Eva Piquer, contra la impunidad difamatoria

Novedad editorial

Diez años después, la escritora y periodista se resarce con ‘Difamació’ de los ataques que sufrió

Versió en català, aquí

Presentación del ensayo “Difamación” de Eva Piquer

Eva Piquer, este lunes en Paral·lel 62

Ana Jiménez

“Cuando una persona es difamada, el público ya no la escucha como persona legítima, sino como alguien manchado por la difamación, alguien que ha dejado de ser creíble: las suyas son palabras interesadas”. Eva Piquer escribe con conocimiento de causa, como una víctima que ha esperado diez años para escribir y para hablar. Las palabras de Difamació (Club Editor) tomaron cuerpo este lunes con la escritora acompañada en el escenario de Gemma Nierga y Alba Riera en la sala Paral·lel 62, donde Piquer decidía que sí, que es una “persona legítima”, diez años después de haber sido atacada, diez años de silencio.

En el hospital donde se confirmaba el diagnóstico de cáncer de su marido, el periodista Carles Capdevila, la escritora y periodista leyó uno de los artículos que Bernat Dedeu –en el libro la autora lo llama Ricard– publicó en su blog en que escribe que si su marido muriera ella se convertiría en “la viuda oficial de la tribu”, en “nuestra futura Pantoja”. Piquer escribe que Capdevila murió “un año, siete meses y dieciocho días” después, y desde entonces “no ha pasado ni un día en qué el Vómito –es así como nombra los artículos de Dedéu/Ricard– no me haya condicionado de una manera u otra”. Durante la presentación, Piquer reflexiona: “Esta persona decía que yo haría unos libros de poca monta sobre el duelo, y yo necesito entender las cosas escribiendo, escribir es lo que me motiva, así que me autoprohibía escribir sobre el duelo o sobre cómo te lo haces para continuar adelante cuando has sufrido una catástrofe, que al mismo tiempo era lo único que me interesaba. No lo quería hacer para no darle la razón a mi difamador, hasta el punto de que cuando publiqué Aterratge (Club Editor, 2023) durante un año fui a una psicóloga para que me preparara sobre lo que podría decir mi difamador sobre mi libro. No dijo nada. Quizá le sorprendió que yo supiera escribir”. 

Lee también

En el acto de presentación también ha evitado decir su nombre: “Estoy hablando de un arquetipo de persona, y querría ir mucho más allá de un individuo concreto. Mi caso es muy extremo, pero todos tenemos en la cabeza a alguien que nos ha difamado, que ha mentido sobre nosotros, que nos ha desacreditado, que nos ha hecho daño a conciencia. Y no digo su nombre porque, francamente, no me apetece mencionarlo, no me da la gana, no se lo merece”.

Su libro habla de lo que sufrió, analiza su dolor e intenta trascender su caso particular para situarlo en un mundo donde a menudo difamar sale gratis bajo el disfraz de la libertad de expresión y la voz de la disonancia rebelde. “Me he sentido lo bastante fuerte para responder, para dejar de callar. Y hablo de mí, pero estoy hablando de nosotros. Ya sé que Catalunya es un país pequeño donde todos nos conocemos, pero tendríamos que dejar de callar, tendríamos que preguntarnos a qué tipo de personajes damos micrófonos y altavoces. Yo he necesitado practicar una autopsia al escarnio continuado que sufrí, he analizado aquella difamación por todos lados y he encontrado rastros evidentes de clasismo, de misoginia y de neofascismo. Son elementos lo bastante nocivos, me parece”, señala Piquer, que también recuerda que mucha gente le escribió “escandalizada, me lo hicieron saber al oído, pero como si nada hubiera pasado, mi difamador siguió teniendo voz, y todavía la tiene, en medios públicos y privados, con una impunidad que tendríamos que querer romper”, porque “cuanto más callas, más te cuesta salir del silencio, porque te puedes acabar creyendo que tu difamador tiene razón”. “Cuando me difamaron, recibí infinidad de mensajes en privado, pero nadie me defendió públicamente. Yo quiero sacudir y romper la impunidad”, insiste Piquer.

Horizontal

Alba Riera, Gemma Nierga y Eva Piquer, en Paral·lel 62

Ana Jiménez

“Cuando me difamaron, recibí infinidad de mensajes en privado, pero nadie me defendió públicamente”

Como dijo la editora Maria Bohigas al abrir el acto: “A lo largo de estos diez años, el insulto, la injuria, el escarnio, la difamación, han dejado de ser recursos excepcionales para convertirse en una conducta banal. No hay espacio público que se salve, ni las redes sociales, ni los gobiernos, ni los parlamentos. Un número cada día más alto de usuarios la practica de forma habitual. Una mayoría abrumadora de personas la sufre sin poder defenderse. El lenguaje de la brutalidad se ha impuesto como norma y conviene señalar esto: quien se ha concedido el derecho a agredir con la palabra, se ha concedido el derecho a la violencia bajo la fórmula que sea”.

Acaba el acto y por los altavoces suena Tú a mí no me hundes, cantada, claro, por Isabel Pantoja: “¿Para qué llorar? (...) Te juro por mi madre, no me vas a hundir. / Tú crees que soy cobarde y no me vas a hundir”.


Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...