país africano
Además de la NAC, Egipto está levantando más de treinta ciudades nuevas desde cero. El objetivo, según el gobierno, es aliviar la presión sobre las grandes urbes, redistribuir la población y crear polos de desarrollo en todo el país. Sin embargo, en muchos de estos lugares reina el mismo paisaje de avenidas anchas, bloques residenciales idénticos, escasa actividad urbana y precios prohibitivos para gran parte de la población. Entre los proyectos más destacados están Nueva Alamein, en la costa norte, uno de los proyecto más avanzados y que busca atraer al turismo internacional a sus playas mediterráneas. A ella se le suma Nueva Mansura, en el delta del Nilo, o Galala, junto al mar Rojo. También hay iniciativas en el Alto Egipto, como Nasser, en Asyut, o Toshka, en el desierto del sur, aunque su construcción es mucho más complicada ya que se encuentran en mitad del desierto, donde las condiciones climáticas son extremas durante el verano. Todas forman parte de un plan estatal impulsado desde El Cairo, con fuerte presencia del Ejército y de empresas públicas en su ejecución.