Y al noveno día, Vingegaard se exhibe en la Vuelta

Vuelta a España | 9.ª etapa

El danés sorprende con un gran ataque, gana en Valdezcaray y deja tiritando a sus rivales 

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Vingegaard gana en solitario en la Estación de Esquí de Valdezcaray 

ANDER GILLENEA / AFP

Ocho días y Jonas Vingegaard sigue pasota, ahorrador, sin inmutarse. Deja pasar las etapas de los Pirineos (Pal y Cerler), como si no quisiera dar una pedalada de más ni gastar un gramo de fuerza, pensando en Asturias, en la tercera semana. Da vidilla a los rivales. Alguno con Ciccone se veía capaz de plantar cara al doble ganador del Tour. Los del Emirates, con tres victorias consecutivas, estaban crecidos, creyendo que esa guerra de guerrillas estaba haciendo mella en el danés. Incluso Traen, el líder noruego, se encuentra cómodo, soñando con llegar al Angliru de rojo.

Y cuando menos se lo esperan todos, llega la furia de Vingegaard, que dinamita la carrera a su antojo.

Un nuevo patrón

El Vingegaard pasota y ahorrador se acabó. Con su ataque, a 11 de meta, disipa dudas y mete miedo

Al noveno día, antes del primer día de descanso, el gran favorito se mueve. Y su ataque no es un farol. Es durísimo, para disipar dudas, para meter miedo. ¿No queríais verme? Aquí me tenéis. A ver si podéis seguirme.

Entonces, la calma en la que vivían los otros aspirantes se torna preocupación. El escalador danés los pone al límite, contra la espada y la pared, los deja tiritando.

Ciccone intenta pegarse a su rueda, pero como Ícaro se quema. Agacha la cabeza, mira a sus pedales, no puede más.

Más atrás, Almeida primero se escuda un rato en Vine, a falta de Ayuso, desaparecido, y después responde en primera persona. El portugués marca su ritmo, siempre de menos a más, y solo Pidcock puede ayudarle un poco. Ciccone ni siquiera puede seguirlos.

El más fuerte

Con un único movimiento lo clarifica bastante todo: saca 24s a Almeida, un minuto a Gall y casi dos a Traen y Ciccone

Hay un par de kilómetros en que Almeida ve a Vingegaard. La distancia baila alrededor de los diez segundos. Lo tiene a tiro. Pero el danés es duro de roer. Insiste, no se deja atrapar, le tortura... hasta que el del UAE se pliega, hinca la rodilla.

Es el Vingegaard por el que todos preguntaban. No el que ganó en Limone Piamonte en una photofinish, sino el que destroza la moral de sus contrincantes con sus ataques. Con un único movimiento lo clarifica bastante todo: saca 24s a Almeida, un minuto a Gall y casi dos a Traen y Ciccone. Y no se pone líder porque no quiere tanto protocolo. Hasta el punto de que Kuss y Jorgenson tiran un poco del noruego para salvarle la papeleta.

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