En los huesos

Arquitectura

 Jordi Badia ha querido dar realce a la estructura del edificio de la calle Llull 122, liberando los materiales de revestimientos, y reducirlo a su verdad esencial, en pos de una vida larga con pocos achaques

Edificio de oficinas . Autor: BAAS arquitectura (Jordi Badia). Ubicación: Barcelona. Calle Llull, 122

Edificio de oficinas en la calle Llull de Baas Arquitectura

BAAS

Decimos de alguien muy flaco que “está en los huesos”. De este edificio para oficinas podría decirse algo similar, pero no por la misma razón, sino porque el arquitecto ha querido dar realce a su estructura, liberando los materiales de revestimientos, y reducirlo a su verdad esencial, en pos de una vida larga con pocos achaques, y de la eficiencia medioambiental.

Todo proyecto es fruto de unas pocas y determinantes decisiones. En este caso, de su ubicación en una placita en la esquina de una manzana del Poble Nou y del deseo de escalonarlo para dar a todas las plantas terrazas ajardinadas con vistas al espacio público, adecuadas para la relación de sus usuarios. A consecuencia de ello surge su diseño estructural específico: una doble uve invertida cuyas patas delanteras discurren en paralelo al escalonado de fachada y genera plantas casi diáfanas.

Su arquitectura sin concesiones, de aire brutalista, reivindica las virtudes del hormigón

En el Poble Nou se están construyendo muchas oficinas, a menudo con elementos industrializados, previsibles, a los que Jordi Badia augura corta existencia. Por ello reivindica una aproximación a esta tipología guiada por una coherencia “de autor”. Si en sus oficinas para la calle Pallars 180, también promovidas por Conren Tramway, inauguradas tres años atrás, Badia apostó por una obra en la que mandaba el ladrillo, con ecos de la industria manchesteriana, pero también clásicos, en Llull 122 opta por una arquitectura más radical, sin concesiones, de aire brutalista, que reivindica las virtudes del hormigón, usándolo incluso en los pilares convertidos en brise-soleil de la fachada a Llull, y complementándolo con ladrillo, de esmerado tratamiento, en otros cerramientos o en algún pavimento.

Ambos materiales, hormigón y ladrillo, desnudos, contribuyen con su inercia térmica a refrescar la temperatura del edificio, como también contribuyen las ventanas laterales y los toldos de fachada, todos automatizados para interactuar con los cambios del viento y del sol, algo a lo que ya han renunciado tantos edificios vecinos donde no pueden abrirse las ventanas.

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Llull 122 está en los huesos, pero son unos huesos fuertes y hermosos, que sostienen esta última obra –fruto de una reflexión muy personal– de Badia, flamante ganador, con Miquel Espinet y Jero Gutiérrez, del FAD de Arquitectura 2025 gracias a su sede del Vall d’Hebron Institut de Recerca.

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