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Suzy Welch, profesora en la Universidad de Nueva York: “La Generación Z no tiene motivos para creer que algún día tendrá seguridad económica”

Futuro Generación Z

Suzy Welch es profesora en la Universidad de Nueva York

Suzy Welch

Las nuevas generaciones sufren un estrés estructural sin precedentes: entre préstamos estudiantiles, salarios estancados y el precio de la vivienda disparado, la propiedad de una casa se ha convertido en una quimera. Una realidad que Suzy Welch la resume como: “La Generación Z no tiene motivos para creer que algún día tendrá seguridad económica”. Esta profesora de prácticas de gestión en la Universidad de Nueva York y periodista de dilatada trayectoria ha puesto voz a una preocupación que cada vez resuena más entre jóvenes de todo el mundo.

En una entrevista para Fortune, Welch, que forma parte de la generación del baby boom, reflexionaba sobre la disparidad entre su propia experiencia y la realidad que viven los jóvenes de hoy. “Cuando estaba en la universidad pensaba: ‘Seguro que tendré más dinero que mis padres’... y que si trabajaba muy duro, algún día me compraría una casa”. Ahora, sostiene, esas expectativas se han desvanecido.

Trabajo duro, pocas recompensas

Los miembros de la generación Z nacieron entre 1997 y 2010

Las generaciones anteriores crecieron con unos objetivos claros: estudia, trabaja duro, asciende. Pero para buena parte de la Gen Z (nacidos entre 1997 y 2012) este guion ya no se ajusta a la realidad. La promesa del ascenso profesional se ha difuminado. Según Welch, incluso los puestos de entrada ya exigen experiencia previa, y los caminos hacia la alta dirección están saturados o se ven amenazados por la automatización y la inteligencia artificial.

A eso se suma un entorno de incertidumbre ambiental y económica que mina la motivación. “Muchos jóvenes creen que no estarán vivos en 20 años por culpa del cambio climático, o que ‘el mundo probablemente se acabará debido a la estupidez de las decisiones que tomaron sus generaciones’”, señala Welch. No es sólo una cuestión de escepticismo: es un malestar tangible. Según datos de Newsweek, el promedio de deuda personal entre los Gen Z supera los 94.000 dólares, una carga que les golpea justo al arrancar su carrera profesional.

Para muchos empleadores, esta juventud parece desmotivada. Se la ha tachado de “perezosa”, de querer trabajar desde el sofá o de marcar límites demasiado estrictos con el horario. Pero Welch ofrece otra manera de entenderles: “Creo que se manifiesta de una manera que no entendemos, el tipo de vulnerabilidad y tristeza que, en cierto modo, sienten”.

Las cifras respaldan esa sensación. Sólo el 3% de los compradores de vivienda en EE.UU. pertenecen a la Generación Z, según la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios. Los sueldos no crecen al mismo ritmo que los costes básicos, y un tercio de estos jóvenes asegura sentirse financieramente con el agua al cuello.

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Para 2030, se estima que los Gen Z y millennials representarán el 74% de la fuerza laboral mundial, según la consultora Forrester, como apuntan desde la asesoría digital JAH NISSI. Ignorar sus preocupaciones sería, simplemente, irresponsable. Ahora que la Gen Z está creando su vida laboral, es importante trabajar de forma conjunta. Welch insiste insiste: “en lugar de juzgar, habría que escuchar. Y empezar a construir, entre generaciones, un futuro en el que volver a creer”.