Hace menos de un mes estuvo en las carteleras españolas como protagonista de la comercial Black Phone 2 , y ahora regresa con una propuesta totalmente diferente, Blue Moon , una nueva colaboración con su director preferido, Richard Linklater, en la que Ethan Hawke pulveriza el corazón de la audiencia como Lorenz Hart, el letrista de grandes éxitos de Broadway como My Funny Valentine o The Lady is a Tramp . Ambientada seis meses antes de su trágica muerte a los 48 años tras el estreno de su última colaboración con el legendario Richard Rodgers, Blue Moon cuenta con Andrew Scott y Margaret Qualley.
Reflexiones de una carrera
“Una vida no te alcanza para brillar en esta profesión”
¿Por qué quiso explorar la vida de Lorenz Hart?
Los actores somos tan buenos como las oportunidades que se nos presentan. Y vi aquí la de interpretar a un personaje que no había visto antes en el cine. He pasado la vida con gente de teatro y mi sensación era que le conocía, que hubiese pasado un par de noches con el viejo Larry. Le conozco, le adoro, le admiro. Y me rompe el corazón. Me moría por hacer el papel. Estaba hipnotizado por él.
Lorenz era muy bajito. ¿Cómo hizo para convertirse en él?
Esa era una parte muy importante de mi caracterización, por la forma en la que la altura influye en como la gente te trata. Hay quien asocia altura con fuerza, poder y sexualidad, por más que todos conozcamos personas bajitas que son más poderosas, más sexys o más inteligentes. La altura te afecta y sabía que eso iba a ser importante para el personaje. En cualquier caso, la historia del cine ha hecho que muchas estrellas sean más altas en la pantalla que en la vida real, tranquilamente podíamos hacer lo contrario.
Margaret Qualley y Ethan Hawke en 'Blue moon'
¿Cuan complejo fue filmar en un solo lugar, como teatro?
Filmamos en una sola locación en tiempo real, pero no hay nada teatral en la intimidad que se genera en esta historia. Lo que para mí es una cualidad cinematográfica es que vamos a ver en tiempo real como el corazón de una persona es roto de manera que se convierte en algo intolerable. Algo en el cine captura eso maravillosamente.
La película trata sobre el alcoholismo de Lorenz Harts. ¿Por qué cree que es algo tan común en la industria del espectáculo?
El alcohol no discrimina entre profesiones. Mata gente en todo el mundo. Recuerdo algo que Richard me dijo cuando yo era muy joven: decía que si te fijas en las carreras de los demás, no es la sociedad o la profesión lo que desmantela la pasión, el entusiasmo o la curiosidad por la vida. Suelen ser los problemas internos, y si logras mantenerte alejado de las adicciones, tendrás mas posibilidades de tener éxito en la vida. Digo una frase muy bonita en el filme: “Nadie nunca me amó tanto”, y aunque Lorenz trata de parafrasear algo que escuchó en Casablanca , refleja cómo piensa alguien que no puede absorber el amor de los demás. Él siente que el amor que ha dado nunca ha sido recíproco. Y eso le genera un tremendo dolor que además le confunde.
El alcohol no discrimina entre profesiones. Mata gente en todo el mundo
¿Qué le diría hoy a aquel actor que comenzó a los 15 años?
Una de las cosas que distingue a los jóvenes es que no te escuchan, por lo que es probable que aquel Ethan Hawke no tenga interés en lo que pueda decirle yo hoy. De todos modos, tengo esa oportunidad en mi hija de 27 años y mis hijos de 23 y 17. Veo mucho de mí en ellos. Y lo que es extraño es que lo que veo en ellos de mí no tiene que ver conmigo, sino con mis abuelos, algo continuo se mantiene de generación en generación. Hay cosas que siento mías, intrínsecas a quién soy yo. En ese sentido, lo que me lleva a hacer películas con la gente que quiero son los sueños que siempre he tenido y que valoraba a los 15 y también a los 55. Esto no es un trabajo para mí. Es el cumplimiento de mis sueños.
¿Seguirá pensando igual de aquí a unos años?
Eso espero. Hubo momentos en mi vida en los que pensé que no iba a estar enamorado de esto para siempre. Cuando tenía 40 pensaba que lo iba a seguir haciendo diez años más y luego haría algo útil con mi vida, como obras de beneficencia. Luego me di cuenta que una vida no te alcanza para brillar en esta profesión. Hoy veo las cosas de manera diferente a los 21 años. Recuerdo hace unos años a Patrick Stewart e Ian McKellen interpretando Esperando a Godot . El teatro estaba lleno, con localidades agotadas. Muchos jovencitos querían ver de cerca a Gandalf y al capitán Picard. Esos veteranos habían logrado capturar la atención de la audiencia joven y les estaban regalando un Beckett de primera calidad. La gente se iba asombrada tras una actuación espectacular producto de haber dedicado la vida a estudiar. Fue impactante. Salí de esa función consciente que hay cosas que solo se pueden lograr con toda una vida de trabajo, así que yo espero seguir actuando a los 94...
