Ha sido sin duda una de las noticias que más impactaron en lo que va de año. La aparición sin vida de Gene Hackman y su esposa Betsy Arakawa en su casa de Santa Fe, y también de uno de sus perros, supuso durante varios días un misterio que al final se resolvió.
El famoso actor, de 95 años y con un Alzheimer avanzado, murió a causa de una enfermedad cardíaca no determinada y otros factores que complicaron su cuadro clínico, según detallaron los resultados de la autopsia. Mientras que su mujer, de 64 años, quien era también su cuidadora, falleció días antes víctima del síndrome pulmonar por hantavirus, una rara enfermedad transmitida por roedores.
Ambos fueron hallados muertos el pasado 26 de febrero. Días después, las hijas del primer matrimonio del actor, Elizabeth y Leslie Hackman, todavía conmocionadas por la noticia, explicaron en el Daily Mail que hacía “varios meses” desde que vieron por última vez a su padre y que mantenían una “relación muy cercana" con él. El actor tenía un tercer hijo, Christopher Allen, con quien, en cambio, mantenía una relación distante.
Más de un mes después, los cuerpos sin vida del matrimonio siguen en el depósito de la Oficina de Investigación Médica Forense de Nuevo México. Nadie los ha reclamado todavía. Sus nombres aparecen en el registro de la institución junto a un mensaje que incita a los familiares directos a ponerse en contacto con las autoridades para poder realizar los trámites de defunción y el entierro de la pareja.
Se desconoce el motivo por el que los hijos del artista no han dado este paso, lo que ofrece un segundo capítulo al misterio que empezó rodeando el fallecimiento del matrimonio.
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De momento ha trascendido que Hackman dejó como única beneficiaria de su herencia, calculada en 80 millones de dólares, a su esposa en un testamento que firmó hace 20 años y en el que no citaba a sus hijos. Ella, a su vez, dejaba la mayoría de su patrimonio a su esposo, aunque su testamento dispone de una cláusula que en caso de fallecer con 90 días diferencia, sus bienes se destinarían a la beneficencia.