Una cama, lámparas, un perchero, la cena que espera en la mesa... Objetos humildes, cotidianos, la memoria íntima de una mujer nacida en 1927, cuelgan, invertidos, en uno de los templos de la arquitectura moderna universal. Una intervención tan chocante como bella que firma el arquitecto y artista Xevi Bayona (1982).
En el pabellón que Mies van der Rohe y Lilly Reich levantaron para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, ahora habita la historia de Josefina Camó Valls, la Pepi, que nació en Sants pero vivió desde pequeña en Olot, cuando su padre se trasladó allí para pintar santos. Fue bordadora de profesión y guardiana de un universo doméstico que, 96 años después de su nacimiento, se convierte en arquitectura suspendida gracias a su ahijado, Xevi Bayona.
La 'Pepi' nació en Sants pero vivió desde pequeña en Olot, cuando su padre se trasladó allí para pintar santos
La padrina y las pertenencias de la domesticidad es una delicada y provocadora intervención con la que Bayona invita a mirar el pabellón desde una nueva dimensión: la del hogar, la memoria y el arraigo. El arquitecto no solo redecora este icono; lo desafía, lo humaniza. Lo convierte en una casa del revés, una ciudad invisible al estilo de Italo Calvino, tejida con recuerdos, y lanza una pregunta directa al corazón del visitante: ¿puede la modernidad acoger lo emocional? ¿Puede lo universal ser íntimo?
“La arquitectura puede hacer que el espacio se vuelva doméstico para ser habitado. Es precisamente el propio habitante quien, para hacerlo doméstico, se vale de sus pertenencias; propiedades personales en forma de muebles y objetos en los que deposita el alma para guardar un pedazo de su mundo”, explica Xevi Bayona. Su gesto subraya el carácter no neutral del espacio arquitectónico: incluso los lugares más racionales y austeros pueden albergar memoria, pertenencia y vida, si se llenan de objetos significativos. La intervención establece una línea horizontal metafórica que divide el mundo en dos: el de arriba y el de abajo, lo lleno y lo vacío, lo efímero y lo permanente.

Espacio de 'La Padrina y las pertenencias de la domesticidad' en una imagen invertida
Más allá de la forma, La padrina y las pertenencias de la domesticidad es una meditación sobre los vínculos entre arquitectura, identidad y tiempo. Cada mueble encierra una historia. Cada disposición, una intención. Lo que podría parecer anecdótico —los enseres de una mujer soltera en un pueblo catalán— se convierte en alegoría universal de lo que somos: seres que construyen su mundo con lo que poseen, cuidan y dejan atrás.
'La padrina y las pertenencias de la domesticidad' medita sobre los vínculos entre arquitectura, identidad y tiempo
La exposición, que podrá visitarse hasta el 17 de agosto, es también una declaración de principios: el diseño moderno, tan alejado en ocasiones de lo personal, puede reencontrarse con la humanidad en los pequeños gestos.
El autor de esta intervención no es ajeno a este tipo de operaciones sensibles y transformadoras. Es el fundador de Bayona Studio, es arquitecto, artista y docente. Formado entre la Etsab y la Universidad de Oporto, ha desarrollado una carrera híbrida entre lo efímero y lo permanente. Desde Olot, su ciudad natal, dirige el Festival del Fuego y la Luz, Lluèrnia, y ha sido galardonado con tres premios FAD, el Premio Europeo AHI 2025, y el City Scape Award 2024 por la renovación del Firal de Olot, entre otros reconocimientos.
En su obra diversa, desde la rehabilitación del puente del Estado en Tortosa hasta creaciones artísticas como la instalación textil efímera Farbalà en el CaixaForum de Barcelona, Bayona trabaja una arquitectura intencionadamente vinculada al arte.