Con tener formación no basta para desarrollar determinadas funciones, como la de presidente de un consejo de administración. Un rol para el que se necesita empatía e inteligencia emocional, como demuestra el caso del profesor de INSEAD Stanislav Shekshnia.
Cuando asumió el cargo de presidente no ejecutivo de SUEK, mayor minera de carbón de Rusia, se dio cuenta de que su “brillante” currículum no era lo más útil, explica el docente en dirección general Pablo Foncillas. Su principal reto fue gestionar los egos de tamaño XXL de los directores de la compañía, lo que exigió prestar atención individual a cada miembro del consejo y crear dinámicas orientadas a fomentar la confianza.