Vingegaard gana en un sprint de montaña por medio tubular y es el nuevo líder

Vuelta a España | 2.ª etapa

El danés deja con un palmo de narices a Ciccone en el final de Limone Piamonte

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Ciccone y Vingegaard lanzan la bicicleta para dirimir el triunfo de etapa 

Manon Cruz / Reuters

Uno se imagina las etapas de montaña como un reguero de ciclistas. A los corredores subiendo casi en solitario, desparramados, abandonados a sus fuerzas en las rampas. Llegando como el rosario de la aurora. Pero a veces el puerto no tiene dureza. O el asfalto está en tan buen estado que las bicicletas se deslizan con suma facilidad. O el final en alto llega en la segunda jornada y es demasiado pronto para sacar conclusiones y enseñar las cartas. Pero pasa muy pocas veces que la victoria en una subida se decide en un sprint tan apretado que cuesta saber quién ha ganado. Apenas hay diferencias. Sino que una pedalada, un golpe de riñón decide. Y por medio tubular, un par de centímetros, Jonas Vingegaard derrotó a Giulio Ciccone en Limone Piamonte, subida de segunda para las primeras diferencias.

El danés sorprendió a propios y extraños con esa punta de velocidad. No se suele prodigar en clásicas y finales pero dejó sin premio a uno de los mejores finalizadores en subida que hay en el pelotón, como Ciccone. Señal de que tiene la Vuelta a España entre ceja y ceja.

“Jonas ha estado impresionante con esa explosividad. Él confiaba en esprintar para ganar y lo ha logrado”, explicaba su compañero Jorgenson. Hasta sus colegas no daban crédito del buen final del danés que lo hubiera firmado casi el mismísimo Pogacar.  

Ni una caída frenó al líder del Visma. Al contrario, le dio alas. Ni la lluvia le amilanó. Fue una subida de nueve kilómetros pero con poco porcentaje. Y más que los líderes, que aparecieron en la última rampa, fue una jornada de lugartenientes. Bagioli trabajó para Ciccone. Pellizzari puso el ritmo para Hinley. Soler aceleró para Almeida. Kuss se desgastó para Vingegaard. Las segundas espadas tuvieron mucho protagonismo. Los favoritos aguardaron su momento al final.

Sin ataques, todo se decidió en un sprint a casi 1.400 metros sobre el nivel del mar. Y Vingegaard fue el más listo para ganar en el último suspiro. “Para ser sincero, tras la última curva pensaba que era imposible adelantar a Ciccone pero in extremis he sido capaz de pasarle”, confesó el danés, mientras el italiano del Lidl se quedaba frustrado.

“Las piernas son buenas pero me arrancado con un desarrollo demasiado duro y a 150 metros casi no podía. Quería coger el maillot rojo pero es una lástima”, explicaba tras quedarse con la miel en los labios, pues llevó la delantera en el sprint hasta que le rebasaron al lanzar la bici como si fueran Philipsen y Milan. 

Vingegaard, que ya ganó dos etapas en la Vuelta del 2023 (en el Tourmalet y en Bejes), se viste de rojo, algo que no logró entonces. Y el liderato le sirve para olvidar la rascada que se llevó para el recuerdo. Otro susto para su cuerpo.  

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