Esta dama pactó con el diablo

LOLES VIVES

Loles Vives planta cara al paso del tiempo: sigue entrenándose a diario en la Blume de Madrid

“Atreveos a hacer cosas

que otro tan sólo se atrevería

a rozar durante muchos años,

aprended a tomarles el pulso

y, con mirada audaz y fogosa,

oprimidles sus estrechas caderas

para ver qué bien apretado

tienen el corsé”

Goethe, ‘Fausto’

Una vez, hace muchos muchos años, me entrevistó Loles Vives.

Ocurrió en las gradas del estadio Serrahima, en Montjuïc, en 1989. Eran buenos tiempos para la montaña mágica. Renacía el Estadi Olímpic. Emergía el Sant Jordi. El atletismo estaba de moda.

Yo era un chavalillo de 18 años, con posibilidades en los 800 m, y Loles Vives era una periodista de Mundo Deportivo que contaba historias de atletas, nadadores y gimnastas, y que luego, en sus ratos libres, se dedicaba al atletismo. Era una atleta importante. Campeona de España de los 100 m. La primera mujer en nuestro país capaz de bajar de los doce segundos (1979).

–¿Te acuerdas de aquella entrevista, Loles? –le pregunto.

–Tengo una imagen –me responde.

–Yo sí la recuerdo, ya lo creo –le digo–. Y guardo el recorte.

Me gusta esta paradoja. 27 años más tarde se han invertido los papeles: Loles Vives es la entrevistada y yo, quien la entrevista...

Cierto, 27 años han pasado.

Y Loles Vives sigue fresca como una rosa. Es la dama que ha pactado con el diablo, según cuenta ella misma en su libro de idéntico nombre: Pacta con el diablo (Córner).

Silvia Fernández, su agente literaria, nos ha citado en el jardín del hotel Alma. Llego puntual y hay cola. No soy el único que anda detrás de la atleta-escritora. Como la entrevista de mi antecesor se alarga, me acomodo en una mesa colindante. Me siento junto a Martí Perarnau (60), marido de Loles Vives, explusmarquista español de salto de altura (2,21 m), un clásico del periodismo deportivo.

Hablamos de muchas cosas. Me cuenta que llevamos muchos años cargando con el lastre del dopaje. Que toda esta porquería que sale hoy en día no le viene de nuevo. Habla de lo difícil que es profesionalizarse como atleta. También dice que ahora apenas corre ni salta.

–Culpa del ligamento cruzado de una rodilla, que lo tengo hecho polvo –dice–. Aunque me monto mis rutinas. Tenemos un gimnasio en nuestra casa en Madrid, hago caminatas...

Silvia Fernández nos interrumpe. Dice que me espera Loles Vives.

Horizontal

Loles Vives levanta la barra en el gimnasio que ha diseñado en su casa, en Madrid

Me doy la vuelta y ahí la tengo.

Loles Vives se incorpora de un salto. Viste de manera juvenil, con las deportivas, los tejanos, la camiseta ajustada, el pelo corto. Está en forma.

–Está en forma –le digo.

–Bueno, tengo problemas en una inserción del isquiotibial. Tengo que tratar bien el tendón. Por eso, en este junio no compito. A ver si en julio puedo estrenarme en algún salto de longitud y algún 100 m.

Me fascina esto que me cuenta.

Un día, más pronto que tarde, Loles Vives cumplirá los 60 años.

Se supone que debería estar quejándose de los achaques de la edad. Que si el colesterol, la tensión, el azúcar, las pastillas para dormir...

Sin embargo, su problema es un tendón en el músculo isquiotibial...

–Cuando voy a visitarle, el médico me dice lo mismo: “Sigue así, chica”.

–¿Esos son todos los achaques?

–También tengo una desviación en la vértebra L4. Me han dicho que algún día me llamará a filas. Pero por ahora voy tirando. El ejercicio me está ayudando, me está salvando de muchas cosas.

Incide en ello. Lleva el deporte en la sangre. Sólo espera el momento en el que ese tendón se relaje y le dé manga ancha. Entonces se exprimirá más en las pistas de atletismo de la Blume, en Madrid, con su grupo de cubanos.

Allí se ven a diario, a las once de la mañana. Ella y Alexis Sánchez, su entrenador. Y sus compañeros, los vallistas Yidiel Contreras (hoy en los Europeos de Amsterdam) y Omar Cisneros.

–Podrían ser mis hijos –dice.

También dice que así, en sesiones de dos o tres horas diarias (ya no trabaja: sólo se entrena), se lo pasa bien, y también muy mal.

–Cuando llegan las seis series de 150 m... Ese día te coges la pájara. Te castañetean los dientes, llegan los mareos, el dolor en cada músculo...

–¿Y cómo se ha comportado su cuerpo en todo este tiempo?

–A los 49 años aún corría los 60 m en 8s01 y los 100 m en 12s88. A los cincuenta empezaron los problemas. Una fascitis en el pie. A los 53 años, la menopausia. Sofocos, me hinché. Decidí aflojar algo el paso. A los 55 noté un declive muscular, y también en la piel. La tersura ya no es la misma. La falta de estrógenos nos machaca. Todos estos contratiempos no se notan tanto en el rendimiento (aún acredita 13s37 en los 100 m), pero sí en lo físico. Aunque lo llevo muy bien.

Loles Vives presenta su libro con una reflexión brillante:

“Cuando camino por la calle raramente alguien se vuelve para mirarme. No tengo ningún atributo que llame la atención. Los amigos de mi pandilla de Manresa me apodaban Tap, tal vez porque sólo mido 1,56 y peso 50 kilos. Pero si echara a correr por la calle, entonces sí, a buen seguro que se volverían para mirarme”.

ATLETISMO

59 AÑOS

MANRESA

FUE LA PRIMERA MUJER ESPAÑOLA EN BAJAR DE 12 SEGUNDOS EN LOS 100 METROS (1979)

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