Los abrazos dieron paso al momento cumbre, la imagen de todas las imágenes: la entrega de la Copa del Mundo. Al recoger el galardón como mejor jugador del torneo, Messi avanzó su encuentro con el trofeo, se sintió atraído por ese dorado tan deseado, y besó la copa como si fuera su primer amor. Después, ataviado con el bisht qatarí que le endosaron, levantó el título al cielo y lo compartió con sus compañeros.
El éxtasis argentino se amplió entonces a los miles de aficionados que había en la grada, algunos de ellos ya sobre el terreno de juego para compartir el momento histórico con sus héroes. También participó el Kun Agüero, ya retirado y amigo íntimo de 'la pulga', que cogió a Messi a hombros y lo paseó, Copa en mano, por el césped junto a un nutrido de hinchas. Una vuelta de honor muy parecida a la protagonizada por Maradona en el estadio Azteca tras el triunfo en México 1986.
Una vez abandonado el estadio de Lusail, la fiesta continuó en las calles de Doha, donde la organización dispuso una rúa, con un autobús descapotado, para que los nuevos campeones del mundo pasearan el trofeo ante el resto de aficionados desplazados a Qatar. Fue un pequeño aperitivo del histórico recibimiento que les espera a su llegada a Argentina.
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