A la histórica sala Razzmatazz de Barcelona, conocida por los miles de conciertos que ha albergado tanto en su actual etapa como cuando era la Zeleste, famosa también por las fiestas universitarias y por ser, a la vez, un punto clave de la noche barcelonesa le tocó este miércoles volver a cambiarse de piel y transformarse en una suerte de local de ensayo con más de 2.000 entregados fieles, muchos de ellos extranjeros y con su cerveza de rigor en mano.
Y es que este miércoles por la tarde, el recinto del Poblenou acogió uno de los recitales más esperados del ciclo Primavera a la Ciutat que, como se puede intuir, es paralelo al Primavera Sound y durante los días previos y hasta el final del conocido festival organiza 57 conciertos por varias salas de la capital catalana. Algunos de sus nombres pasarán, también, por el Fòrum. Y en esta ocasión, Beach House fueron los protagonistas.
Media hora de retraso, una pantalla gigante fundamental y éxitos como 'Space Song', 'Master of None', 'Silver Soul' y 'Myth'
Como si fuera el ensayo general de cara a su actuación del viernes -son el plato fuerte junto con Sabrina Carpenter y Haim-los estadounidenses Alex Scally y Victoria Legrand realizaron un repaso a sus dos décadas de trayectoria y con su fórmula marca de la casa: los dos en el escenario, junto a un batería, y llenándolo a base de guitarras, teclados, sintetizadores y unos temas que aunque puede parecer que huyen de lo más comercial e incluso repetitivos, convencen a sus seguidores. Sin ir más lejos, suman 15 millones de oyentes mensuales en Spotify. Unas cifras que dejan helado, como seguro que acabó más de uno por el fuerte aire acondicionado de la sala.
Es cierto que en Razzmatazz el formato fue más reducido del que les gusta -se autodefinen como una banda de festivales y, de hecho, son unos clásicos del Primavera Sound, incluso en sus ediciones en Sudamérica, Madrid y este año también en Portugal-, pero supieron convencer a los presentes con su dream pop y un sonido que roza lo psicodélico con un show en el que la iluminación y una pantalla gigante también son fundamentales: durante gran parte del recital, los músicos son simples siluetas.

Durante gran parte del recital, los músicos son simples siluetas
Sin embargo, la actuación no comenzó como se esperaba. Y es que los protagonistas de la noche tardaron media hora en subirse el escenario, lo que provocó algún silbido impaciente. Y cuando lo hicieron, intentaron comenzar hasta dos veces Levitation, su canción de apertura pero en la que tuvieron algunos problemas técnicos. Ante la duda, pasaron página y entonaron Lazuli como primer tema completo de la velada.
El concierto no destacó por las interacciones de la banda con los asistentes. No obstante, sí fue un viaje atemporal en el que sacaron a relucir, sobre todo al principio, sus primeros discos con Silver soul y su “It is happening again” eterno, una Master of None con la que empezó todo como un cántico contra aquellas expectativas sociales que no te dejan ser libre, Gila, publicada tan solo dos años más tarde, y Myth, en la que reflexionan sobre la incertidumbre de la vida.
Sin ninguna duda, los dos álbumes que más destacaron fueron Depression Cherry (2015) y 7 (2018), que provocaron el máximo apogeo de la banda. Así llegaron Beyond Love y una PPP con una introducción que recuerda, por qué no decirlo, a Clocks de Coldplay. Por su parte, Dark Spring fue la primera alusión a su séptimo álbum, de ahí su simple título, que también estuvo representado por Drunk in LA, Lemon Glow y Girl of the Year.

Este viernes son el plato fuerte en el Primavera Sound junto a Sabrina Carpenter y Haim
La inesperada Saltwater fue la encargada de arrancar los bises, y entonces llegó el momento más esperado de la velada. Y es que los propios Beach House consideran que su trayectoria ha tenido una segunda vida gracias a Space Song, que primero triunfó en YouTube y luego explotó en TikTok. ¿El resultado? 180 millones de reproducciones en YouTube y supera las 1.391.000.000 en Spotify. En ella, Alex y Victoria recuerdan que “tierna es la noche para un corazón roto”. Y en ese momento de la jornada, este verso ya empezaba a cobrar mucho sentido.
Para el dúo de Baltimore otra característica de la vida es que, pese a que muchas experiencias parecen irrepetibles, son muy frecuentes. Y con esta idea que recogen en Over and Over y sus siete minutos de duración -¿no habíamos dicho que huyen de lo comercial?- cerraron su multitudinario ensayo en Razzmatazz. Y a juzgar por la convincente respuesta de los presentes quedó claro que, en solo dos días, también superarán la prueba en el Fòrum ante un público multiplicado por quién sabe cuánto.