La noticia no requiere de un sofisticado ejercicio de investigación. Basta con visitar la página web oficial del FC Barcelona y buscar entrada para el partido de este domingo: Barça-Valencia en el estadio Johan Cruyff. Una localidad VIP, es decir, muy cercana al terreno de juego, con acceso a una sala especial y “catering premium”, puede ser suya a partir de 1.500 euros. El precio es prohibitivo pero aún puede incrementarse en los próximos días al aplicarse en este tipo de asientos de privilegio una subasta. Y demanda, aunque pueda sorprender, hay mucha. Por la mañana, por ejemplo, esas mismos tickets costaban 500 euros.
¿Se beneficiará el club azulgrana de esos beneficios? Negativo. Esa información ya no aparece en la página web. Las localidades, un total de 475, serán propiedad durante los próximos 30 años de los inversores New Era y Fortia Advisor, que se aseguraron su comercialización a cambio de 100 millones de euros. De momento han avanzado 58.
La ensoñación
El club no cobrará por estos asientos pero calibra su impacto para el retorno al Camp Nou
Es probable que esas mareantes cifras hagan fruncir el ceño a muchos socios del club azulgrana. El martes la entidad les comunicó por correo electrónico dónde se jugaría finalmente la cuarta jornada de Liga, añadiendo que las 6.000 localidades del estadio Johan Cruyff serían para ellos, en concreto para los 16.151 fieles que se abonaron a Montjuïc en las dos pasadas temporadas.
Ayer la cosa ya se había matizado. De las 6.000 entradas, 300 serán cedidas al Valencia para sus seguidores, y a esas 300 hay que sumar las mencionadas 475 correspondientes a público VIP, habitualmente extranjeros con alto poder adquisitivo. El socio agraciado por una entrada, por cierto, deberá pagar entre 42 y 78 euros en función de la zona elegida, un desembolso propio de partido único, superior por tanto al que correspondería si estuviera incluido en el abono. Es decir, no hay guiño al socio pese a que el error de jugar en el Johan Cruyff cabe computarlo exclusivamente a la cúpula directiva.
El reparto se modifica
El Valencia recibirá 300 entradas y los socios del Barça deberán pagar entre 42 y 78 euros
Lo que para el socio es otro giro de guion de complicada digestión supone un hilo de esperanza para la junta. La deducción es obvia. Si un partido disputado en un estadio de dimensiones diminutas atrae tanto cliente VIP, qué no pasará cuando el Spotify Camp Nou se reabra en su plenitud, con casi 10.000 asientos VIP en su mayoría no vendidos a terceros.
La ensoñación de ver finalizado el Spotify Camp Nou, sin embargo, se ha convertido en una pesadilla. Las urgencias por regresar al hogar de siempre, al que se ha fiado gran parte la recuperación económica, han provocado una catarata de errores gruesos que ahogan a la entidad. La junta se obligó a un exilio para agilizar las obras de remodelación pero el calendario no se ha cumplido. El reloj avanza y los ingresos decrecen.
Urgencias
El club, por imperativo económico, prefiere volver al Camp Nou antes que a Montjuïc
Si la excursión a Montjuïc ya supuso unas pérdidas millonarias, huelga decir que enviar al primer equipo al estadio Johan Cruyff es desde ese mismo punto de vista ruinoso. Más allá de la imagen de itinerancia que se proyecta, los números cantan. Más bien, desafinan.
El presupuesto para la presente temporada, todavía por presentar, no tenía contemplado este contratiempo. De hecho, contaba con haber vuelto al Camp Nou con 60.000 espectadores y los respectivos 475 asientos VIP que garantizaban el retorno al cumplimiento de la norma 1:1. Esa asintonía entre previsión y realidad provoca ya una primera desviación presupuestaria negativa, que podría agravarse porque no es descartable que el Barça-Getafe se dispute en el mismo escenario.
Calma relativa
Los inversores no se inquietan, el pastel llegará con Lamine en el nuevo estadio
En el club, apuestan antes por un Spotify Camp Nou con 27.000 espectadores en una primera fase antes que por Montjuïc por varias razones: ahorrarse el alquiler del recinto (la primera temporada ascendió a 20 millones de euros porque incluyó la cuota al Ayuntamiento y la adecuación de los alrededores y los accesos), lograr el plácet del auditor y de LaLiga a la operación de los 475 asientos VIP una vez productivos en su espacio definitivo y no itinerante, y aprovechar los ingresos que se generan en la Botiga y demás servicios a lo largo de un día de partido.
Aunque se insiste desde algunos sectores en afirmar que quienes más presionan al club son los acreedores, es decir, quienes financiaron los 1.500 millones de coste del Espai Barça, en realidad esa inquietud es relativa. Los inversores saben que tarde o temprano el Camp Nou estará acabado y el pastel será colosal. Así que el préstamo les será devuelto.
Hay gente dispuesta a pagar más de 1.500 euros por ver al Barça de Lamine Yamal, así que temor, no hay.