El despertador suena a las siete de la mañana. Se enciende el ordenador y empiezan a aparecer estadísticas de los partidos del día anterior. Los nombres de jugadores se multiplican. Si hay algo destacable, queda marcado para profundizar más adelante. A las nueve de la mañana, desayuno con el entrenador para diseñar la jornada. Y luego, a la oficina, a multiplicarse para contestar a todas las llamadas y encontrar huecos para ver los partidos que tiene marcados y rellenar sus infinitas hojas de Excel. Hasta las nueve de la noche. Y así, un día tras otro. El éxito del Baxi Manresa no es fruto de ninguna casualidad, brota del trabajo incansable de todos los que forman la entidad, como Xevi Pujol (Manresa, 1990), el director deportivo más joven de España y el arquitecto de un equipo obligado a reinventarse cada temporada.
El nombre de Pujol podría aparecer en el diccionario junto a la definición de baloncesto. Lo intentó primero como jugador, pero no pudo ser. A los 16 ya empezó a formarse como entrenador. Y a los 30 saltaba a los despachos, con una decisión que no se había planteado hasta ese momento. “Llevaba seis años siendo técnico ayudante en Manresa, pero siempre me había gustado controlar el mercado, conocer a los jugadores. Ya hacía labores en este sentido para ayudar al club, y creo que una cosa llevó a la otra. A los 30 se me planteó un dilema como era el de dejar el banquillo y subir al despacho, y vi que me motivaba mucho”, recapitula el manresano, que acepta abrir las puertas de su despacho, repleto de secretos, a La Vanguardia días antes de partir rumbo a Las Palmas con la expedición manresana para afrontar su tercera Copa del Rey en cuatro temporadas. Apunten otro éxito para él.
No cuajó como jugador y, en plena formación como técnico, su pasión por el mercado le llevó a los despachos a los 30
Ser director deportivo del Baxi Manresa es una misión arriesgada. Dadas las limitaciones presupuestarias del club, cada verano toca recomponer la plantilla casi en su totalidad. Una meta que Pujol alcanza con notable éxito curso tras curso a pesar de su insultante juventud. “Al principio se decía que por mi edad y mi falta de experiencia no podría desarrollarme, que no me ganaría el respeto de los representantes, pero yo lo vi como una oportunidad, que cuadra con mi manera de ser”, rememora. Los inicios no fueron fáciles. “Los representantes tienen intereses diferentes al Manresa y me ponían a prueba, a veces intentando añadir cláusulas poco habituales y otras inflando precios. Es algo que también me ocurre ahora, pero creo que al inicio me intentaban medir y me miraban con lupa. La experiencia y el conocimiento me dan ahora capacidad para analizar las cosas más rápidamente y una velocidad de ejecución mayor”.
Otro de sus méritos es que no ha aprendido a la sombra de nadie. “Somos muy pocos en esta profesión, y he sido bastante autodidacta. Empecé en plena covid y pedí algún consejo, pero tuve muy poca respuesta, ya fue una señal de que tendría que espabilarme”, relata mirando al pasado.
“Somos muy pocos en esta profesión y he sido bastante autodidacta; tuve que espabilarme”
De la noche a la mañana, la vida de Xevi Pujol dio un giro radical. Convertirse en director deportivo de un equipo ACB a los 30 años era una oportunidad con la que jamás había soñado y la agarró con todas sus fuerzas. Todo lo que no era baloncesto quedó en standby. Con el tiempo ha aprendido a modularlo y a dejar espacio para otras cosas, que también son importantes. “Me cuesta mucho desconectar. En mis primeros años, allá donde iba me llevaba el ordenador por si pasaba algo. Era muy obsesivo como mi trabajo y aún lo sigo siendo. Pero hace dos años empecé a cambiar un poco, el nacimiento de mi primera sobrina me hizo plantearme muchas cosas. Había malacostumbrado a mi entorno porque saben que mi trabajo me gusta mucho, pero ahora he descubierto que aunque se acostumbren no es lo adecuado. Ahora mi vía de escape principal es cuando voy a Grenoble a ver a mis sobrinos, o cuando sé que voy a ir pronto. Hay que equilibrar lo profesional con lo personal, lo he aprendido”, confiesa Pujol, que va deslizando sonrisas durante la charla recordando el trayecto realizado. Su buen trabajo en los despachos, a pesar del ajustado presupuesto que maneja, se ha traducido en la buena trayectoria del Baxi Manresa en las últimas temporadas. El último ejemplo ha llegado este verano, con la marcha de una leyenda como Pedro Martínez. Lejos de ser traumática, Pujol ha conducido el relevo con maestría. “Mi idea era mantener la identidad que hemos creado. La gente viene al Congost a ver a un equipo que luche y anote muchos puntos, y Diego (Ocampo) encajaba perfectamente. A veces me cuesta visualizar algunas cosas, pero cuando tengo algo claro, lo tengo, y así fue esta vez”, conviene.

Xevi Pujol, en el Nou Congost
Un acierto acompañado del fichaje de la estrella del equipo, Derrick Alston jr., que también lleva su firma. “Lo seguía desde que jugaba en la G-League y también conocí a su padre –exjugador del Manresa–. Le enviamos un vídeo con aspectos defensivos que nos generaban dudas y tres días después nos respondió con otro vídeo trabajando esos aspectos con su preparador personal. Ahí nos lanzamos. No éramos la oferta más competitiva, pero al ser Manresa y con su padre de por medio se decidió a venir”, desvela.
En su enésima reinvención, los fichajes de Derrick Alston jr. y Diego Ocampo llevan su firma
Sus éxitos provocan que cada verano le suene el teléfono con ofertas de trabajo. “Lo intento llevar con normalidad”, defiende el director deportivo, al que no se le intuye una fecha de salida de Manresa. No en vano, es el arquitecto de su éxito.