La industria de los componentes perderá el 23% de ingresos sin el motor de combustión

Automoción

El sector auxiliar de la automoción prevé caídas de empleo ya para el 2025

Planta de producción de componentes de automoción

España es el cuarto productor de componentes para el motor de la Unión Europea

LV

La industria de los componentes para la automoción en España es fuerte, con una facturación de 41.200 millones de euros. Está formada por unas 1.000 empresas, responsables del 75% del valor del vehículo, y mantienen unos 325.000 empleos de forma directa o indirecta, según datos de la patronal de la industria auxiliar Sernauto. Y sin embargo, el fin del motor de combustión, previsto por la regulación europea actual para el 2035, amenaza seriamente su supervivencia de no acelerarse la transformación de la industria.

El martes, la Comisión Europea presentará un plan para la transformación de la industria de la ­automoción de cara a 2035 y el sector espera que se aclare la situación al respecto de la supervivencia del motor de combustión y los límites de emisiones de CO₂. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, envió una carta el jueves a la presidenta Úrsula Von der Leyen para empujar para que no se modifique el veto a la combustión. Países como Alemania, Polonia o Hungría se han manifestado en sentido contrario.

El plan Auto 2030 estima que este sector necesita 8.000 millones de inversión para transformarse

El diagnóstico de la situación del ecosistema de la automoción en España que han hecho desde Anfac para la redacción posterior del plan Auto 2030, donde han contado con Sernauto, entre otros, asume que al menos el 23% de la facturación de esta industria de los componentes está vinculada a la motorización de combustión (gasolina y diésel), y que está en riesgo de desaparición para el 2035.

El análisis también apunta a que el grueso de la producción ­española está ubicada en componentes de escaso crecimiento a futuro, como son los interiores del vehículo, los componentes exteriores y el chasis. La presencia de productores de los componentes de futuro, como son las baterías, los componentes para la motorización de vehículos eléctricos o la electrónica, es más baja. Y si bien el diagnóstico entiende que hay una parte de los componentes que dejarán de fabricarse porque los coches eléctricos tienen menos piezas, sí considera que España tiene una oportunidad de reforzar su base actual y crear nuevas capacidades.

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Pero para ello, y según el plan Auto 2030 presentado el pasado 3 de diciembre, la industria de los componentes necesitaría al menos entre 7.000 y 8.000 millones de inversión público-privada, dentro del escenario de movilización de unos 40.000 millones de inversión que aspira a empujar esta estrategia de Anfac con el Ministerio de Industria.

Desde Sernauto, asumen que la industria se encuentra inmersa en “una gran transformación industrial y tecnológica por la descarbonización y digitalización”, en la que el fin del motor de combustión es uno de los principales catalizadores. Entienden que su apuesta por la I+D (invierten más del 3% de la facturación en nuevos desarrollos, el triple que el conjunto de la industria) les ayuda a afrontar estos retos pero “en estos momentos, la industria atraviesa actualmente uno de los periodos más complejos de su historia reciente”, afirman fuentes de la asociación. La patronal estima una caída ya para este año del 2% de la facturación y el 1% del empleo. La caída sostenida de volúmenes de producción de coches en toda Europa (han bajado un 18% entre 2019 y 2024), los márgenes cada vez más estrechos,y las tensiones en la cadena de suministro tensan la capacidad para mantener la rentabilidad.

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Esta previsión puede resultar relativamente prudente si se tiene en cuenta que un estudio realizado por la asociación europea de proveedores de automoción (Clepa), calcula que, de las más de 200.000 personas que emplea de forma directa el sector de proveedores de automoción en España, alrededor de 50.000 están relacionadas directamente con el sistema de propulsión de motor de combustión interna. Clepa cree que la combinación de factores como el fin del motor de combustión y la transferencia de valor fuera de la UE pone en riesgo 350.000 empleos en Europa.

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