Alegría, suspense y, finalmente, se hizo el silencio. O lo que es lo mismo. Todas las emociones posibles del fútbol se apoderaron y transitaron por El Local, el centro cívico de Sant Pere de Ribes, el corazón del Garraf y el remanso de paz de Aitana Bonmatí. Cada vez hay más personas que apuestan por venir a vivir aquí buscando la calma, tal y como indica el último censo, que en el 2024 registró 32.000 habitantes. Sus calles reflejan una mezcla entre lo tradicional y lo contemporáneo: desde masías centenarias hasta urbanizaciones modernas.
Ribes –como a Aitana y a su gente les gusta llamarlo– ha sido testigo del crecimiento personal y profesional de la jugadora del Barça. Por eso, ayer un centenar de personas llenaron este clásico centro cívico que, fiel a su nombre, transmite cercanía y espíritu comunitario. Es como decir: “Nos vemos en el local de todos”, comentan los vecinos que ocupan las escaleras y los asientos de El Local.
Sus columnas son de hormigón, las paredes presumen del ladrillo sin pintar, los suelos son de baldosas grandes con marcas de agua de toda la vida y las barandillas y las sillas son verdes, del color de los pupitres del instituto. Eso sí, para la ocasión se reforzó con una pantalla grande.“Lo hemos organizado porque Aitana es alguien muy especial para nosotros. Es una más del pueblo, te la encuentras en cualquier cafetería haciendo vida aquí. Lleva el nombre de Ribes por el mundo y transmite unos valores, como mujer y futbolista, que la convierten en una referente”, contó la alcaldesa de Ribes, Ana Herrera, a este diario.
Las familias compartieron chips, guacamole, helado y bebidas para apoyar a su referente
Había aire acondicionado –lo más importante para disfrutar del espectáculo y huir de los 32 grados del exterior–, e incluso una tarima con escaleras, que ocuparon padres, madres y niños con palomitas, helados de fresa y zumos. Algunos, como Tessa y su marido Jacques, acudieron más que preparados con su hijo pequeño: ataviados con tápers de chips con guacamole e incluso copas de vino espumoso.“Yo soy de Canadá y mi marido es italiano. Vivimos en Ribes desde hace tres años y Aitana nos ha enganchado al fútbol y a sus valores”, contaba Tessa.

El interiordel centro cívico de Sant Pere de Ribes
Lo mismo ocurría con el resto de aficionados. La mayoría, como Tino Herrera –presidente del Ribes FC, el club en el que Aitana empezó a jugar al fútbol siendo la única niña–, son más del Barça que de la selección, por lo que predominaban las camisetas blaugrana frente a una decena de personas que llevaban la de España. Pero algo los unía: cada vez que su paisana tocaba el balón, la aplaudían. Y si marca Mariona Caldentey, Ribes también lo celebra. Saben y agradecen que la ahora jugadora del Arsenal actuara de paño de lágrimas para Aitana en Lisboa, en la final, a pesar de ganar su cuarta Champions.
El cántico
“Sí, sí, sí, Aitana Bonmatí”
Hubo momentos de silencio y de consternación, como cuando Russo empató el partido. Pero enseguida Sergi Guillén, una de las voces asiduas del campo del CF Ribes, tomó la voz cantante del cotarro con un “¡Sí, sí, sí, Aitana Bonmatí!”. Incluso adaptó la letra del Un dia de partit a la figura de Aitana. España terminó jugando con nueve futbolistas del Barça. Las otras dos eran Mariona y Leila Ouahabi, ambas con pasado culé. El Local también lo celebró. Pero nada parecido a la locura que se desencadenó en la tanda de penaltis, donde Ribes se puso en manos de Cata Coll cuando vieron a Aitana fallar su penalti.
No funcionó. Y El Local se vació entre el silencio y la reflexión. “Hay que mejorar en los penaltis. Pero no pasa nada. Pase lo que pase, siempre estaremos con Aitana”, insistían los niños. Seguro que ese apoyo les llegará a Rosa Bonmatí y a Vicent Conca, padres de Aitana. Ellos son discretos. Ni fueron a Suiza ni pisaron El Local. Siguieron el partido desde su casa, que también es Ribes.