Hay que dejar de penalizar los intentos y poner en valor atreverse a hacer cosas sabiendo que a la primera quizá no te saldrá, y quizá tampoco o a la segunda o la tercera”, dice Raül Romeva (Madrid, 1971) sobre uno de los temas centrales de su novela, Hipòxia (La Campana), en la que narra la vida de Blue, un nadador de aguas abiertas que vive en el Centre d’ Alt Rendiment (CAR) de Sant Cugat y “es diferente de los demás, solo se siente bien en el agua”. Tiene un don, que es el entrenamiento en hipoxia, es decir, sin respirar.
Si bien Romeva es más conocido por su vertiente política, y la mayor parte de sus 21 libros son de ensayo, él asegura que “está en la ficción donde digo cosas más punzantes, porque te permite desnudarte”. Aquí plantea una historia en clave metafórica que “cada uno interpretará a su manera”, y por eso entiende que habrá lectores que verán paralelismos con el proceso independentista, pero para el autor va más allá.
“Los que venimos del mundo del deporte sabemos que el fracaso forma parte del camino y lo normalizas con toda tranquilidad. Yo intento hacer una reflexión desde mi experiencia, porque nuestra sociedad mide el fracaso de una manera muy simple, banal y superficial. Hay que dejar el resultadismo de lado, porque nos hace olvidar que el camino tiene muchas opciones –asegura–. Si el objetivo no es ser campeón olímpico, ¿qué sentido tiene hacer tantos sacrificios, entrenar tantas horas, tener dietas estrictas o no poder ir de fiesta como los amigos?”. En el libro también quiere reivindicar que los deportistas de élite “tienen herramientas, recursos y capacidades, y sobre todo una actitud que la media de la sociedad no tiene”, porque el deporte no es una finalidad en sí misma, sino que “hay que apostar por el alto rendimiento como un proceso para formar ciudadanos”.
Romeva sabe de qué escribe, ya que además de ser nadador y haber hecho investigación sobre el deporte, tiene dos hijos formándose en el CAR –Elda, atleta, y Noah, waterpolista– y también comparte con su protagonista las altas capacidades, lo que para Blue “está muy relacionado con una alta sensibilidad, vive el mundo a partir de una mirada diferente, y eso no siempre es bonito. Es una reflexión sobre cómo personas así se enfrentan a un mundo superficial, y por eso Blue vive en las profundidades tanto del agua, que es su medio, como de la sociedad, y necesita la profundidad para encontrarse a sí mismo y para encontrar sentido”.
Raül Romeva
El protagonista, que tiene altas capacidades, “vive en las profundidades del agua, pero también de la sociedad”
Más que épica, es una historia de “resistencia y superación, con un protagonista que es un pionero, pero no un héroe”, desarrolla el autor. A su Blue se le abre una perspectiva inesperada hacia la que de algún modo apuntaba toda la vida, pero tendrá que tener en cuenta los riesgos y el sufrimiento: “Se asume y se gestiona, pero no puedes estar todo el día castigándote”.
El libro bebe de algunos referentes deportivos como el saltador de altura Dick Fosbury y la importancia de la convicción en lo que se hace, el apneísta Jacques Mayol y el retrato que Luc Besson hizo de él en El gran azul, o el nadador Michael Phelps, que a pesar de ser el mejor nadador de la historia defendía que “nadar es lo que hago, no lo que soy”. El Blue de la novela también tendrá que encontrar su lugar.
“Penalizamos mucho a la gente que se atreve por primera vez a hacer cosas y si no salen adelante, les castigamos, les condenamos, los hundimos, los destrozamos, y no ponemos en valor todo aquello que colectivamente nos ha aportado, en el ámbito que sea, que se hayan atrevido a hacer algo que nosotros no habíamos osado”. En su quinto libro de ficción, Romeva defiende las nuevas oportunidades.


