De Juan Rulfo al Dr. Atl: un recorrido por la cultura de Guadalajara

/ Especial / La anfitriona

Autores como Antonio Ortuño o Cecilia Magaña, la revista 'Luvina', el sello-librería Impronta Casa Editora o la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz conforman el rico tejido cultural de la ciudad que acoge la FIL

Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz de Guadalajara, una de las imágenes emblemáticas de la cultura de Jalisco

Interior de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, una de las imágenes emblemáticas de la cultura de Guadalajara

Universidad de Guadalajara

Menos conocido que otros autores de Jalisco, como Juan Rulfo o Juan José Arreola, el Dr. Atl es una de las figuras más magnéticas del arte y la literatura mexicanos. Nacido en Guadalajara en 1875, no sólo cultivó las letras y la pintura, también fue geólogo e incluso vulcanólogo, maestro, periodista, político revolucionario, agitador cultural, viajero y aficionado a la utopía. 

En el apasionante ensayo Olinka: la ciudad ideal del Dr. Atl (El Colegio Nacional, 2019), Cuauhtémoc Medina estudió el proyecto urbanístico y filosófico que ocupó al polímata durante toda su vida: el diseño de un espacio de confluencia entre artistas y científicos, donde pudieran vivir al margen de la presión social. Los dibujos y planos recopilados por Medina evidencian que esa idea habitó durante décadas en sus sueños.

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Unas personas observan la obra 'Autorretrato', del pintor y escritor Dr. Atl en la exposición 'Rotación Cósmica' que tuvo lugar en Guadalajara, en el estado mexicano de Jalisco 

Ulises Ruiz Basurto / EFE

Pero México no es un país idealista: Antonio Ortuño, en su novela Olinka (Seix Barral, 2018), aterriza y descuartiza esas proyecciones vanguardistas del siglo XX, haciendo que sus protagonistas, los miembros del clan Flores –empresarial y corrupto–, se inspiren en ese plan utópico para erigir una residencia de lujo, en el contexto de Jalisco como paraíso del lavado de dinero en el siglo XXI.

Con humor negro y dominio del lenguaje —entre oral, crudo y poético—, Ortuño ha sido implacable en su obra con las podredumbres de su ciudad y su país natales. Pero su mirada no está exenta de ternura y melancolía, tal vez porque esas derrotas también son periódicas, generacionales y, por tanto, un poco propias. En su última novela, La Armada Invencible (Seix Barral, 2022), narra cómo Barry Dávila, después de un sueño, intenta reunir a sus viejos amigos y reconstruir su banda de heavy y thrash , desaparecida veinte años antes. Pero otro personaje enseguida nos recuerda que las visiones riñen con las derrotas cotidianas: “En el momento en que se producía en la cabeza de Barry la revelación de los tiempos de gloria por venir, estaba yo al otro lado de la ciudad, hundido en mierda laboral hasta las mismas orejas”.

/ La revista ‘Lubina’ o el sello-librería Impronta Casa Editora, lugares clave para el desarrollo literario local

La tensión entre la brutalidad de lo real y la elevación de las iniciativas culturales se puede vivir anualmente durante la importantísima Feria Internacional del Libro, que reúne a escritores, lectores y profesionales de la edición en una metrópolis de gran poder económico y cultural, pero con medio millón de personas en situación de extrema pobreza. Esos contrastes pueden explicar el título que escogió para su novela la narradora Cecilia Magaña: Old West Kafka (Paraíso Perdido, 2018), porque tanto México como el capitalismo son remezclas kafkianas. Pero, como dice otro escritor de Guadalajara, Luis Vicente de Aguinaga: “Pide un deseo. / El mundo / no está para miserias”. Y en otro poema añade: “Pero en dónde, como no sea en la sombra, / puedo siquiera buscar luz / o nada más buscar y encontrar, por ahora, lo que sea.”.

Aunque la FIL constituya la marca más visible de las que buscan en la literatura estrategias de elevación, convive con otros espacios e instituciones cuya actividad es constante durante todo el año, también con la Universidad de Guadalajara como motor y centro. El año que viene cumplirá 30 años la revista Luvina, que impulsada por los escritores Silvia Eugenia Castillero (En un laúd —La catedral, Fondo Editorial del Estado de México, 2012) y Víctor Ortiz Partida (hacia días felices simples rastros, Mano Santa, 2020), trasciende lo que se entiende por revista universitaria. Es tanto un lugar de visibilidad de autores locales, nacionales e internacionales consagrados como una plataforma donde apostar por la emergencia, que incluye ficción y artes gráficas, además de periodismo. 

/ Con sus cuatro estrellas rojas en la cúpula blanca, la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz es un emblema cultural

En el número del último verano, por ejemplo, encontramos un ensayo de la argentina María Negroni, un cuento de la escritora china Su Tong y mapas tejidos de la artista de Guadalajara Isa Carrillo, junto con dos textos de los estudiantes Mariana Camacho Cruz y Uriel Velázquez Bañuelos en la sección Luvina joven. También las artes y las letras conviven en la espectacular librería Carlos Fuentes, que dirige Verónica Mendoza, cuyos 70.000 títulos en exhibición dialogan con el espacio de la Galería.

Otro espacio icónico, pero de naturaleza independiente, es Impronta Casa Editora, un sello y una librería (especializada en editoriales iberoamericanas independientes) y una sala (de muestras más o menos fugaces) y una imprenta tradicional (“cada impresión, una obra única”) y un lugar de encuentro y culto al papel y todas sus formas, en una casona antigua, en un extremo de la colonia Americana. 

Cecilia Magaña, Antonio Ortuño y Luis Vicente de Aguinaga, autores de Guadalajara

Cecilia Magaña, Antonio Ortuño y Luis Vicente de Aguinaga, autores de Guadalajara

Revista Morbífica/Inma Saínz de Baranda/Universidad de Guadalajara

Desgraciadamente desapareció hace poco Elegante Vagancia, una librería de primeras ediciones, libros objeto y catálogos editoriales completos, que era en sí misma una obra de arte, por la ordenación de sus libros según los criterios conceptuales de su artífice, Carlos Ranc. Se encontraba en la Casa Cristo, sede del Colegio de Arquitectos y obra ni más ni menos que de Luis Barragán.

En otro edificio muy singular, el 19 de julio de 1991, durante la primera Cumbre Iberoamericana, fue inaugurada la Biblioteca Iberoamericana, que después completó su nombre con el del ensayista y poeta Octavio Paz. La estructura que la aloja nació en el siglo XVI como iglesia de un colegio jesuita, devino después edificio gubernamental neoclásico, fue cuartel y caballerizas durante las turbulencias revolucionarias, tras la cual fue intervenida por muralistas de la talla de David Alfaro Siqueiros, y albergó también durante tres décadas la oficina de Telégrafos Nacionales. Ahora es una de las imágenes emblemáticas de la cultura de Jalisco, con sus cuatro estrellas rojas en la cúpula blanca y, sobre las estanterías de libros y las mesas de estudio, los murales que celebran la épica del trabajo, en aquellos tiempos de pólvora y posible revolución. /

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