Ama el cine. No podía ser de otra manera, porque su padre tenía una sala de pueblo en Mallorca y un videoclub. Las dos cosas. Cuando Jaume Ripoll era un crío de siete años ya recomendaba películas a los clientes paternos. Los dos negocios familiares se desvanecieron con la llegada de los nuevos tiempos. El cine desapareció al estilo de Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988) y al videoclub lo enterró internet. Pero Ripoll sabía que el cine siempre va a sobrevivir y buscó la manera de adaptarlo a estos tiempos modernos. Hace 18 años, puso en marcha la plataforma Filmin. Y hace ya 15 que dirige el Atlàntida Mallorca Film Fest, que este año ha cerrado con un récord de 45.000 espectadores.
Reina Letizia
Su presencia ha elevado el certamen a la categoría de acto referencial que marca el inicio del verano”
¿Cómo surgió la idea de poner en marcha este festival?
Atlàntida nació con la voluntad de llenar un espacio que no existía en nuestro país y puede que tampoco en el mundo: dar significado a la ventana online. Acabar con la idea de que una película que se estrena en internet es un fracaso para el creador o para el público.
El certamen nació con formato online, ¿cómo pasó a ser físico y a celebrarse en Mallorca?
Durante cinco años ese proyecto se hizo razonablemente bien al estrenar películas de directores importantes que no habían llegado a las salas en la plataforma. Pero luego surgió la necesidad de ir más allá y expandir el proyecto a la parte presencial para atraer a nuevos públicos. Y surgió la oportunidad de hacerlo en Mallorca porque las autoridades nos apoyaron.
¿Cómo arrancaron?
Con tres ideas claras muy marcadas. La primera era hacer un festival multidisciplinar, porque solo a partir de la diversidad, podíamos tener un público. En Atlàntida hay cine, conciertos y conferencias, y el público pasa de una cosa a la otra. También apostamos por enclaves únicos, lugares maravillosos como La Misericòrdia, Ses Voltes o Es Baluart, para resignificar esos espacios en una ciudad entregada al turismo y conectarlos con la cultura. La temporada alta de turismo no debería significar temporada baja de cultura. También se decidió que el Atlàntida fuera mayoritariamente gratuito para acercarlo a la ciudadanía.
El festival ha contado con el apoyo de la reina Letizia. ¿Qué ha supuesto eso para el certamen?
La reina ha apoyado el Atlàntida desde el 2019 y ese ha significado un crecimiento y una mayor visibilidad para el festival. Eso se ha notado en la gala de clausura y también cuando Letizia ha asistido a algún pase, pues su presencia beneficia a las películas que se presentan. Pero, sobre todo, el apoyo de la Reina ha servido para dar un sello al festival a los ojos de un público que lo podía haber mirado con reticencia al percibirlo como un certamen independiente y de cine de autor. La presencia de la Reina ha elevado el Atlàntida a la categoría de un acontecimiento cultural y referencial que marca el inicio de las vacaciones.
¿Cómo escogen los títulos que participan en el festival?
Hacemos la selección desde Filmin. Algunas de las películas que proyectamos son de la plataforma y muchas otras, de otros estudios y distribuidores. Combinamos premières internacionales con una sección oficial nacional, internacional y balear, que contenga títulos de autores emergentes y consagrados. También es importante que sea un cine que plantee preguntas y encienda debates.
Cuénteme cómo nació Filmin...
Lo creamos tres personas, Juan Carlos Tous, José Antonio de Luna y yo en el 2007. En ese momento ya se anticipaba la crisis del modelo de distribución tradicional, como había ocurrido con la música. Llegaba internet como una tormenta. Y las tormentas pueden ser una amenaza o una oportunidad. Para quien tiene sequía, es una oportunidad, para quien quiere ir a la playa, es una amenaza. Así que en el 2006, empezamos a construir el proyecto y encontramos socios. Pero en el 2008, poco después de lanzar la plataforma, llegó la crisis y se cerraron todas las posibilidades de inversión. Pasamos años de crisis, pero después superamos las dificultades con la entrada de financiación y con la convicción de que el modelo era válido: ser una plataforma local con todos los beneficios que eso conlleva.